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Isidoro Gordillo calero de Morón gana los premios nacionales de artesanos de la construcción

Isidoro Gordillo ha sido galardonado con el Premio Richard H. Driehaus de las Artes de la Construcción en la categoría de trabajos de cantería y albañilería,  galardones que se conceden en España a los más destacados maestros de los distintos oficios de la construcción tradicional, contribuyendo así a su preservación y continuación.
Vicente Casero Flores ga hanado en la categoría de trabajos de la madera, maestro carpintero especializado en la restauración y en la construcción de molinos de viento de La Mancha. Javier Goicoa Juango es Ganador del Premio en la categoría de acabados y otros trabajos de la construcción tradicional.  Es uno de los últimos maestros tablilleros que quedan en España. Aunque aprendió el oficio de construir cubiertas con tablillas de madera en su juventud,  ha sido en los últimos años cuando ha podido practicarlo con mayor asiduidad, desde que en el año 2019 se decidió restaurar la cubierta de la ermita de la Virgen de las Nieves, en la Selva de Irati,
Abel Portilla es Ganador del Premio en la categoría de trabajos del metal y del vidrio, Abel Portilla es un maestro fundidor de campanas de Gajano, en Cantabria. Dirige el taller Hermanos Portilla, una empresa familiar que cuenta con una larga tradición en la fundición de campanas y que se ha especializado en la construcción y en la restauración artesanal de campanas, carillones y relojería monumental.
Isidoro Gordillo es miembro de la quinta generación de una familia de maestros caleros originaria de Morón de la Frontera. Allí la tradición de la producción de cal se remonta hasta el año 1874, cuando sus antepasados instalaron los primeros hornos de cal en la región. Desde el año 2018, una vez jubilados su padre y su tío, Antonio y Francisco Gordillo Montaño, respectivamente, Isidoro dirige la empresa Gordillo’s Cal de Morón SLU.
Desde tiempo inmemorial, tanto la cal como el oficio de calero han sido las señas de identidad del municipio de Morón de la Frontera. Con antecedentes que se remontan hasta la época romana, la producción de cal ha sido una actividad importante y distintiva de la región, por tratarse de un material valorado tanto por sus propiedades como por su importancia histórica y cultural. Morón de la Frontera se ha destacado como un centro neurálgico para la producción de cal en la Península.
El material salido de sus hornos ha sido de esta manera ampliamente utilizado durante siglos tanto en la construcción de monumentos históricos y religiosos como en edificios civiles y viviendas.
La cal es uno de los conglomerantes más antiguos utilizados en la construcción. Este material, obtenido de la calcinación de piedra caliza con un alto contenido de carbonato cálcico, es biodegradable y transpirable, lo que lo convierte en un material ecológico que no requiere procesos de fabricación complejos ni emite sustancias químicas dañinas al medio ambiente.
A medida que avanza en su ciclo de producción la cal experimenta cambios en su composición química y en su estado físico, de manera que termina por adquirir con el tiempo una notable dureza y resistencia. En la actualidad, la cal producida por Isidoro Gordillo no sólo es empleada en el campo de la construcción, sino también en los de la agricultura, la alimentación, la minería, el tratamiento de aguas o la industria química. Además, es uno de los conglomerantes más demandados por los profesionales dedicados a la restauración de edificios históricos.
Si bien a día de hoy la producción de cal en Morón de la Frontera sigue siendo una actividad importante y existen varias empresas en la zona dedicadas a la extracción y a la producción de la misma, sólo Isidoro Gordillo mantiene en funcionamiento hornos de construcción tradicional –hasta tres– que permiten la obtención de cal mediante el uso de las mismas técnicas artesanales que han sido utilizadas desde la antigüedad.
Isidoro ha compaginado durante toda su vida la práctica profesional con la labor docente.
De esta manera, ha impartido cursos y talleres en la Escuela del IPCE (Instituto del Patrimonio Cultural de España), en Nájera; en el IAPH (Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico); en el Centro de formación Museo de la Cal de Morón; en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla; en distintos Colegios de Arquitectos, como los de Valencia, Sevilla, Cáceres, Vigo, o La Coruña; en la Sierra de Francia, para la Diputación de Salamanca; o en Toledo, para el Consorcio de dicha ciudad, entre muchos otros lugares.
En el año 2011 la producción de cal de Morón fue incluida en el Registro de Buenas Prácticas de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Esta declaración ha supuesto un gran impulso al uso de la cal en la Península y ha contribuido a que en la actualidad el uso de este material se encuentre en auge.