En la historia de Sevilla, muchos monumentos no llegaron a nuestra época como la Iglesia de San Miguel, una edificación que desapareció en la revolución Gloriosa en 1868 que acabó con la reina Isabel II y estableció una república. En Sevilla, el Ayuntamiento destruyó monumentos, edificios y otras obras de arte.
El 19 de septiembre de 1868 se crea la Junta Provincial Revolucionaria de Sevilla y tomó el control del Ayuntamiento. Así se tomó la decisión de derribar monumentos como las Puertas de Triana y Jerez o la de San Fernando.
La Puerta de Jerez se levantó en 1760, para dar servicio a la Real Fábrica de Tabacos a través de la que en entonces se denominó calle Real de San Carlos y que actualmente el la calle de San Fernando. Estabajunto al Prado de San Sebastián una de las torres junto al restaurante Oriza y la torre junto a la Capilla de la Universidad.
Puerta de Triana.
Fueron condenadas a la destrucción las iglesias de Santa Catalina, San Marcos, San Andrés, Omnium Sanctorum y San Miguel, orden que afortunadamente, no llegó a cumplirse excepto la última de San Miguel que desapareció.
Una de las voces que se alzó contra esta decisión fue el clérigo Francisco Mateos Gago y Fernández, que formaba parte de la Comisión Municipal de Monumentos. Gago criticó la rapidez con la que se llevaron a cabo estos actos de destrucción y la falta de información y conciencia por parte de la prensa y del público en general. Además, denunció la destrucción y venta de valiosas esculturas y obras de arte.
Mateos Gago describió así la destrucción de San Miguel: «Apenas entró alli la piqueta destructora cuando la Comisión de Monumentos, (…) el Sábado 7 acudieron a aquel templo comisiones de todas las corporaciones de la ciudad para presenciar la exhumación de restos del sabio sacerdote D. Rodrigo Caro (nacido en Utrera). Entonces vieron los sevillanos toda la belleza de aquel templo, porque, destruido ya el inmenso y pesado retablo de madera en que manos bárbaras habian colocado el altar mayor en épocas pasadas, aparecia en toda su lindeza el ábside de tres caras con ojivas góticas que cerraba la gran nave».
Situada junto a la plaza del Duque fue fundada en el siglo XIII, y reconstruida tras los terremotos de 1356 y de 1755. Sin embargo, resistió hasta que en 1868, la junta revolucionaria decidió su demolición. Aqui tuvieron su sede las hermandades de La Soledad, Pasión o Amor, y la imagen del arcángel San Miguel, que presidia el altar mayor, obra del siglo XVII por Francisco Dionisio de Ribas, ha sobrevivido y ahora pertenece a la Hermandad del Silencio. Su destrucción fue pintada por Francisco Peralta de 1868.
Al ver la belleza de la Iglesia de San Miguel una comisión de notables según Gago «fuesen a suplicar al señor Gobernador civil, don Luis Molini, que se suspendiese aquel derribo,
que, afortunadamente, aún no habia tocado al casco de la obra antigua y si sólo a las adherencias posteriores.».
El Gobernador dijo que tenía que convencer al médico y Concejal del Ayuntamiento «que al decir de los presentes, era el más empeñado en la destrucción. (Adolfo de la Rosa y Roldán, lugarteniente de D. Federico Rubio, Diputado en el Congreso de los Diputados).
«Algunos momentos después, encontrándose con sus pinceles en medio del templo, sacando un boceto de su interior, el modesto y entusiasta Eduardo Cano, profesor de pintura de la Academia de Bellas Artes e individuo de nuestra Comisión, se vió precisado a huir a un ángulo del local para no morir aplastado bajo los derribos de la bóveda» explica Mateos Gago.
«Como reconviniese al capataz, disculpóse éste pidiendo perdones y diciendo que
acababa de recibir órdenes apremiantes para que abandonando los derribos exteriores, acometiese a la bóveda con todos los operarios, a fin de que fuese imposible la conservación en que tantos se empeñaban.>
«En la misma noche del sábado 7 acordaba de nuevo el Municipio el derribo de San Miguel, entre otros cientos. En el domingo siguiente, a las diez de la noche, se jactaba un señor Alcalde, en el Circulo Mercantil, de que, en. la sesión que el Municipio acababa de tener con el señor Gobernador. Una hora después, es decir, a las once de la noche, citaba el señor Gobernador a nuestra Comisión para que estuviese en San Miguel a las ocho de la mañana siguiente, a fin de arbitrar, con aquella autoridad y una comisión del Municipio, los medios de conservar aquel monumento» explica Mateos Gago. Mientras tanto los obreros seguían derribando la iglesia.
