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A.B.: GPT3

El periodista y escritor andaluz Antonio Burgos ha fallecido este miércoles en Sevilla a los 80 años, víctima de una enfermedad respiratoria, según ha informado ABC, periódico del que era colaborador.

LA  VIDA DE ANTONIO BURGOS

Nacido el 30 de mayo de 1943 y licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla y en Filología Románica en la de Madrid, tenía, entre otras distinciones, la de Hijo Predilecto de Andalucía.

Inició su trayectoria como periodista en 1966, al ingresar en el diario ABC, donde había desarrollado prácticas inicialmente, y colaboró también con las revistas Hermano Lobo y La Codorniz, además de ser corresponsal en Andalucía del Diario Madrid y la Revista Triunfo.

Fue el primer articulista con página web creada en 1977, y mantenía su artículo diario bajo el nombre de El recuadro, que había publicado en ABC hasta hace unos días.

Había sido distinguido con el Premio Andalucía de Periodismo a la Trayectoria Profesional en la XXXVIII edición de estos galardones, que iba a recibir el próximo 26 de diciembre.

ESTILO DE ANTONIO BURGOS
Antes de la inteligencia artificial el maestro derrochaba inteligencia natural con un estilo reconocible, que no es fácil. Tan nítido resulta  su estilo que si le pedimos a Chat GPT3 que escriba un articulo al estilo de Antonio Burgos que se llame Sevilla, navidad cuaresma anticipada responde lo siguiente:
«Sevilla, ese crisol donde la Navidad y la Cuaresma se funden en una paleta de sentimientos y devociones. Aquí, las luces de diciembre no solo anuncian el nacimiento de Cristo, sino que, como si fueran las candelas de un cirio pascual anticipado, también preludian la pasión y resurrección. En cada esquina, la ciudad se engalana y susurra una saeta aún no escrita, mientras los villancicos retumban con aires de marcha procesional.
Sevilla no espera fechas; vive su eterna Semana Santa con cada campana que repica anuncio de gloria y cada paso que resuena en el adoquín, promesa de redención. Porque aquí, entre naranjos y azahares, cada «felices fiestas» lleva implícito un «espero verte en la Madrugá».
Y así, Sevilla, en su eterno ir y venir del tiempo litúrgico, celebra la vida, la muerte y la esperanza de la salvación con cada aliento que la historia le regala. Sevilla se desliza del Adviento a la Cuaresma con la gracia de una bailaora que cambia palmas por plegarias. Si en diciembre las zambombas marcan el ritmo y los belenes ponen el decorado, no tardan en llegar los tambores que, con sones de «ahí queó», marcan el compás de una espera que es ya promesa de Resurrección.
Así, en esta urbe eterna, las mismas manos que aplauden los villancicos en la Navidad, enfebrecen de pasión al tallar los pasos que, en la Cuaresma, llevarán al Cielo por las calles de la ciudad. En Sevilla, la Navidad es solo el preludio de la gran sinfonía que se tocará en la Cuaresma; ambas se dan la mano en el calendario de las emociones de esta tierra, donde cada día es un verso que rinde homenaje al ciclo eterno de la fe».
A modo de homenaje al maestro