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Cómo la plaza Ponce de León se convirtió en las setas de la Encarnación

El origen de la Plaza de la Encarnación como espacio abierto se remonta a la familia Ponce de León, que desde el siglo XIII tenía en la plaza su vivienda y que en el siglo XVI utilizó el lugar para organizar corridas de toros.

De hecho, en su origen, la plaza se denominó “Plaza de Pedro Ponce de León”, dado que estaba cerca de su palacio y era un espacio privado de la familia. Con el tiempo, la plaza fue perdiendo su uso privado y se integró en el urbanismo de Sevilla como un espacio público abierto para la comunidad​tal y como expone el arquitecto Pedro Mena en su libro  ‘Una arquitectura del perímetro’ recién publicado por la Diputación de Sevilla. 

Plaza de Don Pedro Ponce y su entorno: Durante el siglo XV, la plaza era un lugar residencial y noble, nombrado en honor a Pedro Ponce de León. El nombre se debía a la ubicación de sus casas en esta zona. Desde el siglo XIII, la plazuela era conocida como Plaza de los Morillos, aunque no se debía a una concentración de musulmanes en el área, sino que era un nombre antiguo que se fue perdiendo con el tiempo.

Desde el siglo XIII esta plaza estaba presidida por las Casas del Mayorazgo de Don Pedro Ponce de León, Señor de Marchena: Según Matute y Gaviria en sus «Anales de Sevilla», estas casas eran el lugar donde se preparaba un terreno para que los caballeros practicaran el arte de la gineta (doma de caballos) y las justas de cañas, así como la pica de toros. Esto podría ser el origen de la plaza como un espacio abierto y multifuncional. Durante el siglo XVI, los Ponce de León eran una de las familias más influyentes en Sevilla, con varias propiedades en la ciudad, y estas casas frente a la plaza consolidaban su prestigio y poder.

Plaza Ducal de Marchena. Corrida de Toros. 

Este uso privado de la plaza por parte de la familia fue cediendo con el tiempo hasta que, con la llegada de las desamortizaciones y el liberalismo en el siglo XIX, el espacio se abrió al público y pasó a formar parte de la ciudad de Sevilla como un espacio comunitario y de recreo.

En 1588, el Ayuntamiento de Sevilla adquirió y procedió al derribo de una casa ubicada entre la plaza de Don Pedro Ponce de León y la actual calle Laraña con el objetivo de ampliar el espacio para facilitar el paso de carruajes y personas de a pie. La plaza se convirtió en un lugar de tránsito importante, especialmente para los coches de caballos que solían transportar a la gente principal de la ciudad hacia la Iglesia de la Compañía de Jesús, que se encontraba en las proximidades.

Durante esta ampliación, surgió un pleito con doña Catalina de Rivera, viuda de Don Pedro Ponce de León, quien reclamaba que la plaza era de su propiedad. Este conflicto reflejaba el interés de las familias nobles en mantener el control sobre los espacios urbanos más cercanos a sus residencias y propiedades.

 

En esta plaza también estaba el Palacio del Marqués de Ayamonte en la Plaza de Regina, y el Palacio de los Pineda, otra gran familia emparentada con los Ponce, que controlaron el Consistorio sevillano y, posteriormente, de los Saavedra, tambien parieentes cercanos y administradores del Estado de Arcos situado en la calle Correos. Todo esto hizo que el barrio se llamara desde muy antiguo el barrio de los Ponce de León tal y como exponen diversos autores. 

En el siglo XVI, se desarrollaron diversas instituciones religiosas y viviendas alrededor de la plaza, incluyendo el Convento de la Encarnación de monjas agustinas (fundado en 1591) y el Colegio Regina Angelorum de dominicas (fundado en 1521). La zona adquirió gran relevancia religiosa y social en la ciudad, y más tarde, durante la ocupación francesa, sufrió transformaciones urbanísticas significativas con la construcción de la primera plaza de abastos de Sevilla, que ocuparía el lugar del convento demolido en 1810. La plaza se convirtió en un punto neurálgico de la ciudad hasta el derribo del antiguo mercado en 1973.

