Sus calles se llamaban del Moral, calle del Regidor, o calle Juan de Úbeda. Allí también se ubicó la Puerta de Ecija de la que nada se sabe e incluso había una ermita llamada Ermita de Santa Justa. Todo enterrado bajo tierra en los últimos cuatro siglos.
Rodrigo Ponce de León, en 1647 escapó de milagro a la rebelión de Massaniello siendo Virrey de Nápoles. Los frailes capuchinos, -que lo ocultan de la multitud con una capucha de fraile- le salvan la vida. A cambio funda un convento de capuchinos, -a modo de ángeles custodios- junto a su palacio de Marchena.
Por temor a las clases populares el Duque compró y permutó casas y hazas del ruedo de la barriada Puerta Ecija que lindaban con el Palacio para eliminarlas y construir en el solar resultante, el parque bajo y jardines del Palacio Ducal, Convento y Huerta de Capuchinos.