El mayete o mayeto, símbolo de resistencia y adaptacion, de un entendimiento profundo de la naturaleza, y de un legado transmitido de padres a hijos define a la perfección la una filosofia de vida ya perdida de muchos pueblos andaluces: lo que con mucho trabajo se adquiere, más se ama.
Con los siglos, la cultura urbana se volvió predominante, y las formas de vida rurales y los oficios, costumbres y las palabras asociadas a la vida del mayete quedaron obsoletos asociados a conductas peyorativas, cuando no directamente olvidados. Las chozas tradicionales desaparecieron y con ella una rica fuente de tradición y cultura.
Conocido en otras zonas de Andalucía como pelentrines, pegujaleros o muleros -términos que en cada comarca adquiere matices distintos- en Sevilla y Cádiz el mayete describe la forma de vida rural y agricola de Rota, Chipiona, Sanlucar, Jerez y Arcos, Lebrija y Trebuejna.
En toda la campiña sevillana, en especial Osuna, Marchena, Fuentes de Andalucia, Paradas Arahal, no hay palabra que defina mejor al hombre de campo que mayete, que era la mayoría de la población. En Osuna encontramos la palabra mayeta con el mismo significado, sin que tenga ninguna connotación femenina.
En Sevilla el Mayete o Mayeta es el pequeño propietario, que tiene las tierras suficientes para poder sacar adelante a su familia pero no es un gran propietario lo que le impide heredar. Cuando los hijos del mayete heredaban de su padre las tierras, habia que repartirlas y eso les impedía que fueran rentables por lo que debían buscar otro oficio complementario.
La plabra Mayete, da nombre en Marchena a una calle en el Poligino San Rafael, cercano a una antigua zonas de huertas además de la Hermandad de los Mayetes que es como el vulgo llama a la cofradía del Cristo de San Pedro que absorvió en el siglo XVIII a la del gremio de los hortelanos que fundamentalmente trabajaban antaño en Las Arenas y en el ruedo de la villa.
SUELOS ARENOSOS
El mayete, que vive de su entorno natural, tiene una gran dependencia del agua para su sustento. Un indicios de lluvia sirve para saber si tendrá garbanzos en enero, trigales en marzo y siega en agosto. La lluvia borraba del horizonte el hambre todo el año. Por eso en Marchena encontramos a los mayetes asociados con la zona de las Arenas y también en otras.
En Las Arenas, un manto de arenas sobre roca permite la infiltración directa de agua de lluvia que llena sus depósitos subterráneos, cuyo diseño geológico facilita su capacidad para retener agua. Las arenas y areniscas del Saheliense, junto con otros materiales, actúan como esponjas naturales, manteniendo el agua durante largos periodos. El agua en Las Arenas está a menos de 10 metros, lo que facilita su acceso e incluso en tiempos de sequia el acuífero que discurre por Las Arenas permite caudales medios, de entre 5 y 30 l/s. Estas aguas afloran en el núcleo urbano de Marchena, aflorando en los pozos de las casas y saliendo los manantiales de la Plaza Vieja antiguo baño de los caballos.
LOS NAVAZOS DE CÁDIZ
Una mayor rentabilidad fomentó el uso agrícola de los arenales o»navazos» sedimentarios creados con la retirada de las aguas marinas o fluviales, siglos atrás.
Los Navzos del árabe nevaa o nevat, eran huertos en los arenales inmediatos a las playas, arroyos o zonas fluviales, como en Rota que se creaban para impedir el avance de las dunas y para sembrar hortalizas cuyos navazos dieron origen a la mayeteria, Chipiona cuyos antiguos navazos han sido sustituidos por invernaderos de flores, Sanlúcar de Barrameda y Jerez de la Frontera que destacan por su viñas sobre navazos y Arcos de la Frontera donde las huertas estaban y están junto al arroyo y finca Los Navazos.
Junto a la huerta se plantaban frutales para mitigar los vientos y la finca se rodeaba de setos de pitas y chumberas que evitaba la entrada de personas y animales. En el centro se construía la choza con muros de ladrillo y techo de pasto seco, cosido a partir de una viga o palo cumbrero. Se acompañaba de gallinas, cerdos y mulos que ayudaban en las labores del campo y facilitaban el trasnsporte.