En 1521, en el lado norte de la plaza se fundó el convento y colegio de Regina Angelorum, uno de los primeros edificios de la zona. En 1591 se construyó el Convento de la Encarnación, que ocupó el lugar donde se encontraba un mercado anterior. Ambos conventos, junto con otras edificaciones religiosas, otorgaron un carácter espiritual y educativo a la plaza, que se consolidó como un punto importante de la vida social y religiosa de la ciudad.

La Plaza de la Encarnación ha tenido una evolución notable desde el siglo XVI. Originalmente, en su extremo meridional se encontraba una pequeña plazuela conocida como la Plaza de Don Pedro Ponce de León, debido a que este noble tenía allí sus casas. La denominación de Plaza de Don Pedro se mantuvo hasta finales del siglo XVII, cuando se construyó el Convento de las Religiosas Agustinas en 1591, y el espacio adoptó el nombre de Plaza de la Encarnación.

El Convento de la Encarnación de Sevilla fue fundado en 1591 gracias a la iniciativa de Juan de la Barrera, quien dispuso en su testamento la creación de este convento. Su albacea, Hernando Vallejo, se encargó de cumplir con su voluntad, construyendo el convento en un terreno conocido como el barrio de Ponce de León, llamado así por estar cerca de las casas de esta familia noble sevillana. La construcción del convento fue dirigida por el maestro albañil Diego Rodríguez, y la portada principal fue obra del arquitecto Alonso Vandelvira, con la colaboración de los escultores Andrés de Ocampo y Martín Alonso de Mesa​.

Tras el derribo del convento a inicios del siglo XIX, se construyó el Mercado Central en el lugar que ocupaba el convento. Este mercado se mantuvo durante gran parte del siglo XX hasta que fue derribado en 1973.

El barrio de los Ponce de León en Sevilla que se iniciaba en la PLaza de la Encarnación se cerraba en la Plaza de Ponce de León o Plazuela de la Paja hasta el siglo XVI. Desde 1570, este espacio era conocido como Plazuela de la Paja porque allí se celebraba la Feria de las Caballerías, donde se vendían forrajes y bestias sin herradura. 

En 1580, el nombre de la plaza cambió a Plaza del Duque de Arcos por estar situada frente a la casa-palacio de la familia Ponce de León. La construcción del palacio de los Ponce de León, también conocido como Palacio del Señor de Marchena, en el siglo XIV, consolidó el área como un importante enclave nobiliario. Este palacio se extendía desde la actual Plaza de Ponce de León hasta la calle Matahacas y Santa Catalina, incluyendo el convento de Los terceros, con varios patios y jardines interiores que lo convertían en una de las residencias más imponentes de la ciudad, hoy sede de Emasesa.

Además, la plaza era conocida por ser el lugar donde se celebraban ferias de bestias, que se realizaban tres veces por semana. Estos mercados servían para la compra y venta de caballerías y otros animales utilizados en las labores agrícolas, consolidando el lugar como un centro comercial de primer orden en la ciudad.

El edificio histórico más importante de la Plaza de Ponce de León era efectivamente el Palacio de los Ponce de León, construido en el siglo XIV y ubicado en el flanco norte y este de la plaza. A lo largo de los siglos sufrió diversas reformas, y en el siglo XVIII se convirtió en el Convento de los Terceros Franciscanos. En 1858, se llevaron a cabo importantes obras que incluyeron la instalación de los Juzgados Municipales y más tarde, el palacio pasó a ser sede del Colegio de los Escolapios hasta su venta y transformación en oficinas municipales a mediados del siglo XX​.

Durante la desamortización del siglo XIX, el palacio fue vendido y gran parte de sus estructuras originales fueron modificadas o desaparecieron. En 1866, la plaza cambió su nombre a Plaza de Don Rodrigo Ponce de León, en honor al tercer duque de Arcos, y finalmente en 1875 se estableció la denominación actual de Plaza de Ponce de León.

En 1858, el Ayuntamiento de Sevilla decidió trasladar la Feria de Ganado de la Plaza de la Alhóndiga a otro lugar de la ciudad, con el fin de liberar espacio y proceder a la urbanización y embellecimiento de la plaza. La feria fue trasladada al Prado de San Sebastián,

Actualmente, el espacio que ocupaba el antiguo palacio forma parte de la sede de EMASESA, la empresa municipal de aguas, que lo adquirió en 1986 y llevó a cabo una profunda restauración, integrando elementos históricos del palacio original en sus instalaciones​.