La Feria de Marchena 2024, ya tiene cartel, una foto capturada por Juan Antonio Gallego, que muestra a Miguel Talaverón junto a las niñas de la asociación El Roete, quienes celebran el 30 aniversario de su formación. Este grupo ha dedicado décadas a investigar y resaltar la importancia de las Sevillanas Marcheneras, un baile que no solo es una expresión artística sino un vínculo directo con la historia y las costumbres por eos se interpretan cada año en el pregón de Feria de Marchena.
La asociación cultural El Roete de Marchena está celebrando su 30 aniversario en el año 2024. A lo largo de estas cinco décadas, El Roete ha trabajado incansablemente para investigar, preservar y promover las tradiciones culturales de Marchena, con un enfoque especial en las Sevillanas Marcheneras. Su labor ha sido fundamental para mantener vivas estas manifestaciones culturales y asegurar que las futuras generaciones puedan disfrutar y aprender de este rico patrimonio.
Un Vestuario con Historia
Aunque sus raíces se remontan a finales del siglo XVIII, el patrón básico del traje de flamenca no se establece claramente hasta finales del XIX y principios del XX. Durante estos años, el traje popular de maja o «guapa» y la Escuela Andaluza de Boleras influyeron significativamente en su desarrollo. La Feria de Abril de Sevilla, creada en 1847 como una feria de ganado, también jugó un papel crucial en su evolución hacia un evento festivo donde el traje de flamenca se popularizó.
La estética del cartel de Feria de Marchena 2024, es por tanto muy anterior a la estética del traje de flamenca que conocemos, viene de la investigación profunda que tiene sus raíces en el campo marchenero del siglo XVIII, añadiendo una capa de autenticidad y homenaje a los jornaleros que, después de la dura tarea de la recogida de la aceituna, celebraban con baile. Los trajes fueron investigados por los responsables de El Roete, en distintas fuentes etnográficas. Esta asociación ya hizo una expopsición sobre los trajes tradicionales marcheneros en distintos ámbitos y momentois, desde el trabajo en el campo, a la religión, a la fiesta, etc.
Y así se sabe por distintos documentos gráficos e históricos que en el XVIII los hombres y mujeres del campo lucían específicamente estos trajes. Los trajes que las mujeres lucen faldas amplias y pololos, y los hombres y mujeres llevan pañuelos en la cabeza y zapatillas de esparto, reflejando la ropa de labor de aquella época. Estos trajes y el propio baile no solo son una exhibición de gracia y técnica, sino también una celebración de la vida rural y los esfuerzos compartidos.
Los tejidos de la vestimenta son de algodón y la amplitud de las faldas y el uso de pololos en lugar de madroñeras en las mujeres, indican que hablamos de jornaleras, campesinas, personas asalariadas que tras meses de esfuerzo celebraban bailando el fin de la tarea agrícola de la recogida del fruto del olivar.
Ángeles Acedo, Directora de Proyectos de la Asociacion Cultural Andaluza El Roete destaca que
con toda probabilidad «las Sevillanas marcheneras proceden (como todas las demás sevillanas) de la Seguidilla Manchega, baile castellano con compás ternario que se baila en parejas, normalmente acompañado por guitarra, cante y percusión».
Durante el siglo XVIII, dado el afrancesamiento de la cultura en todos los niveles, «los profesores de baile sistematizaron las distintas variedades de seguidillas y a las bailadas en Sevilla les llamaron Sevillanas. La Escuela Bolera,o Escuela de Palillos, nace a partir de este fenómeno, que a modo de nácar, va cubriendo las posibles irregularidades o variaciones de las interpretaciones de nuestros bailes, pero en Sevilla, esta Escuela toma cariz propio en el siglo XIX, a partir de la familia Pericet (cuyo primer Ángel fue a Sevilla a estudiar con Amparo Álvarez La Campanera)».
Se diversifican y clasifican las sevillanas de modo que en los corrales de vecinos de toda la provincia «se siguen bailando las corraleras, en cambio en las escuelas de baile, con fines artísticos y escénicos, se estudia la Escuela Bolera, a la que pertenecen bailes como el Fandango Clásico, el Olé de la Curra, las Sevillanas Clásicas y Boleras y las Sevillanas Marcheneras».
Las Sevillanas Clásicas son siete, como las Olivareras; «las Clásicas se bailan con palillos, las Marcheneras también, son baile saltado, por tanto festivo y animado, y esto es así en ambos casos, la dificultad técnica es muy elevada tanto en unas como en otras. De hecho no están al alcance de cualquier aficionado, se requiere capacidad, estudio y determinación para logar una correcta interpretación, tanto para las Boleras como para las Marcheneras» destaca Angeles Acedo.
Ahora bien ¿qué atesoran las Sevillanas del Olivar? «Principalmente su origen rural y la referencia directa, a través de los movimientos agachados, a la recogida de la aceituna. Mientras que las Sevillanas Boleras incorporan movimientos e indumentaria preciosistas (rasos, madroños, corpiños,…) y mantienen un tinte escénico y urbano, no accesible para las clases trabajadoras, las Sevillanas Marcheneras se interpretan con ropa de labor: en hombres y en mujeres incorporan el pañuelo en la cabeza y las zapatillas de esparto» destaca Acedo.