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Cuando el agua era sagrada

El cuerpo humano es un 80% agua, que es  siempre la misma desde que existe la tierra por lo que el vaso que bebemos ahora ya la bebieron muchos otros antes. Y eso nos conecta con la naturaleza, los ancestros y todo el planeta. 

El agua de la Tierra ha estado circulando en diferentes formas durante miles de millones de años. Sigue un ciclo continuo, que incluye procesos como la evaporación, la condensación, la precipitación y la infiltración. Durante este ciclo, el agua puede moverse entre océanos, ríos, glaciares, acuíferos y la atmósfera.

Es cierto que el agua que bebemos hoy ha pasado por muchas formas y lugares a lo largo del tiempo y ha sido parte de innumerables organismos vivos. La idea de que estamos conectados con la naturaleza y con otros seres a través del agua nos ayuda a entender la verdadera naturaleza del hombre.
CUANDO EL AGUA ERA SAGRADA

Las civilizaciones antiguas entendían el poder y la importancia del agua, como algo sagrado conectado con sus dioses y sus mitos. Las mitologias ancestrales de distintos países repiten la idea de que antaño los hombres vivían en armonía con los recursos del planeta, pero fue cuando el hombre comenzó a destruir y contaminar, cuando los dioses le enviaron castigos como la sequía. 

ISLAM

 Durante la presencia musulmana en la península también fueron muy importantes las innovaciones que hubo y entre ellas es especialmente destacable las que tuvieron que ver con el agua. El agua tiene un valor fundamental en el Islam, pues forma parte del Paraíso. Sólo con echar un vistazo a cualquier rincón de la Alhambra se observa la presencia del agua y las refinadas técnicas de la época.

Las rogativas por lluvia en el mundo islámico generalmente implicaban oraciones especiales y procesiones comunitarias dirigidas por líderes religiosos. En al-Andalus, como en otras regiones del mundo islámico, estas rogativas eran una práctica común, especialmente en momentos de sequía prolongada que amenazaban las cosechas y la supervivencia de las comunidades.

El agua en la Alhambra simboliza la vida, la abundancia y la prosperidad, reflejando la visión islámica del paraíso como un jardín lleno de fuentes y ríos. Además, el agua en la Alhambra también tenía un propósito práctico, ya que se utilizaba para la irrigación, la refrigeración y el saneamiento. La constante presencia de agua en patios, fuentes y canales refleja el deseo de los gobernantes nazaríes de crear un refugio terrenal que evocara el paraíso islámico.

La Buhaira era un gran embalse construido por los almohades en el siglo XII para abastecer de agua a la ciudad de Sevilla. El agua de la Buhaira tenía un significado práctico. 

Esencial el suministro de agua potable y la irrigación de los campos circundantes. Además, la Buhaira era un símbolo de la ingeniería y la planificación urbanas avanzadas de al-Andalus. El Palacio de la Buhaira, construido en la orilla del embalse, reflejaba la conexión entre el poder político y el control de los recursos hídricos.

El agua era un símbolo de poder y lujo, y su presencia en la ciudad reflejaba la riqueza y la magnificencia del califato de Córdoba. Además, el agua tenía un significado espiritual, ya que se asociaba con la pureza y la limpieza en la práctica religiosa islámica. Las fuentes, estanques y canales de Medina Azahara eran una manifestación tangible de la visión islámica del paraíso y un reflejo del poder y la grandeza del califato.

MEXICO

La importancia del agua en las culturas indígenas no se limita solo a los mitos y leyendas. Muchas culturas indígenas han desarrollado prácticas sostenibles de manejo del agua que han permitido a sus comunidades prosperar en entornos a menudo desafiantes.

En la tradicional lucha por el agua en Zitlala, Guerrero, México los participantes disfrazados de jaguares, luchan por asegurar la lluvia y la fertilidad para sus campos. 

El ritual, que se celebra anualmente, se basa en una leyenda prehispánica. Los participantes, vestidos de amarillo y verde para simbolizar la sequía y la fertilidad se enfrentan en una lucha que, según la tradición, atraerá más lluvia que viene de cuando el dios de la lluvia Tlaloc castigó a los hombres por contaminar la tierra, con sequía y los más valientes de la tribu fueron a pedir lluvia al dios, pero éste los convirtió en jaguares. 

ESPAÑA

Las rogativas por lluvia fueron establecidas por la Iglesia en el año 590 y tenían lugar dos veces en el año: en la festividad de San Marcos, las denominadas rogativas o letanías mayores, y, en los tres días anteriores a la Ascensión, las conocidas como rogativas o letanías menores y además, con carácter extraordinario, los obispos podían autorizarlas en cualquier época del año en calamidades y necesidades públicas.

