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Alonso Gudiel, el catedrático juzgado por sus enseñanzas «cercanas al judaísmo» en la Universidad de Osuna

Jerónimo Gudiel fue un famoso historiador y médico al servicio del Duque de Osuna graduado en 1543 en Medicina en Alcala de Henares donde también fue catedrático de Medicina que trabajó para Juan Téllez de Girón, en la Universidad de Osuna, donde desde 1552 se encargó de la cátedra Prima de la Medicina, y fue luego decano de la Facultad de Medicina hasta 1582.  Escribió una obra de historia nobiliaria publicada en Alcalá de Henares en 1577.

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Obra de Jeronimo de Gudiel. 

Otro catedrático de Osuna y del mismo apellido Alonso Gudiel fraile de San Agustín fue juzgado y murió en la cárcel de la Inquisición por sus ideas «erróneas» sobre religión, ya que su enseñanza humanista se consideró cercana al judaísmo. Tenía sangre judía y utilizaba autores hebreos para llegar a fijar la verdad textual de los libros sagrados cristianos. Y además se oponía a los dominicos, que eran Inquisidores por naturaleza.

Lo que más pesó en el juicio fue su familia conversa «por los cuatro costados» es decir por las ramas de los cuatro abuelos. Sus tíos y abuelos Francisco de la Lonja y Alonso de la Lonja habían sido juzgados y reconciliados por la Inquisición. Su tía materna era hija de condenado, llamada Isabel del Río,  hermana del obispo don Baltasar del Río. Sus padres fueron Diego de Álvarez y María de Salas. El padre era un boticario que murió a poco de llegar a Nueva España en 1534.

Alonso Gudiel entró al convento  de San Agustín de Sevilla en 1541 huérfano y protegido por su tío también agustino Andrés Gudiel. Estudió arte en Granada en 1545 y Valladolid hasta 48 y teología en Salamanca y Alcalá hasta el 52. Después fue predicador en Jerez, profesor de arte en Valladolid y maestro de estudiantes en Salamanca. Volvió a Sevilla para cuidar a su madre y tuvo la cátedra de la Universidad de Osuna desde 1563 a 1572.

Convento de San Agustin de Sevilla patrocinado por los Ponce de León. 

A los Dominicos, -Inquisidores- le llamó la atención la libertad con la que comentaba las profecías mesiánicas, del Cantar de los Cantares y los salmos donde se habla de la venida del Mesías, una creencia típicamente judía y además defendía que había que estudiar a los antiguos maestros judíos y que la profecía de Isaías no trataba de la Virgen.

El dominico fray Fernando Del Castillo dijo que «si esta doctrina se recibe no hay lanza Iniesta en la fe y todos serán judíos en poco tiempo». Por razones similares habían sido juzgados los hebraístas salmantinos fray Luis de León, Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra y encarcelados los dos por conversos.

Tras la detención en marzo de 1572 de fray Luis de León y los hebraístas salmantinos, los inquisidores de Granada escriben:

Estatua de Fray Luis de Leon en Salamanca. Fray Luis de León, fue promotor de la Escuela de Salamanca y profesor de otras relevantes figuras como San Juan de la Cruz. Escribió una biografia de San Teresa de Jesús. 

«La prisión de Fray Luis de León, que se hizo en Salamanca por el Santo Officio de Valladolid, ouiese sido por apartarse de la interpretación de la edición Vulgata aprouada por el Concilio de Trento y por seguir interpretaciones de Rabinos que judayzan, y si estos es, entendemos que sus opiniones están comunicadas con los demás frayres de la orden, (de San Agustin) porque entre ellos es común darse papeles unos a otros; y así an acudido acá los cánticos [los Cantares de Salomón] y la relación que hizo Fray Luis de León, […] y porque toca a este daño una testificación que aquí se ha tomado contra el maestre Gudiel, frayre agustino, que lee en Osuna»,

En 1572 la Inquisición los encarceló en Valladolid donde murió un año más tarde de cansancio y humedad. Los inquisidores Diego González y Francisco Real pidieron que se explicara por escrito pero sus razones pero no convencieron a los jueces. Expresó su deseo de retractarse si en algo había pecado por ignorancia y se quejó de que lo juzgarán teólogos y no expertos en las Escrituras.

El fiscal Diego de Haedo lo acusó de ser descendiente de generación de judíos y «sustentar muchas proposiciones heréticas y perniciosas a la Sagrada Escritura». Ya muerto el fiscal Salinas pidió proceder contra su memoria por «herejías y falsos errores» mientras se le consideraba «fuera del gremio de la Iglesia».

El provincial de la orden de San Agustín Gabriel Pinelo se encargó de defenderlo mientras eran llamados a declarar sus familiares el clérigo Baltasar del Río y su madre María de Salas declarados en rebeldía por no acudir a declarar.

En el 84 el Consejo General de la Inquisición ordeno retirar de la circulación con el mayor sigilo todos los papeles y libros del Padre Gudiel porque «se tiene relación que no conviene que persona alguna los tengan y los lean». Los calificadores culparon al difunto de caer en errores por ignorancia finalmente y en septiembre del 85 daban por nulo el proceso desde su muerte y no lo condenaron.