En 1928, Virginia Woolf brindó al mundo literario su obra «Orlando: una biografía», donde desafía las percepciones convencionales sobre género y sexualidad. La historia, que abarca cinco siglos, sigue a Orlando, un aristócrata que un día despierta en un cuerpo femenino, brindando así un reflejo de los desafíos que enfrenta una mujer en la sociedad victoriana.
Woolf se inspiró en Victoria Mary Sackville-West, conocida como Vita, para dar vida a Orlando. Las dos mujeres compartieron una relación íntima, y se sugiere que «Orlando» es una extensa carta de amor para Vita. De hecho, el hijo de Sackville-West llegó a describir el libro como «la carta de amor más extensa y fascinante de la literatura».
A lo largo de la obra, Woolf juega con la línea entre la fantasía y la realidad, planteando cuestionamientos sobre la identidad de género y el papel de la mujer en la historia. Buscando un equilibrio entre lo verídico y lo imaginario, la autora toca el delicado tema del amor por el mismo sexo, un tema aún controvertido para muchos durante su época.
Woolf utiliza el cambio de género de Orlando para ilustrar los patrones de opresión y desigualdad que han enfrentado las mujeres, especialmente aquellas en el mundo artístico. Con el cambio de Orlando a una identidad femenina, el personaje experimenta de primera mano las limitaciones y expectativas que la sociedad impone a las mujeres.
La novela recoge ecos de antiguas transformaciones míticas, como las narradas por Ovidio en «Las metamorfosis», y se suma a otras obras literarias que exploran la transmutación y reencarnación.
Finalmente, «Orlando» desafía las categorizaciones y el estricto orden cronológico, invitando al lector a sumergirse en su rica tapezaña literaria y reflexionar sobre las construcciones sociales del género. Aunque el entendimiento más profundo de la obra puede ser atribuido a Woolf y Vita, la esencia de «Orlando» sigue siendo un testimonio universal de la libertad y la emoción humanas.