En 1868, se proclama la libertad de enseñanza en España, se suprimió la Facultad de Teología lo que supuso el cese como catedrático universitario de Mateos Gago; por lo que tras su expulsión de la Universidad , Mateos Gago se afianzó en su trabajo como redactor y columnista en publicaciones y periódicos.
En 1868 formó parte de la Comisión Provincial de Monumentos Histórico-Artísticos de Sevilla, y en 1870 fundó, junto con Francisco de Paula Collantes de Terán y José Pagés del Corro la Sociedad Arqueológica. Su colección arqueológica reunió 600 piezas, y 8.000 monedas, que tras su fallecimiento, compró el Ayuntamiento de Sevilla que fueron al al Museo Arqueológico.
Finalmente se reunieron el señor Gobernador y hasta cinco o seis individuos del Ayuntamiento. «Nuestra Comisión de Monumentos hizo a la del Municipio cargos muy severos, y ésta, confesando que habia obrado con precipitación, se lamentó de que el mal fuera ya tan grave que no fuese posible remediarlo.» dice Mateos Gago. Se calculó en diez mil duros el coste de la recosntrucción y el Alcalde dijo que no tenía ese dinero por lo que debía seguir con el derribo incluso el presidente de la Comisión de Monumentos dijo que el personalmente se haría cargo de la reconstrucción haciendo el Alcalde oídos sordos a la propuesta.
«Al día siguiente fueron a San Miguel los operarios de casi todos los derribos de la ciudad, como para dejar fuera de combate en un sólo día aquel edificio, cuya conservación tanto
se temía. Anteayer cayó su torre de un golpe sobre un trozo de la derruida bóveda, que acaso se habia dejado en pie para que, cediendo a la inmensa pesadumbre de la torre, se ahorrasen algunos jornales» escribe Mateos Gago. «La torre se abrió como una granada
sobre el trozo de la bóveda, que permaneció sin desconcharse».
OTRAS JOYAS DEL ARTE PERDIDAS EN SEVILLA
La Iglesia de San Miguel estaba junto a la Plaza del Duque donde se alzaba el Palacio de Marqués de Palomares, fundando los Almacenes del Duque que duró hasta 1968.
El Convento de San Francisco en Sevilla fue uno de los más antiguos y grandes de la ciudad fundado por Fernando III en 1248, y fue demolido a mediados del siglo XIX, concretamente en la década de 1840, para hacer espacio para la construcción de la Plaza Nueva.
Durante la ocupación napoleónica en el siglo XIX, el convento fue desamortizado y utilizado con fines militares. Más tarde, en el siglo XIX, debido a las leyes de desamortización, muchos de los bienes de la Iglesia fueron expropiados por el estado y vendidos a particulares.
El Convento de San Agustín, ubicado en la zona de la Encarnación, fue otro de los afectados por este proceso de Desamortización. Fue demolido en el año 1862 para construir en su lugar el Mercado de la Encarnación, que posteriormente también sería demolido en el siglo XX. Destruido parcialmente por los franceses, lo que queda del convento, su refrectorio, es hoy usado por la Hermandad de San Esteban.
El convento de San Agustín de Sevilla fue el primer lugar de enterramiento de la familia Ponce de León en Sevilla hasta Don Rodrigo, finales del siglo XV. A partir de entonces los panteones ducales se trasladan a Marchena.
En el panteón bajo el altar mayor estaban enterrados todos los Señores de Marchena hasta el Marqués de Cádiz, tumbas luego trasladadas a la cripta de La Anunciación, hoy Facultad de Bellas Artes tras la invasión francesa. A partir de Luis Cristóbal Ponce de León empiezan a enterrarse en Marchena en el convento de San Pedro Mártir
FUENTE; APUNTES |: PARA LA HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DEL AÑO DE 1868, EN LA CIUDAD DE SEVILLA. Noticia de los Templos y Monumentos derribados y de las Iglesias clausuradas, de orden de la Junta Revolucionaria, durante el mando del Ayuntamiento popular interino
José María Tassara y González. A Correspondiente de la Real Academía Hispano-Americana
de Ciencias y Artes.
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