En el corazón de la provincia de Sevilla, en el yacimiento del Cerro de Montemolín en Marchena, se descubrió el vaso de los toros, que arroja luz sobre la enigmática cultura tartésica y su periodo orientalizante. Este tesoro arqueológico, datado entre los siglos VII y VI a.C., se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico de Sevilla y es un testimonio elocuente de la riqueza cultural de la zona.
Fundado en época Tartésica, (Bronce Final, 1200, AC, siglo XII-XII a. C.) el auge tiene lugar en el periodo orientalizante, siglo VII a. C. cuando recibe la llegada de colonos fenicios de oriente. Se despuebla la cabeza o zona más alta a finales del siglo III a. C aunque el poblamiento se desplaza a Vico que está justo al lado y luego se vuelve e repoblar en la II Guerra Púnica cuando fue escenario de las batallas entre Roma y Cartago siendo campamento cartaginés desde donde se emitió moneda. El yacimiento de Vico excavado de urgencia en 1985 forma parte del mismo asentamiento que Montemolín manteniendo población hasta el periodo romano republicano.
El Cerro de Montemolín y sus alrededores han sido el escenario de asentamientos desde la época tartésica, marcando el final de la Edad del Bronce (siglo IX a.C.). Durante el siglo VII a.C., este lugar recibió una intensa influencia orientalizante, reflejo de los contactos y las relaciones comerciales con otras civilizaciones del Mediterráneo. Aunque el yacimiento fue abandonado en la época ibérica hacia finales del siglo III a.C., los hallazgos en este sitio continúan revelando capítulos fascinantes de nuestro pasado.
Montemolín tuvo una acrópolis con la zona más sagrada en el punto más alto y una trama urbana que fue bajando hacia Vico y que fue testigo del nacimiento de las ciudades en el valle del Guadalquivir, justo cuando el contacto entre los colonos fenicios y las mujeres tartesias se hizo más intenso.
La Zona Arqueológica de Montemolín comprende terrenos de la finca homónima y de la Hacienda de Vico, evidenciando una rica estratificación histórica en sus dos zonas diferenciadas: una de llano y otra configurada por los cerros, entre los que destaca el cerro de Montemolín por su extensión y altura. La proximidad del río Corbones, afluente del Guadalquivir, subraya la importancia estratégica de este enclave en la antigüedad, situado en un triángulo crucial formado por Osuna, Marchena y Carmona.
Las prospecciones geofísicas han permitido reconstruir el paisaje en dos épocas. La primera y más antigua, siglo VI indicando un paisaje muy cambiado, con respecto a hoy. «Habia herbazales y zonas de mucho trasiego en las inmediaciones del poblado de personas y ganado propio de una ciudad pequeña. Había también zonas de humedales a modo de lagunas en una zona de cría de ganados, que justificaba el encontrarse tantos huesos y habia zonas de olivares o acebuchales» indica Eduardo Ferrer.
Además el estudio determina que el nacimiento del urbanismo en el bajo Guadalquivir es un fenómeno «importado de oriente». «La colonización fenicia actúa como detonante se fundan ciudades que antes no existían mediante pactos con los locales en Montemolín. No solo es un fenómeno urbanístico, también económico de intercambio entre colonos y locales» explicó Ferrer ·donde la mujer va a tener un papel bastante importante». Se usan las mismas técnicas constructivas y el mismo diseño de edificios de oriente en un periodo de cien años.
Aparecen entonces en Montemolin artesanos, orfebres, alfareros, albañiles que construyen a la manera fenicia, ganaderos, apareciendo la especialización económica sobre todo en los residentes en la zona más alta o acrópolis de Montemolín. Aparece la siderurgia y los hornos cerámicos, casas y murallas en adobe o tapial.
El Vaso de los Toros, hallado en este contexto arqueológico, es más que un objeto; es un símbolo de la conexión entre culturas y la trascendencia de Marchena en el tapestry histórico andaluz. Este vaso no solo demuestra la habilidad artística de los pueblos tartésicos sino que también sirve como un puente entre el pasado y el presente, ofreciendo una visión única de las tradiciones, creencias y la vida cotidiana de estas sociedades antiguas.
El Vaso de los Toros invita a reflexionar sobre la riqueza del patrimonio cultural de Andalucía y la necesidad de preservarlo. A medida que continuamos desentrañando los secretos del pasado, artefactos como este nos recuerdan la importancia de la arqueología en la comprensión de nuestra historia común. La historia de Marchena y su entorno, marcada por la presencia tartésica y las influencias recibidas a lo largo de los milenios, es un testimonio de la complejidad y la riqueza de las culturas que han habitado estas tierras.