Un andaluz judío en el 2020 suena inusual. Pero su llegada al judaísmo se produjo como algo progresivo y natural. «Uno tiene el derecho a decidir su identidad, yo heredé un amor por la cultura judía, y eso me hizo estudiar y leer».
«Y eso me llevó a identificarme con la cultura judía culturalmente hasta que yo ví, que esto es lo que yo quería para mi vida. Descubrí mis raíces judías, y luego decidí quién quería ser yo» expresa Casas. Asegura que fue un proceso de recuperación de sus raíces como andaluz y español. «Finalmente decidí formar parte del pueblo judío».
Para él la cultura judía no entra en contradicción con la cultura andaluza. Al revés. «Para mí, mi judaísmo no se puede entender sin Andalucía. Parte de la raíz de Andalucía es el judaísmo sefardí. Para mí es una cosa natural. Yo soy muy andaluz, muy cordobés y muy judío» explica. En su familia no hay tradición judía y él fue el primero, y cuando tomó la decisión encontró el apoyo familiar.
Jaime o Haim Casas, «Rabí Haim» primer Rabino andaluz en Andalucía, en 500 años. «Haim significa vida y en la tradición judeo española se traduce como Vidal, es una palabra dual que significa las dos vidas, la espiritual y la terrenal» explica.
Hay judíos ateos y judíos creyentes; judíos israelíes y judíos de otras naciones. Existe el judaísmo sefardí, el askenazi, el mizrají y el falasha. El judaísmo reformista, el ultraortodoxo o el reconstruccionista. Porque el judaísmo no es solo una religión, ni un linaje, ni una nación… pero, entonces, ¿qué es?
La primera religión monoteísta organizada en torno al templo de Jerusalén, hecho que coincide con la redacción de la mayoría de los textos bíblicos. Coexistieron con egipcios, babilonios, fenicios o sumerios… y desaparecidos esos pueblos los judíos siguen existiendo.
Su cultura, lengua, leyes y religión han permanecido intactas incluso después de ser expulsados de su patria y dispersados por el mundo. Durante su exilio desarrollaron reglas especiales para vivir a través de obras rabínicas, como el Talmud, que les proporcionaron una brújula moral por la que vivir, sin importar dónde acabaran… Ni el Holocausto logró diezmar su fe.
Este libro profundiza en la evolución del judaísmo desde una perspectiva histórico-crítica, partiendo de una época antigua en la que ni siquiera existía esa categoría conceptual, pasando por las etapas en las que los judíos dejaron de ser un grupo étnico y un Estado territorial debido a la dispersión y el proselitismo, hasta la consolidación del judaísmo como una religión.