El Belenismo: Un viaje a través de la Historia y su declaración como Bien de Interés Cultural
José Antonio Suárez López
El belenismo, más que una simple representación, es un testimonio de fe, tradición y arte. A medida que ha evolucionado, ha absorbido influencias de diferentes culturas y períodos históricos. Esta rica tapeztería de tradiciones culminó en la reciente declaración de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de inscribir el belenismo en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural. Una decisión que reconoce no solo su importancia histórica y cultural, sino también su relevancia en el tejido social de la comunidad andaluza.
El belenismo, una tradición arraigada que nos transporta a la escena del nacimiento de Jesucristo, tiene sus raíces en el Santuario de Greccio, Italia. Fue allí, en la fría Nochebuena de 1223, donde San Francisco de Asís recreó simbólicamente la natividad en una cueva cerca de la ermita. Utilizando un pesebre como altar, San Francisco celebró una misa que marcó el inicio de una tradición que se propagaría por todo el mundo.
Las iglesias italianas fueron las primeras en adoptar esta representación navideña en el siglo XIV, pero fue el rey Carlos VII de Nápoles, también conocido como Carlos III de España, quien trajo esta costumbre a España, popularizándola entre la aristocracia. Pronto, este arte se extendió, y el belenismo se consolidó como una de las tradiciones navideñas más emblemáticas.
Antes de la celebración de Greccio, existen muchos antecedentes de representación plástica del nacimiento de Jesús, tanto en las catacumbas romanas como en las iglesias y otros lugares relacionados con el culto religioso cristiano.
Los antropólogos e historiadores relacionan directamente las figuras del belén con diferentes objetos de culto de formas antropomórficas y animales, desde las Venus prehistóricas8 hasta las pequeñas esculturas griegas llamadas tanagras,9 pero muy especialmente por el culto romano a los dioses del hogar (lares) que se realizaba también mediante pequeñas esculturas con forma humana y que se custodiaban en el larario,
Madrid conserva algunos de los ejemplos más prestigiosos de belenes, como el Belén del Príncipe en el Salón de Alabarderos del Palacio Real, iniciado en 1735 por Carlos III. Estas piezas, con sus detalladas figuras napolitanas, reflejan la influencia italiana en la tradición belenista española.
No obstante, la diversidad en la representación de los belenes en España es vasta. Desde el monumental belén de Xátiva, con figuras de tamaño real y animales vivos, hasta el delicioso belén de chocolate en Rute, Córdoba, creado por Galleros Artesanos, la tradición ha tomado muchas formas y estilos.
En Andalucía, la producción artística alcanzó una notoria importancia en los siglos XVII y XVII, quedando constancia de la participación de grandes artistas coetáneos en proyectos belenísticos, entre los cuales destacan figuras como Luisa Roldán ‘La Roldana’, Pedro Duque Cornejo, Cristóbal Ramos y José Risueño, entre otros.
De las obras más destacadas de La Roldana cabe señalar ‘El reposo en la huida de Egipto’, perteneciente a la colección de la condesa de Ruiseñada. La acción de poner el Belén -o armar el Belén- forma parte de una tradición religiosa popular que tuvo su origen en la Europa Medieval y que consiste en construir una escenografía, formada por atrezzo y figuras bíblicas, que se arman y desmontan cada año, coincidiendo con la época de la Navidad y reproducen pasajes tradicionales del nacimiento de Jesús.
En la actualidad, la comunidad andaluza destaca por su producción artesanal belenística, donde destaca la actividad de los talleres de Jerez de la Frontera, el Puerto de Santa María, San Fernando y Medina Sidonia, en Cádiz, los de Granada capital, así como los talleres sevillanos de Lebrija, Los Palacios y Villafranca, y la capital. Y de los especializados en fabricación de complementos y accesorios y belenes cabe señalar los talleres de Montilla, Lucena y Córdoba capital, así como algunos de Sevilla y Granada.
El Museo de Belenes de Mollina, en Málaga, ha sido el lugar elegido para la firma de un convenio entre la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional y la Fundación Díaz Caballero. Este acuerdo tiene como objetivo principal la difusión, divulgación y conservación del arte belenista, mediante acciones que supongan una mejor consecución de los fines educativos, culturales y sociales, entre el alumnado escolarizado en Andalucía.
El Museo Internacional de Arte Belenista de Mollina incluye una representación de la Puerta de Marchena, uno de los simbolos perdidos de nuestra historia.
Levantada en Marchena en 1492 en homenaje al héroe de la Guerra de Granada, Rodrigo Ponce de León, mano derecha de los Reyes Católicos, uno de cuyos sobrinos, Juan fue descubridor de Florida, la intentó sacar de España piedra por piedra, un millonario americano William Randolph Hearst, que a través de su cadena de prensa amarilla magnificó y utilizó la explosión del Maine que dio origen a la guerra España-EEUU.
