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El Festival Romano renunió a decenas de recreadores de varios puntos del sur de España en el Castillo de la Mota

El pasado fin de semana caminar por el Castillo de la Mota, especialmente por el enclave conocido como las columnas romanas rincón, presidido por dos capiteles corintios de origen romano cuya procedencia aún se desconoce, se convirtió en el escenario perfecto para una experiencia inmersiva para revivir el pasado.

El festival arrancó con un espectacular desfile de moda romana, en el que se exhibieron vestimentas que recordaban la elegancia de la época. Desde una exposición de juegos romanos hasta una exhibición de panoplia militar y honderos, los asistentes pudieron descubrir cómo se equipaban los soldados romanos.

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 La cata de mulsum, un vino típico romano, permitió a los participantes sab las esclavas ornatrix reproducían las técnicas de embellecimiento de la época, añadieron detalles fascinantes a la jornada.

Por la tarde, las actividades familiares, como el entrenamiento gladiatorio infaorear la antigüedad, mientras que una charla sobre las farmacias romanas, las Pharmacopae, y un taller de maquillaje y peluquería romana, dondentil y la emocionante gincana, culminaron en un impresionante combate de gladiadores.

El broche de oro del día llegó con la presentación del libro «Gladiadores, bestias y condenados», de Alfonso Mañas, un reconocido historiador que compartió su investigación sobre los aspectos más fascinantes y brutales de la gladiatura romana. La charla, celebrada en la Casa Fábrica, fue un éxito entre estudiosos y curiosos.

Una idea de Fátima Sánchez, la impulsora del festival

Este evento no habría sido posible sin la visión y esfuerzo de Fátima Sánchez, una marchenera apasionada por la historia, que soñó con llevar a su pueblo un festival de recreación romana. Inspirada por eventos similares en lugares como Mérida. Fátima propuso la idea a la asociación de recreación histórica COLLEGIVM EMERITAE de la que forma parte y al Ayuntamiento de Marchena, quienes respondieron positivamente a su iniciativa.

«Siempre me pareció que Marchena era un enclave perfecto para celebrar algo así. Tenemos un entorno cargado de historia que merecía ser puesto en valor», comentó Sánchez. Gracias a su trabajo y al apoyo de instituciones y voluntarios, Marchena vivió un fin de semana que unió cultura, historia.

El evento reunió a voluntarios de la asociación COLLEGIVM EMERITENSE, expertos en recreación histórica, quienes se desplazaron desde lugares como Mérida, Linares y otros puntos para participar en esta propuesta cultural que ha dejado huella en el municipio.

Los participantes, entre ellos familias enteras, compartieron alojamientos en casas de vecinos marcheneros y en la hospedería del convento de Santa María, consolidando una atmósfera de cercanía y comunidad. «La asociación ya es como una gran familia», destacó Sánchez, quien agradeció el apoyo tanto de los locales como del Ayuntamiento de Marchena, que facilitó enormemente la organización.

Fátima Sánchez destacó destacó que la del recreador es una afición cara. Aparte de los desplazamientos de todas las personas que han venido de Mérida, la ropa militar es cara y la ropa de los gladiadores también, quienes además tienen que hacer ejercicio físico para estar en forma para desarrollar los ejercicios propios. 

Por su parte Fátima Sánchez destazó su papel como ornatrix, una peluquera romana y esclava, ya que también hubo una venta de esclavos. «Las ornatriix son las esclavas más preciadas para las dóminas porque eran las encargadas de encargarse de su belleza y peluquería». 

Domingo, 24 de noviembre: cultura y tradiciones romanas

El domingo comenzó con la actividad «El camino de la esclavitud»,ofreciendo a los participantes una lección viva de historia. Paralelamente, se llevó a cabo una actividad de astronomía romana, en la que las estrellas y los antiguos saberes celestes cobraron protagonismo.

La jornada también incluyó talleres únicos, como El Taller de Tula, dedicado a las técnicas textiles romanas, y una curiosa actividad de pesca, donde se mostró cómo los antiguos obtenían alimento de los ríos. Pero fue la recreación de una venta de esclavos y una puja lo que capturó la atención del público, transportándolos a un aspecto fundamental de la economía y sociedad romana.

