En la Navidad de 1481, en un acto de audacia y sorpresa, los moros de Granada, liderados por su rey Muley Hasen, conquistaron Zahara de la Sierra que era de los cristianos.
Las espadas moras cortaron el aire, dejando tras de sí un rastro de defensores caídos y llevando a mujeres y niños al cautiverio. Pero el fuego de la venganza ardía en el corazón de Rodrigo Ponce, Marqués de Cádiz, quien juró devolver la justicia a los zahareños. Unido en propósito con Juan de Merlo, asistente de Sevilla, descubrieron la vulnerabilidad de la fortaleza enemiga.
Las banderas de guerra se alzaron, y con el valor de los héroes, los hombres de Arcos, y Sevilla se unieron a las huestes de Antequera y Marchena. En una noche estrellada, el 28 de febrero de 1482, tomaron Alhama por asalto, un golpe devastador para los granadinos, quienes lamentaban la pérdida como si fuera su propio corazón.
Mientras tanto, en Arcos, solo quedaban mujeres, niños y ancianos. Los moros de Ronda, olfateando la oportunidad, se lanzaron hacia la ciudad.
Pero lo que no sabían era que una heroína emergía entre las sombras de la desesperación. Beatriz Pacheco, hija del conde Juan Pacheco, desde las almenas del castillo, vio el peligro acechando. Con un corazón valiente y la determinación de una líder nata, convocó a las mujeres en la Plaza del Cabildo. Desde el balcón de la Torre del Secreto, les habló con pasión, instándolas a defender su hogar y su honor.
Las mujeres de Arcos, temerosas pero decididas, se vistieron con los cascos y armaduras de sus maridos, empuñaron lanzas y flechas, y se prepararon para la batalla. Los moros, confiados en la debilidad de la ciudad, intentaron escalar las murallas, solo para ser recibidos por una lluvia de piedras, flechas y aceite hirviendo. Las almenas, cubiertas por estas valientes mujeres, salvaron la ciudad.
Al enterarse el duque de Medina Sidonia, Enrique de Guzmán, se apresuró con cuatrocientos hombres, forzando a los moros a levantar el asedio. La valentía y astucia de las mujeres de Arcos, lideradas por la intrépida duquesa Doña Beatriz y sus damas, se convirtió en leyenda. Un viejo romance recordaba su gesta: «Y la duquesa excelente, en valor no menos que su marido, con las romeras valientes, armadas de acero fino, defendió esta ciudad de los moros granadinos».
Fuente: Historia y Leyendas de Arcos de la Frontera. Manuel Perez Regrodán.