El 8 de marzo de 1876 La Ilustración Española y Americana se hizo eco del caso de Francisco Ahumada y Fajardo un noble de Marchena que había nacido negro con rasgos etíopes, siendo su madre y su padre y sus hermanos blancos y rubios.
Sobre este caso los científicos de la época especularon y analizaron sus antecedentes y concluyeron que se debió a que la madre en el tiempo de la gestación estaba muy concentrada en un cuadro de los Reyes Magos que tenía en su cuarto. Don Francisco se casó con una mujer blanca y sus hijos salieron mulatos.
D. Francisco Ahumada y Fajardo, residente en Marchena (Sevilla), el cual, siendo hijo de padre y madre blancos, era negro atezado con cabello ensortijado, narices anchas y otras particularidades que se notan en los etíopes: y al contrario, dos hermanos suyos, D. Isidro y D. Antonio, eran muy blancos y de pelo rubio: se decía que la singularidad de D. Francisco había nacido de que la madre había fijado con vehemencia la imaginativa en una pintura de los Reyes Magos que tenía á la vista en su dormitorio.
En cartas eruditas y curiosas Benito Jerónimo Feijoo, 1774, daba a conocer el caso cien años antes para la comunidad científica, y decía a los malpensados que la mujer no pudo tener conocimiento carnal con algún negro etíope porque si así hubiera sido el hijo saldría mulato y no negro. Evidentemente todavía no conocían las leyes de Mendel ni la teoría evolutiva de Darwin.
Feijoó aclaraba que el caso se lo había dado a conocer Diego Leandro de Guzmán y Márquez abogado de presos de la Inquisición de Sevilla, del Real Consejo y comisario de la Inquisición en Arcos.
Feijoo elucubraba en este escrito sobre el influjo de la imaginación materna en el feto. Si del trato carnal entre un negro y un blanco salían hijos mulatos, estaba claro que no fue esa la cusa. «Sino la vehemente imaginación de la madre clavada al tiempo de la concepción en la pintura del Rey Mago negro que tenía presente». Menos mal que no se fijó en el dromedario.
Imagen: Pintura de la adoración de los Reyes Magos que se conserva en la Iglesia de San Juan, que fue propiedad del emperador de la China.