Damiana de las Llagas -Damiana de los Reyes Peralta- (Almería 1585-Marchena 1670) fue una mística y virgen almeriense del XVII que sin llegar a ser monja vivió en Marchena como si lo fuera, dando muestras de grandes poderes, convirtiéndose en fenómeno para muchos y consejera de nobles y poderosos.
La mística almeriense, que vivió la mayor parte de su vida en Marchena, sede del Ducado de Arcos, fue enterrada en el antiguo templo jesuíta hoy colegio Santa Isabel tenía dotes como la adivinación y la levitación.
Tanta era su fama que el Duque de Arcos la trajo a Marchena, siendo apenas una niña, y le dio a su padre diversos cargos para tenerla cerca. Además una multitud de vecinos de la villa la reclamaban para pedirle consejo, aunque ella sufría por esta persecución ya que añoraba la soledad de su casa sencilla y austera en el barrio antiguo de Marchena.
A ella le pedían consejo y venían a Marchena a buscarla notables de la época como el Duque de Alba, el capitán de la Orden de Santiago Diego Carrillo, Lorenzo Santos, miembro de la Audiencia de Sevilla y miembro del Consejo Real de Castilla, Mariana de Velasco Marquesa de La Algaba, Pedro Portocarrero, Conde de Medellín, Mariana Velasco, hija de los Condestables de Castilla y muchos otros.
Rodrigo Ponce de León Virrey de Nápoles y Valencia le pedía consejos sobre su gobierno, según la biografía de la mística que escribió en 1675 el jesuíta Juan Cárdenas. Los hechos notables de Damiana de las Llegas llegaron al oído del propio Papa Inocencio X por el propio Don Rodrigo como embajador extraordinario del Rey Felipe IV.
El propio Papa se ofreció a conceder indulgencias al Duque para su familia, pero Rodrigo respondió que él ya tenía en Marchena una mujer santa de la que se fiaba mucho. Según ésta biografía el Duque la hacía caso en todo especialmente en la ayuda a los pobres y jamás accedió a los deseos de su esposa de que la santa fuese a verla porque había prometido no pisar nunca un palacio por su voto de pobreza y castidad. Las esposas de los sucesivos duques iban a pedirle consejo a la Iglesia de la Compañía, donde recibía a los notables.
Una historia singular
Ya desde niña era famosa en Andalucía por sus capacidades fuera de lo común. Cuando tenía ocho años el Duque reclamó a su padre Melchor de los Reyes desde Almería hasta Marchena, para darle un puesto de escribano, justicia de la villa de Paradas y capitán del regimiento, para pasar diez años después a Mairena, Zahara y otras villas del estado Ducal de Arcos.
Se instaló en Paradas por ser una villa pequeña y retirada de la corte ducal de Marchena, ya que por voluntad propia la niña buscaba retiro y soledad. Junto a su madre María de Peralta, -dedicada a auxiliar a los pobres- criaron a otros dos hijos, Constancio de los Reyes, fraile franciscano y Andrés Peralta Buzón, experto en leyes que también sirvió a los Duques.
Rosa María Alabrús en su obra «Visiones y sueños de las monjas del barroco español» dice que Damiana de las Llagas reprochó a la monarquía de FelipeIV una derrota naval por levantar la prohibición de comer carne en la Cuaresma en atención a la peste. La religiosa consideró que se había producido el castigo divino por atentar contra la sagrada prohibición cuaresmal.