Las rogativas cristianas se hacían entre San Marcos (25 de abril) y San Isidro (15 de mayo), período crítico para la esperada cosecha. Estas procesiones y ritos revestidos de cristianismo, incluyen un componente primitivo y mágico expone Carmen Gozalo de Andrés Licenciada en Historia. 

En ellas el Cristo, virgen o santo se sacaba del templo en solemne procesión para que, al contemplar de cerca la calamitosa situación de los campos, decidiera apiadarse de ellos y ponerles remedio. En algunos lugares y cumpliendo un antiquísimo rito de
inmersión, la efigie era empapada en agua o sumergida en ella.

En la alcarria se conserva la siguiente copla:  No he visto gente más bruta que la gente de Alcocer, que echaron el Cristo al río porque no quiso llover. Esto responde a lo relatado por  Martín de Arlés, en el siglo XVI «se acudía en tiempo de sequía a la imagen de San Pedro para pedirle lluvia. Sacaban la imagen, la llevaban en procesión a orillas del
río y allí le suplicaban una, dos y tres veces –San Pedro, remédianos- y, viendo que no respondía, la multitud a gritos pedía que se sumergiera la imagen. Entonces, los principales del lugar salían garantes de que el santo haría llover y prestaban fianza, que era aceptada”.  En muchos lugares también se sumergían crucifijos, rosarios e incluso reliquias de santos.

Algunos de estos cantos decian: San Isidro Labrador, obrero pobre del campo, tú, que estás cerca de Dios, tú, que ties poder de santo: ¡ay, danos lluvia fecunda pa fertilizar los campos!. Danos el agua, señora, aunque no la merezcamos, que si por merecer fuera, ni la tierra que pisamos. Virgen santa del Rosario, madre de consolación, danos el agua, Señora, el agua de bendición.

FUENTE: ROGATIVAS. de Carmen Gozalo de andrés, Revista de meteorología. 

ANTIGUA ROMA

Los investigadores creen que las Rogativas de San Marcos, como ocurrió con muchas otras fiestas se superponen a las Robigalia romanas, festejos agrícolas, en honor a Robigo, Dios romano que protegía los cereales de las plagas. Ovidio describe en el libro de los Fastos la ceremonia de las Robigalia procesión de personas vestidas de blanco, guidas por el Sacerdote que se dirige al bosque sagrado del dios.

En tiempos de Roma y aun antes había sacerdotes o magos al servicio de la comunidad, uno de los cuales era el hacedor de lluvias cuya misión consistía en regular el abastecimiento del agua celestial existiendo aún en distinto puntos de España rituales anuales en el mismo sentido. 

CUANDO EL AGUA DEJO DE SER SAGRADA

Hoy en día se puede ver que esa veneración al agua se ha ido desvaneciendo entre las
nuevas generaciones y el milagro que un principio supuso que al abrir el grufo saliera agua, para quienes tenían que caminar largas distancias y cargas grandes pesos para poder beber agua. Tener agua disponible y abundante es un lujo que ahora, al ser un acto cotidiano, ya no sorprende.

Pero si miramos atrás, la creación de ciudades, el florecimiento de países, dependía y depende del abastecimiento de agua. Las culturas que llegaron a Andalucia desde el desierto, como árabes y bereberes, crearon vergeles gracias a que entendieron el agua como base de la vida. La maravillosa Alhambra es el milagro del agua.

Fue posible gracias al desvio artificial de un rio para alimentar las acequias y llevar agua a los palacios nazaríes y poner el agua a su pies lo que fue el gran logro de toda una civilización.  

Las civilizaciones actuales le han perdido el respeto al líquido sagrado, desperdiciándolo y ensuciándolo. Océanos, mares, ríos, lagunas y lagos en todo el mundo reciben constantemente el desprecio humano en forma de desperdicios y residuos tóxicos. La relación respetuosa y equilibrada con el agua ha sido reemplazada por una explotación descuidada y contaminante. 

Al recordar y honrar las tradiciones y prácticas indígenas relacionadas con el agua, podemos aprender valiosas lecciones sobre cómo vivir de manera más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

El hecho de que el cuerpo humano esté compuesto en gran parte por agua es un recordatorio de nuestra dependencia de este recurso vital y de nuestra conexión con el medio ambiente. Cuidar el agua y usarla de manera sostenible no es solo una cuestión de supervivencia, sino también una forma de honrar nuestra relación con la Tierra y con todos los seres vivos que la habitan.