El festival concluyó con un acto de despedida que selló dos días de inmersión histórica. Sin embargo, más allá de las actividades, el verdadero protagonista fue el propio entorno del Castillo de la Mota y sus misteriosas columnas romanas.

Ubicadas en el patio delantiguo Palacio Ducal las columnas corintias han sido testigos de siglos de historia. Su origen exacto sigue siendo un enigma: no se sabe qué edificio romano sostuvieron ni cómo llegaron a este punto de Marchena. 

El legado romano en Marchena

La celebración del festival cobra especial relevancia al considerar el legado romano de Marchena. Aunque la información sobre el urbanismo romano de la ciudad es limitada, se han encontrado numerosos yacimientos arqueológicos de esa época en la zona, como el del Arroyo del Lavadero.

Se barajan varios nombres para su asentamiento romano: Castra Gemina, Cilpe y Colonia Marcia. Además, la presencia de dos capiteles corintios de origen romano en el Castillo de la Mota, cuya procedencia exacta se desconoce, añade interés al pasado histórico de la localidad.

 Marco Cornelio Fausto primer  personaje documentado de la Marchena romana, era a la vez munícipe, es decir lo que hoy llamaríamos gobernante local y augur, es decir  sacerdote encargado de los augurios. En la cima del poder romano, bajo el imperio de Augusto, los augures romanos ejercieron un papel que trascendió el mero ritual, convirtiéndose en pilares esenciales de la vida pública y religiosa.

Los augures actuaban como consejeros y expertos en el ámbito del culto público, contribuyendo al cuidado del correcto cumplimiento de las actividades rituales. En la Bética, esto significaba interpretar la voluntad de los dioses en un contexto que mezclaba las tradiciones romanas con las particularidades locales​.

Los sacerdotes como él eran seleccionados entre las élites y llevaban a cabo funciones que iban más allá de lo espiritual, interviniendo en decisiones políticas y sociales a través de sus interpretaciones y consejos​.

El tiempo en Roma: el calendario romano explicado en Marchena

El pasado fin de semana, el II Festival Romano de Marchena no solo recreó la vida cotidiana de la antigua Roma, sino que también ofreció un fascinante taller sobre el calendario romano a cargo de José Guijarro Calero. Este experto desveló cómo los romanos organizaban el tiempo y cómo su sistema influyó en nuestra concepción actual de los días, las semanas y los meses.

El taller, titulado «El tiempo del calendario romano», explicó las particularidades del parapegma, un tipo de calendario que, según Guijarro, era «el paradigma del Lacio» por su estructura característica. Los romanos dividían su semana en ciclos de ocho días llamados nundinae, durante los cuales se organizaban mercados en distintas ciudades, como Roma, Capua y Casinum. A diferencia de nuestro calendario semanal de siete días, los romanos incluían el día inicial en la cuenta, creando un ciclo de nueve días inclusivos.

La importancia de los días «fastos» y «nefastos»

Un aspecto fundamental del calendario romano era la clasificación de los días como fastos o nefastos, lo que determinaba las actividades permitidas según la voluntad de los dioses. En los días fastos, se podían realizar transacciones comerciales, juicios y asambleas políticas, mientras que los días nefastos estaban reservados para el culto y otras ceremonias religiosas. Los augures, sacerdotes especializados, consultaban los signos divinos para determinar el carácter de cada día.

En la antigua Roma los días de la semana estaban dedicados a los planetas y sus respectivas deidades Saturno el sábado Sol el domingo Luna el lunes Marte el martes Mercurio el miércoles Júpiter el jueves y Venus el viernes este sistema influyó en los nombres actuales de los días además los romanos utilizaban inicialmente un ciclo de ocho días llamado nundinae que marcaba los mercados locales pero más tarde adoptaron la semana de siete días con la reforma juliana.

En cuanto a los meses el calendario romano original tenía diez meses comenzando en marzo y terminando en diciembre posteriormente se añadieron enero y febrero para completar el ciclo anual los meses tenían tres fechas clave las Calendas el primer día las Nonas entre el quinto y el séptimo día y los Idus que caían el día 13 o 15 meses como Quintilis y Sextilis fueron renombrados en honor a Julio César y el emperador Augusto respectivamente este sistema sentó las bases del calendario moderno que seguimos utilizando hoy.