Marchena continúa siendo, como ya sucedió en el pasado, un lugar de inspiración para escritores y viajeros. Sus calles, monumentos y tradiciones ofrecen un escenario perfecto para la narrativa de viajes y la exploración cultural. La localidad invita a recorrer sus rutas literarias y a descubrir las historias que han tejido su rica herencia cultural.
Marchena se revela como un destino singular para los amantes de la literatura, un lugar donde las huellas de viajeros curiosos y plumas ilustres se entrelazan en un fascinante recorrido a través del tiempo.
Desde la curiosidad de los primeros viajeros como Jerónimo Münzer y Joris Hoefnagel, que dejaron valiosos testimonios de la villa, hasta la inspiración que encontraron en sus tierras figuras de la talla de Miguel de Cervantes y San Juan de la Cruz, Marchena se revela como un lugar donde la historia y la literatura se entrelazan de manera singular. En épocas más recientes, escritores como Camilo José Cela y Pío Baroja encontraron en Marchena un reflejo de la tradición andaluza y un escenario para sus exploraciones literarias, mientras que la voz poética de Antonia Díaz resonó desde la Campiña. Incluso un sabio del Renacimiento como el Doctor Diego Sánchez contribuyó al rico tapiz intelectual de la villa.
Huellas de los Primeros Viajeros: Atisbos de un Paisaje Histórico
Jerónimo Münzer: La Mirada Meridional de un Embajador (Finales del Siglo XV)
A finales del siglo XV, Jerónimo Münzer, embajador de la Serenísima República de Venecia, se desvió de las rutas habituales de los viajeros del norte para adentrarse en los misterios de Andalucía. Su búsqueda de conocimiento geográfico y político lo llevó a recorrer los paisajes de la Campiña, dejando un valioso testimonio escrito de sus observaciones. En 1495, tres años después de la conclusión de la Guerra de Granada, Münzer pasó por Marchena en su camino desde Málaga hacia Sevilla. Sus anotaciones describen una villa próspera, fortificada con murallas y salpicada de torres, propiedad o bajo el control de Rodrigo Ponce de León.

Es posible imaginar al embajador deteniéndose a contemplar desde la distancia la silueta imponente de la fortaleza, quizás reflexionando sobre la reciente contienda y el destino de los prisioneros musulmanes granadinos que llenaban sus cárceles. La fama de Rodrigo Ponce de León como gran héroe de la Guerra de Granada era conocida por Münzer.
El relato de Münzer ofrece una perspectiva temprana de Marchena, capturando su importancia militar y su floreciente estado en un período crucial de la historia de España.
Joris Hoefnagel: El Grabador que Dibujó la Memoria Renacentista (Mediados del Siglo XVI)
En 1561, el artista flamenco Joris Hoefnagel, un joven de apenas veinte años, llegó a Andalucía como parte de un ambicioso proyecto para documentar las ciudades del mundo conocido en la obra «Civitatis Orbis Terrarum». Su paso por Marchena nos legó un tesoro visual: una ilustración que inmortalizó la vida de la villa en pleno Renacimiento. Durante su estancia de cuatro años en España, dos de ellos dedicados a recorrer Andalucía, Hoefnagel creó 34 vistas de ciudades, siendo la de Marchena una de las diez únicas representaciones del resto de España. Podemos imaginar a Hoefnagel instalando su cuaderno en una colina cercana, trazando con meticulosidad los contornos de la fortaleza de los Ponce de León.

Miguel de Cervantes: Al Servicio de los Ponce de León
La juventud de Miguel de Cervantes estuvo marcada por su servicio bajo las órdenes de Manuel Ponce de León, señor de Marchena. Muchos investigadores sostienen que su experiencia en estas tierras dejó una huella imborrable en su obra literaria. Documentos de la época confirman la presencia de Cervantes al servicio de Don Manuel Ponce de León desde 1572, participando en campañas militares. Además de su servicio militar, Cervantes también estuvo en Marchena entre 1588 y 1593, gestionando el suministro de aceite para la Real Armada.
La propia villa de Marchena es mencionada directamente en el capítulo 57 de la segunda parte de Don Quijote, en una comparación burlesca realizada por Altisidora. Algunos incluso interpretan el famoso episodio de los leones en Don Quijote —donde los nobles felinos se niegan a atacar al hidalgo— como un posible guiño a la familia Ponce de León, cuyo emblema era precisamente este animal.
la conexión entre Miguel de Cervantes y Manuel Ponce de León, hermano de Rodrigo Ponce de León señor de Marchena, se da en el contexto del episodio de los leones en Don Quijote. Se cree que Cervantes se inspiró en Manuel de León, conocido como «El Valiente», para este episodio.

Manuel de León tuvo un conflicto con su hermano Rodrigo Ponce de León, el señor de Marchena, por una herencia familiar, lo que finalmente llevó a la cesión de la ciudad de Bailén a los nietos de Manuel. En el capítulo de los leones, Manuel de León es glorificado como un héroe medieval que estuvo en guerra con la gente de Marchena y su señor, Rodrigo, por asuntos de herencia familiar.
La mención de Manuel de León en este episodio, donde los leones no atacan a Don Quijote, podría interpretarse como un reconocimiento a su valentía, tal como se le conocía.

San Juan de la Cruz: La Mística Susurrada en los Muros Conventuales
Antes de que sus poemas trascendieran a la imprenta, los versos de San Juan de la Cruz ya circulaban en conventos como el de Santa María en Marchena. Se cree que la Madre Antigua desempeñó un papel crucial en la difusión manuscrita del Cántico Espiritual en esta localidad.

La estrecha relación de la familia Ponce de León con la poesía de San Juan de la Cruz queda patente en el hallazgo de dos antiguos códices del Cántico Espiritual en Marchena, uno en el convento de Santa María y otro en Santa Clara.
El códice de Santa María, conocido como «Códice Mch», fue descubierto por el investigador mercedario Luis Vázquez Fernández, quien sugiere que el duque Pedro Ponce de León Dominico pudo haber tenido una influencia sanjuanista en sus escritos.

El Cántico Espiritual incluso figuraba en el inventario de libros de los duques en el Palacio Ducal de Marchena. Podríamos imaginar a un fraile joven, en una celda de altos techos y muros encalados, recitando en voz baja esos versos de amor místico bajo la tenue luz de un candil, en una Marchena silenciosa que ofrecía su alma al susurro de la palabra divina. La presencia de estos manuscritos en Marchena sugiere que la villa fue un centro de intercambio espiritual e intelectual, donde las ideas místicas circulaban y eran valoradas incluso antes de su publicación formal. La perdurabilidad y el estudio continuo del Cántico Espiritual en Marchena resaltan el atractivo atemporal y el profundo impacto de la poesía mística tanto en la tradición religiosa como en la literaria.
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