Quién era Gonzalo Fernández, el millonario que fundó el colegio de San Jerónimo
José Antonio Suárez López
El 22 de noviembre de 1609 el licenciado Gonzalo Fernández, clérigo presbítero de la iglesia de Marchena otorgaba su última voluntad nombrando heredero único de todos sus bienes al colegio que pretendía fundar, el de San Jerónimo, para contribuir a la enseñanza de los estudiantes pobres.
Además de terrateniente y clérigo era prestamista, con 140 escrituras de préstamo a vecinos de Marchena, por más de siete millones de maravedíes. No era hijo de noble por lo que pertenecía el Estado llano y su acceso al sacerdocio fue un ascenso social, impulsado por su padre, una persona con muchas propiedades y ejerciendo la profesión de Doctor en Medicina con estudios universitarios, algo muy bien visto en su época.
En su testamento estuvieron presente como albacea a su sobrino Francisco del Castillo así como el doctor Blas Rodríguez Duarte, asistente de Marchena, Juan Muñoz de Gálvez, rector del Colegio de la Compañía de Jesús y el escribano Francisco Suárez.
Ya había donado 4200 ducados junto suelo con su hermana Ana Suárez en 1601 al colegio de la Compañía de Jesús, para el sustento de las maestrías de latín y gramática. Además dono cien libros y 122 reales de limosna para la compra de libro del coro de convento de Santa Eulalia.
Era hijo de un doctor en medicina, -Pedro Sánchez-.de quien heredó el gran patrimonio acumulado a lo largo de su vida, formada por adquisición de bienes raíces, muebles, censos y rentas en Marchena, Arahal y en Morón que será la base de su herencia. También recibió los bienes de su hermana Ana Suárez al instituirlo como su heredero universal en el testamento que debe otorgar ante escribano público Diego Núñez.
El testamento incluye joyas, ropas, preseas, escritos de reconocimientos de deudas en su favor, -también era prestamista- bienes y fincas que producían aceite y vino. En el inventario se encontraron documentos de libranza de pagos con el Duque, con la Abadesa del convento de Santa Clara y se inventariaron también los libros que fueron de su propiedad como libro de cuentas, libros de censos que le pagaban los vecinos de Marchena.