La obra «Diario de Confesiones a Mayo» de Jesús García Solano, escrita de 2004 a 2022 y recién publicada por Granada Costa es un diario en prosa poética que profundiza en la vida. Un mantra para meditar y explorar los contornos de las experiencias cotidianas y existenciales, entrelazando el ciclo de la vida. Este libro está dedicado a José Zapico Verdugo compañero de colegio y amigo de travesuras culturales.
Hay poetas espada, que cortan hasta el aliento, hay poetas dardo que clavan la palabra de forma certera, hay poetas sutiles como los jazmines en noche de primavera, y Jesús Solano, imposible clasificar, ni definir de ninguna manera porque se escapa a toda clasificación, como el agua, de las vasijas y cauces que la contienen.
Muta, cambia y se adapta sin perder su voz propia. En sus textos a veces hay luz y música y a veces una oscuridad parece que apagara las voces de sus palabras, para que deliberadamente no lleguemos a entenderlas.
Hay textos certeros o redondos, al que no le falta ni le sobra nada, y hay otros inesperados, como el dedicado al Covid 19 donde nada es lo que parece. Hay textos con tal densidad que parece que caen y otros que se esfuman como el viento. Ligereza y plomo todo en un mismo texto.
El texto que da título al libro «Confesiones a Mayo» parece contener el meollo: «Es posible que sea medio tonto, invitar a mis actos a quienes sin yo saberlo, me van criticando, haciendo mofas de mis poesías es posible que sea medio tonto por intentar vivir en paz conmigo con la gente que amo». Y es posible «querido mes de Mayo que nunca seré tonto en la vida porque para ser tonto del remate hay que perder lo que a uno le gusta».
«Envejecer en Mayo, como los trajes guardados en arcones, se decoran señalando el paso del tiempo y marca la hora de la despedida de donde pasan las hormigas y la bruma de la melaza de la muerte».
Mayo para la vida y la muerte que se desliza a través de poemas de gozosa hermosura. Sin embargo, a pesar de la sombra de la mortalidad, hay una celebración de la vida, y de la belleza en los detalles mundanos y una apreciación de las conexiones humanas que permea la obra. Sus palabras se sientan en un mullido diván psicoanalista, en un patio andaluz, lleno de luces y sombras de pasadas grandezas, a conversar amablemente como grandes señores de otras épocas que parecen no tener grandes dramas que contar y solo aspiran a pasar la tarde.
Mayo es el mes en que nació Solano y cumple años. «Mayo es un mes para perder la vida mirando cara al cielo». (Los vientos de mayo). No hay mayor contradicción que morir en Mayo, cuando todo resucita. Más humano esenvejecer en Mayo. Aguilar de la Frontera 3 de mayo de 1942.
«Cada Mayo es un descuento, en mi vida de escribano, en mis horas musicales y en mis retiros lejanos. La huella que me dejaste la estoy guardando, en un paño de color verde esperanza con unos flecos muy largos, como los trigos verdeando». «Decir mayo es Veracruz es publicar un retrato, oír música de ángeles, es caminar muy despacio y respirar con agrado».
Jesus Solano sigue siendo un niño de postguerra que juega a esconderse detrás de las palabras. Desde 1989, viene jugando con el pudor a desnudarse por completo en los poemas. Amaga con dejarse ver de vez en cuando entre los muros de versos y la exuberancia de su psique. Pero la palabra es dardo antes que nada, y todo gusta en su medida justa.
Aparte de jugar con las palabras como siempre hace Solano juega con los sonidos. «Un día robé dos rosas, quisiera que estas dos rosas que he robado, de un jardín sin que fuese el mes de Mayo, te contaran mis historias la voz del viento que silva».
La musicalidad está inherente en la prosa poética de Solano, donde las palabras cantan y la música brota, creando una experiencia rica para el lector. Versos frescos que invitan a hacerlos nuestros y terminarlos de otra forma. Los poemas se deslizan entre la luz y la oscuridad, entre la claridad y la ambigüedad, invitando a una exploración más profunda.
Tienen algunos textos aires flamencos en Desde la soledad de mi tiempo. «Tus amores de mayo me dan consuelo, aunque la lluvia venga y no ve a los cielos, porque tengo en tus ojos color de fuego, cuando me hablan de amores tus dos luceros».
El 9 de marzo de 2020 escribió a La Morera de la calle la Cilla que fue cortada luego, recordando inevitablemente a otro poeta, Javier Salvago, autor de «A Orillas del Bronce». «Saber que ha llegado para quedar conmigo y hacer de este camino lugar de itinerario, más no vengas de prisa porque siempre yo te aguardo, como un Mayo en la tierra, como el pastor al rebaño, como un bronce caliente antes de golpearlo, nada mejor encuentro por esta calle que ando».
Solano muestra una honestidad emocional y una vulnerabilidad en su escritura, lo que permite una conexión más profunda con el lector. Su estilo evoca reflexiones, sentimientos y una apreciación de la belleza en las cosas simples y naturales.
También dedica textos a su madre. «Vivo en la madre mía, en aquella cocina con olor a potaje de arroz y garbanzo. (…) Carmela se llamaba la que fue mi mando cada día en su brazo y otros meses de tantos, fue tan buena en la vida que aún sigo recordando, cada momento de ella sin lugar al descanso, sin que nadie dijera de lo bueno y lo malo, porque bien entendía sin haber estudiado. Se murió en la calle, tarde de Viernes Santo».
Se observan reflexiones sobre la vida, la muerte, el paso del tiempo, y la naturaleza humana. También, hace referencia a eventos contemporáneos como la pandemia del Covid-19, mostrando una conexión con los sucesos actuales.
No faltan las refleciones sobre la poesía, «Qué bonito es ser poeta, me dicen de vez en cuando, los que no saben de letras, ni le importa un coño, que tú estés del mundo preocupado. Ser poeta es estar siempre esperando el no sé qué del momento para luego contarlo sin que les haga daño a los que presumen de tanto. Se nace poeta, por la gracia de Dios y del Espíritu Santo y luego te dejan solo para que tú sigas tirando, que no siempre sale todo bien de lo que vas contando».
Solano también tiene una tendencia a personalizar sus textos, dedicando poemas a individuos específicos, lo que añade un toque personal y auténtico a su obra. Con los poemas de Solano uno nunca sabe de quién estarán hablando a lo mejor hablan de ti y tú no te estás enterando. Salvo aquellos que dedica y pone nombres y apellidos, como Cristina Piña Carmona por el amor que le pone a su trabajo (23 de abril de 2020), a Cristina Carmona Fernández, una guerrera del Covid o a Ana Castillo, por su amor compartido hacia el poeta Lorca a Alberto Bellido y Rosario Calvo, entre otros.
A Juan Manuel Reyes le escribe «para entender los caminos, cuando soplen los malos vientos, hay que pisar el suelo firme, para crear cimientos, y luego levantar en ellos una torre muy alta, con campanas de bronce desnuda, que suenan a bulerías y asentimientos morenos. Cuelga la plaza arriba al compás de los cuatro vientos que circulan por los cuatro arcos hasta llegar al centro, donde las candelas sustentan el frío invierto tormenta de cante gitano».
En resumen, «Diario de Confesiones a Mayo» es una obra rica y multifacética que invita a la reflexión, explorando la humanidad, la vida, el amor y la muerte, con mayo sirviendo como un prisma a través del cual se exploran estas temáticas. La obra de Solano es una invitación a explorar las profundidades de la experiencia humana, a apreciar la belleza en lo mundano, y a reflexionar sobre la intrincada danza de la vida y la muerte.