La falsificación en los museos es un fenómeno más común de lo que se podría pensar. Algunos expertos estiman que entre el 10% y el 40% de las obras en el mercado del arte podrían ser falsificaciones. La falsificación en los museos es un problema significativo que afecta tanto a instituciones como a coleccionistas. Se estima que entre el 20% y el 50% de las antigüedades en el mercado podrían ser falsificaciones, aunque determinar cifras exactas es complejo debido a la naturaleza clandestina de estas actividades.
Incluso, en casos extremos, se ha descubierto que hasta el 98% de las piezas en ciertas colecciones eran falsas, como ocurrió en 2001 con el Museo de Oro de Lima.
Los períodos más afectados por las falsificaciones suelen ser aquellos de gran demanda y alto valor en el mercado del arte, como el arte precolombino, donde se estima que el 90% de las piezas a la venta en España son falsas. Los períodos más afectados por las falsificaciones suelen ser las épocas clásicas, como la Grecia y Roma antiguas, debido a la alta demanda y al valor histórico y artístico de sus piezas.
La inclusión de falsificaciones en sus colecciones puede dañar su reputación y credibilidad, además de implicar pérdidas financieras y recursos invertidos en la adquisición y conservación de piezas fraudulentas. Las falsificaciones pueden devaluar las obras auténticas y afectar los derechos de propiedad intelectual, perjudicando tanto a los creadores como a sus descendientes.
Además, el arte medieval español ha sido objeto de numerosas falsificaciones que han llegado a invadir museos y galerías.
Los expertos detectan falsificaciones mediante una combinación de análisis estilísticos y científicos. Observan detalles como la pátina del metal, técnicas de fabricación y el desgaste natural esperado en piezas auténticas. Además, emplean tecnologías avanzadas como la tomografía computarizada y análisis metalográficos para examinar la estructura interna y la composición del material. Por ejemplo, en el caso del «Maestro Español», se descubrió que utilizaba bronce antiguo, posiblemente fundiendo monedas romanas, para crear sus falsificaciones, lo que complicaba su detección.
Entre los casos más escandalosos de falsificación se encuentran el caso de Han van Meegeren: Este artista holandés falsificó obras de Vermeer, engañando al mundo del arte durante años. La «Amarna Princess»: Una supuesta escultura egipcia que fue vendida al Museo de Bolton por £440,000 en 2003, resultó ser una falsificación realizada por Shaun Greenhalgh. Los falsos «bronces ibéricos» del Museo de Ávila: Piezas que estuvieron en exhibición hasta que se determinó su falsedad.
Algunos marchantes, galeristas o subastadores, conscientes de la falsedad de las obras, las comercializan para obtener beneficios económicos. Estos intermediarios aprovechan la falta de regulación y la opacidad en el mercado del arte para lucrarse.
El enigmático «Maestro Español» ha desconcertado al mundo del arte durante más de tres décadas, infiltrando el mercado con falsificaciones de esculturas de bronce que emulan piezas de la antigua Roma y Grecia. Sus obras, principalmente bustos de dioses y emperadores, han engañado a coleccionistas y museos de renombre, pasando por auténticas y ocupando lugares destacados en prestigiosas colecciones.
El arqueólogo alemán Stefan Lehmann, de la Universidad de Halle, ha liderado investigaciones para desenmascarar estas falsificaciones. Hasta la fecha, ha identificado al menos 40 piezas falsas atribuidas al «Maestro Español» en el mercado del arte, aunque se sospecha que esta cifra representa solo una fracción del total.
El «Maestro Español» emplea técnicas sofisticadas para crear sus falsificaciones. Utiliza fragmentos auténticos de bronce de la época romana, como monedas y objetos menores, que funde y moldea para elaborar nuevas esculturas. Este método le permite replicar la composición química y la pátina de las piezas originales, dificultando su detección.
Sin embargo, análisis científicos avanzados han sido clave para identificar estas falsificaciones. Estudios de termoluminiscencia y espectrometría de masas han revelado inconsistencias en la antigüedad de los materiales y en las técnicas de fabricación. Además, exámenes estilísticos detallados han detectado anacronismos y detalles que no corresponden con las prácticas artísticas de la época supuestamente representada.
Un caso emblemático es el de un busto de bronce del emperador Augusto, adquirido por un coleccionista suizo en Nueva York por cientos de miles de dólares. Tras su análisis, se determinó que la pieza era una falsificación del «Maestro Español».
Para detectar si una pieza es falsa, los expertos emplean diversas técnicas, como el análisis de materiales, estudios de procedencia y exámenes estilísticos. Por ejemplo, la identificación de pigmentos o materiales que no corresponden con la época supuesta de la obra puede ser un indicio de falsificación.
El perfil de los falsificadores varía, pero suelen ser individuos con un profundo conocimiento del arte y habilidades técnicas destacadas. Algunos buscan lucro, mientras que otros desean desafiar al sistema del arte. Un ejemplo es Francisco José García Lorca, conocido como el «Velázquez» falsificador, quien afirmó que sus falsificaciones de Goya o Picasso cuelgan en grandes museos.