Se cree que la palabra «mayeto», proviene de los frutos tempraneros que obtenían estos agricultores en sus pequeños trozos de tierra, que acudían a Cádiz y a Jerez, cargados con sus hortalizas y frutos en mayo, por ello eran conocidos como los mayetos.
La mayetería sanluqueña
La Mayetería es una ancestral forma de cultivo de los pueblos gaditanos de Jerez, Sanlucar, Chipiona y especialmente Rota.
Aunque la mayetería gaditana produce todo tipo de hortalizas, una de las que más demanda tuvo en el pasado fue la vid, pero las plagas lo diezmaron. en el XIX. Hubo un repunte en los años ochenta, cuando había en Sanlúcar cien bodegas de pequeños mayetos que fermentaban y vendían sus propios mostos.
Estos vinos de mayetería desaparecieron en las décadas de 1980, que tras una labor de investigación y puesta en valor, han resurgido ahora bajo la marca marca «Corta y Raspa» de la agrupación Mayetería Sanluqueña, agrupación de jóvenes viticultores locales mayetos que producen vinos de alta calidad con uva palomino, que es típica de la zona.
Forman parte de este proyecto Antonio Bernal, cuarta generación de mayetos Roteños, viene del pago de Maína con su marca Viña La Charanga, La Atalaya 2016 de José Manuel Harana del pago de la Atalaya, Rafael J. Rodríguez con la marca Las Cuarenta.
En Conil y Chiclana la mayeteria es actualmente la principal fuente de productos hortofrutícolas de la provincia de Cádiz producen más de 60 productos de calidad que salen de propiedades de no mas de una hectárea. La huerta en Conil documentada desde el siglo XVI basada en la mayeteria ocupaba un 40% del término en 1972 y se expandió gracias a la creación en 1963 de la Cooperativ las Virtudes, con 500 socios la gran mayoría de Conil, aunque también de otros pueblos de la comarca como Vejer, Barbate o Chiclana.
En Chiclana, además de los productos hortofrutícolas comunes, destaca el cultivo de la vid, tanto para la producción local como para los vinos del marco de Jerez.
El Centro de Recuperación de la Mayetería de Rota
Rota presume de su museo de la mayetería donde se pone en valor la forma de vida tradicional de los mayetos,Y distingue entre mayetes y pelentrines, el segundo tiene más cantidad de tierras. En Rota la huerta es DE regadío, pero la mayetería es minifundio y menos agua». El mayeto no riega a manta o acequia sino con agua de pozo.
El museo de la mayetería muestra los aperos y las chozas cubiertas de juncos del Guadalquivir y pasto donde vivían los mayetos con su familia y ganado. Una forma de vida única y distinta, que conecta con los mayetes de Marchena, municipio con el que Rota comparte raíces. Las cartas puebla como la de Chipiona dada en 1477 por el Señor de Marchena, Rodrigo Ponce de León para repoblar y dar vida a los campos, repartír tierras a colonos, entre ellos vecinos de Marchena y establecer cargos municipales que debían responder ante la Audiencia ducal de Marchena.
«Se riega con un garabato, una caña con una jarra en la punta» explica el cronista de Rota, José Antonio Martínez. Todavía quedan mayetos en Rota pero como actividad secundaria. «En Espantaperros estaban la huerta del agua y los pozos que surtían a la población» de Rota a través de norias «era una zona de más regadío que la mayetería» y llevaba el agua al pueblo. Hoy es la base naval.
«En Marchena el que nace mayete muere mayete» suele decirse. Este dicho se refiere a que no por prosperar y comprar más tierras, se pierde la condición de mayete, que va ligado a la forma de vida de sacrificio por la tierra. En Marchena la fanega son 6440 metros cuadrados.
Donde estaban los huertos de Rota hoy se levanta la base militar de Rota.
En las casas de mayetes había pan, cuando el pan valía más que el sueldo y no había pan en todas las casas. Muchas mujeres trabajaban en casa del mayete. Le pagaban con un vale «a maquila» es decir sin dinero, a cambio de pan que canjeaban en una panadería del pueblo. La maquila es la cantidad que cobraba el molinero al propietario del trigo por moler pan.