Desde fines del XIX la venta de obras de arte españolas para museos y coleccionistas extranjeros era fue un problema grave debido a la ausencia de leyes de protección del patrimonio histórico, hasta que la Ley de Excavaciones del Marqués de la Vega Inclán (1911), incluyó la “cláusula de tanteo”, que permitió al Estado español tener la última palabra sobre la venta de obras de arte a extranjeros.
El Museo de Belenes de Mollina muestra un centenar de belenes y dioramas, con más de 2.000 figuras, repartidos a lo largo de siete zonas expositivas, todo un referente como lugar de preservación del belenismo.
Situado en el Polígono Casería del Rey de Mollina (al que se accede por la salida 138 de la autovía A-92) este centro cultural está abierto todo el año y cuenta en sus instalaciones, complemento a la exposición de belenes y dioramas, con una zona exterior en la que el visitante puede ver almazaras de aceite, aperos de labores agrícolas y cómo eran algunas estancias de una casa popular andaluza, tan típica de la comarca de Antequera.
Más de 164.000 personas han pasado por el Museo Internacional de Arte Belenista de Mollina durante sus primeros cinco años de vida, tiempo en el que en parte se vio obligado a cerrar su puertas debido a la pandemia de la Covid-19.
En sus “Belenes del Mundo”, que cuenta entre sus obras con curiosos belenes como uno de Portugal hecho de terracota u otro, procedente de Sevilla, con donde las figuras están elaboradas con material informático reutilizado.
El museo ha renovado varios expositores con la introducción de nuevas obras, entre las que destaca ‘Al calor del hogar’, que representa el descanso de la Sagrada Familia, tras la visita de los Reyes Magos en Belén y que recrea una gran sinagoga, en la que se puede ver parte de interior, mirando por la cúpula; ‘Presentación de Jesús en el templo’, con un diorama dividido en tres secciones que recrea este pasaje evangélico; ‘La matanza en Navidad’, que muestra esta costumbre, en el momento en el que varios miembros de una familia van a despiezar un cerdo.
Cambios que también afectarán por completo a las doce escenas de la muestra temporal sobre la Pasión de Jesús, y que aún se puede ver hasta comienzos del próximo año.
El arte belenista no tiene por qué circunscribirse a la representación de todo tipo de Nacimientos, pesebres o escenas de la Sagrada Familia y la infancia de Jesús de Nazaret. También puede ser otra vía más la exposición de otros motivos religiosos o la recreación de diversos pasajes bíblicos.
Esta muestra cuenta una docena de dioramas elaborados en exclusiva para su exposición en este centro cultural.
Repasa algunos de los momentos más destacados por la tradición cristiana sobre los últimos días de la vida de Jesucristo, desde la llegada a Jerusalén días antes de la celebración de la Pascua hasta su Resurrección. Y lo hace de la mano de maestros belenistas de talla internacional como Angela Tripi, creadora de las figuras de la escena ‘Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén’, cuya escenografía está a cargo de la Asociación de Belenistas de Fuente Álamo (Murcia).
Esta autora italiana también es la responsable de las imágenes que se pueden ver en la ‘Santa Cena’, con escenografía de José Manuel Coto y Roque Gallego, y del ‘Lavatorio de pies’, cuyo diseño corresponde al grupo artístico belenista italiano ‘Stella Cometa’.
La exposición continúa con un diorama de la ‘Oración de Jesús en el huerto’, de José Luis Mayo y la Agrupació de Pessebristes de Tarragona; otro sobre el momento del ‘Prendimiento’, cuyas figuras son de Francisco Javier Guilloto y la escenografía de la Agrupació de Pessebristes de Sabadell; y las populares ‘Negaciones de San Pedro’, con imágenes de Montserrat Ribes y montaje de Purificación Rodríguez y Juan Pablo Montesinos.
Tampoco faltan en esta exposición pasajes que ya vemos habitualmente representados en los tronos de la Semana de Pasión andaluza, y que aquí se muestran a pequeña escala y más contextualizados.
Así, se cuenta con un diorama con ‘Jesús ante Pilato’, cuya escenografía corre a cargo de Manuel de la Jara y Gonzalo Carrillo; otro con un ‘Caído con la cruz a cuestas’, con montaje de Antonio Pigozzi y Nicolo Celegato y figuras de la familia Heide, también responsables de las imágenes de ‘Crucifixión’, cuya escena es de la Asociación de Belenistas de Elche. Las figuras del ‘Descendimiento’ son de José Luis Mayo y el diseño de Alicia Boyer, mientras que la ‘Resurrección’, que cierra la muestra, es obra por completo de José Ángel García.