Fue fotógrafo de Paradas (Sevilla) tras ser oficial de Inteligencia y Propaganda de las SS en la Segunda Guerra Mundial y haber ejercido como diplomático alemán en Sevilla en los años treinta, se llamó Eugen Gottmann y su biografía ha sido escrita por el hijo y el nieto del fotógrafo de Paradas que fue su discípulo y al que legó su equipo, José Ramón Hurtado informa EFE.
Los fotógrafos Luis y Jesús Hurtado, vecinos de Marchena (Sevilla), han publicado la biografía del que fue maestro de su, respectivamente, padre y abuelo, José Ramón Hurtado, a quien Eugen Gottmann, en su lecho de muerte en el asilo religioso de Paradas, donde pobre y solitario acabó sus días en 1960, legó su equipo fotográfico, que aún conserva la familia Hurtado.
Ese equipo fotográfico alemán, el más avanzado que había en Sevilla antes de la guerra, le permitió Eugen Gottmann, nacido en Alemania en 1885, abrir un estudio fotográfico en pleno centro de la ciudad y hacerse con una selecta clientela gracias a la calidad de sus retratos, lo que también le valió ser incluido en la «Historia General de la fotografía de Sevilla», del erudito Miguel Ángel Yáñez Polo.
Gottmann compatibilizó la actividad de su estudio fotográfico en Sevilla, en el que al decir de Yáñez Polo efectuaba unos retratos artísticos con ciertos tintes psicológicos, muy superiores a lo que se hacía entonces en la ciudad, con los cursos de fotogrametría que impartía a militares en la sevillana base aérea de Tablada.
CELEBRACIÓN DEL ASCENSO DE HITLER
«E. Gottmann, fotógrafo y agente secreto del Führer» es el título de la biografía que, publicada en una «Edición Limitada» por una empresa del sector naval, reúne un álbum de fotografías tomadas por Gottmann en Paradas durante la posguerra, fotografías de su equipo fotográfico, retratos del propio Gottmann ya en sus últimos años y otras curiosidades como una foto tomada en 1956 por el alemán de uno de los autores de este libro, Luis Hurtado, que lo muestra en una pequeña bañera para bebés.
Tal vez la fotografía más curiosa de las incluidas en esta biografía sea la que, con una gran bandera nazi de la esvástica como telón de fondo, muestra al nutrido grupo de personas que con aire festivo, en diciembre de 1933, celebraron en un palacete de Sevilla la toma de posesión de Adolf Hitler como canciller de Alemania.
En esa foto, rodeado por docenas de miembros de la sociedad sevillana y de alemanes establecidos en la ciudad, Gottman está en primera línea, sentado en el suelo con traje de etiqueta y con sus característicos lentes redondos.
Esa foto pertenece a la primera época de Gottmann en Sevilla, adonde llegó en 1929 como diplomático para entablar relaciones con las repúblicas americanas que participaron en la Exposición Iberoamericana de 1929 y para impartir clases en el aeródromo de Tablada de una de sus especialidades, la fotografía aérea.
ESTUDIO FOTOGRÁFICO «GERMANIA»
En ese primer periodo en Sevilla, el fotógrafo también abrió un estudio en la calle Monardes, junto a la de las Sierpes, que se llamó «Alemania» en un primer momento y «Germania» después y donde se hizo una fiel clientela entre la burguesía y la aristocracia sevillanas, por la calidad de sus copias y por el aire artístico que imprimía a sus retratos.
Gottmann cerró aquel estudio en plena Guerra Civil española, en 1938, para regresar a su país y, según sus biógrafos, incorporarse como oficial de alto rango a una unidad de las SS que intervino en numerosos países europeos en labores de Inteligencia y Propaganda.
En la guerra perdió a sus dos hijos, a uno combatiendo en el frente ruso de Stalingrado y al otro en Canadá, donde fue fusilado tras juicio sumario, acusado de espionaje en favor de la Alemania nazi.
Esa circunstancia colaboró en su desánimo junto con la derrota de Hitler y con que su esposa, Maria Paulina Wambach, murió nada más regresar a Sevilla en 1945, afectada por la epidemia de tifus.
DORMITORIO CONVERTIDO EN LABORATORIO
Al llegar a Sevilla huyendo de las consecuencias de la derrota, Gottmann, ya viudo, decidió abandonar la capital y establecerse en un pequeño pueblo de campiña sevillana más o menos incomunicado, Paradas, donde los quince años que le quedaban de vida los pasó en una habitación de una pensión local, en un dormitorio que utilizaba también como laboratorio fotográfico.
Durante esos años era habitual verlo caminar por caminos y carreteras de la comarca para llegar a los pueblos en los que le surgían encargos de retratos y nunca, ni a sus amigos o colaboradores más allegados, contó nada de su participación en la guerra, si bien mantuvo contacto con otros nazis refugiados en la comarca como el célebre belga Leon Degrelle, que se estableció en Constantina (Sevilla).
Murió en la más absoluta pobreza y sus restos reposan en el panteón familiar del cronista de Paradas, Florencio Vera, quien quiso acogerlos allí cuando supo que su humilde tumba sería desalojada para que formara parte del osario común.
Florencio Vera escribió una breve semblanza de Gottmann en 1985 en la que señalaba que «llevada una vida solitaria de mínimo contacto popular y con escasas amistades por no decir ninguna. Se comentaba que pudiera ser un nazi fugitivo y por ello poco comunicativo».