Tristeza y Soledad en el cartel de Fernando Vaquero para el Consejo de Hermandades
José Antonio Suárez López
Este mediodía ha sido presentado en San Lorenzo el Cartel anunciador de la Semana Santa de 2020, obra del pintor y cartelista sevillano Fernando Vaquero Valero.
Fernando Valero firma un cartel único e irrepetible, que se centra en la intimidad del momento de la muerte de Cristo, subrayada por la luz azul, y expresa tristeza a través de este color y de un punto de cierta lejanía en donde queda subrayada la Soledad en la que quedó la Virgen ante el cuerpo muerto del Cristo Yacente que en Marchena quedó tallado por Jerónimo Hernández para la Hermandad de la Soledad.
Pocas veces antes se había representado lo que de verdad representa la Soledad de María. Y sin embargo el sentimiento de Soledad queda más patente que nunca en esta pintura a través de su color y composición.
Ante la pregunta de porqué no aparece la Virgen de la Soledad, el autor explica que la Virgen si está, aunque no como imagen, sino como sentimiento, el de la Soledad. «Lo está de un modo simbólico, está en el único color que he utilizado para pintar este cuadro: el azul ya que en la liturgia el color azul es el que simboliza la pureza, la virginidad y la Inmaculada Concepción de María».
«He prescindido de dulcificar la escena, he querido hablar del dolor, de la pasión y el dramatismo con el único objetivo de hacernos reflexionar sobre aquello que ocurrió en el Gólgota hace ahora más de 20 siglos».
« Quizás en este último evangelista es en el que que se basaron los grandes del arte para pintar sus famosos descendimientos .Rembrandt, Rubens o Caravaggio pintan este momento ya de noche. Yo también he querido hacerlo así en este vuestro cartel, la luna de Parascebe, esa primera luna de la primavera que marca la fecha de la Semana Santa de cada año ilumina la noche más dramática de la historia» explica el pintor.
El autor ha querido centrarse en la figura del Cristo «que a lo largo de su historia ha representado dos momentos fundamentales de la Pasión: el descendimiento y el traslado al sepulcro. Y de ahí surge la idea de esta escena, yo he querido representarlo justo en el momento intermedio de ambas escenas para poder hablar así de las dos a la vez· expresa Fernando Valero.
«Arimatea y Nicodemo se acercan al cuerpo para cogerlo e iniciar su Santo Entierro. Me he decidido por una vista poco común, la cenital, como si fuese Dios Padre quien contemplase el entierro de su Hijo. El pueblo de Marchena ilumina este momento como si del astro lunar se tratara» dice el pintor.
«La cruz ensangrentada en la que murió yace en el suelo, como yace él, ella también cumplió ya su cometido, esa cruz, tan importante en esta hermandad ya que preside, por si sola, el primero de los pasos de la cofradía en su Triunfo de la Santa Cruz, a los pies de la misma el símbolo del pelícano que preside la urna del Santo Entierro: el altruismo llevado hasta el sacrificio completo de sí mismo, símbolo de la muerte de Cristo. Junto a la cruz los tres clavos y el mazo».
También aparecen las tres Marías «con esa particular manera de entrelazar sus manos, he querido que aparezcan también al fondo en la penumbra».