El fraile Diego de Marchena se destacó como una figura notable y polémica entre los conversos en Guadalupe a finales del siglo XV. Como un activo defensor de las prácticas judaizantes, Marchena desafió las normas religiosas de su tiempo e inspiró tanto admiración como desprecio. Su legado revela la complejidad de las identidades religiosas durante la Inquisición y el papel fundamental de los conversos en la región.
Las Prácticas Judaizantes
Muchos conversos lucharon por mantener sus tradiciones judías, observando el sábado y otras costumbres. Algunas mujeres limpiaban sus casas los viernes por la tarde en preparación para el sábado, encendiendo lámparas de aceite para las 24 horas siguientes. Esto despertaba sospechas entre los inquisidores y los sirvientes, ya que era una señal clara de prácticas no cristianas.
Ana Sánchez, hija de Isabel Sánchez, relató que Mari Sánchez y sus hijas dejaban de trabajar cada viernes y se dedicaban a descansar toda la tarde y el sábado. Las oraciones también se realizaban en secreto, y las mujeres optaban por preparar la comida antes del sábado para evitar trabajar.
Fray Diego de Marchena: Una Figura Controvertida
Fray Diego de Marchena fue un fraile que defendió las prácticas judaizantes durante sus más de 20 años en Guadalupe. Sirvió como confesor y cantor en el monasterio, una posición prestigiosa que le otorgó cierta influencia. Sin embargo, su actitud crítica hacia la Iglesia le ganó enemigos, incluyendo otros frailes que testificaron en su contra.
Uno de los aspectos más fascinantes de Marchena fue su capacidad para desafiar a sus compañeros, llegando incluso a afirmar que la Virgen María tuvo otros hijos y que judíos y musulmanes podían alcanzar la salvación dentro de sus propias creencias. También alentaba abiertamente el consumo de carne durante los días de ayuno cristiano y mantenía contacto con rabinos itinerantes que aconsejaban a la comunidad conversa sobre cómo observar la ley judía.
El Legado de Marchena
Finalmente, fray Diego de Marchena fue quemado en la hoguera en 1485, pero su legado perdura como un recordatorio de la resistencia y valentía de los conversos que intentaron mantener su fe en medio de la persecución. La historia de Marchena y otros conversos muestra la tenacidad de las creencias judaizantes, incluso bajo la presión de la Inquisición y sus rígidas normas religiosas.