Jornada de Puertas Abiertas para visitar la Cilla de Osuna recién restaurada
José Antonio Suárez López
Las obras de restauración de la Cilla del Cabildo de Osuna han llegado recientemente a su fin después de más de un año de actuaciones. Para celebrar este acontecimiento y dar a conocer tanto a ursaonense como a foráneos el resultado de las mismas, la Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción ha organizado unas Jornadas de Puertas Abiertas a la Cilla para los días 16, 17 y 18 de diciembre, de once de la mañana a una de la tarde.
Las jornadas, a la que está previsto que acudan representantes eclesiales y de la corporación municipal de Osuna, se completan con una campaña de recogida de fondos “para sufragar los gastos de la obra y del material de equipamiento del edificio”. No en vano, como reconoce el párroco de la Asunción, Antonio Jesús R. Báez, no se han podido completar todas las obras contenidas en el proyecto, redactado por el arquitecto Miguel Ángel López, pero sí se han terminado aquellas más importantes que afectaban a la fachada, tejados, cimientos y estructuras.
Estos donativos pueden realizarte por Bizum, transferencia bancaria, con una cuota parroquial, través de la web donoamiiglesia o de forma presencial en el templo.
Finalmente, Báez ha asegurado que esta restauración es una “buena noticia para Osuna y su gran patrimonio artístico”, a la vez que ha agradecido el esfuerzo realizado por el Arzobispado de Sevilla y los fieles de la parroquia que han sufragado los gastos de las obras de este emblemático edificio.
Ejemplo del barroco andaluz
La antigua Cilla del Cabildo de la Catedral de Sevilla de Osuna, hoy convertida en salones parroquiales, se levanta en el año 1773 -según fecha que aparece en la propia fachada- con trazas que se deben al arquitecto Alonso Ruiz de Florindo.
Su fachada se levanta en dos cuerpos de altura, organizándose su composición a través de pilastras de orden gigante que se decoran mediante placas talladas con motivos geométricos. Entre estas pilastras se despliegan gruesos baquetones de piedra que, a modo de marco, envuelven de modo unitario a los dos balcones.
Centrada en la fachada se encuentra la portada, también en dos cuerpos de altura. El primer cuerpo queda configurado por un par de columnas corintias de fuste tallado que apoyan en pedestales de perfil curvo y que enmarcan el acceso al interior, envuelto por un bocetón. De forma similar, un bocetón delimita el segundo cuerpo, cuyo elemento central es el emblema de la Archidiócesis de Sevilla: la Giralda con las imágenes de las santas Justa y Rufina.
De esta fachada barroca destaca el uso audaz de las molduras de bocelón. Igualmente, llama la atención el giro en planta del pedestal de las columnas, lo que supone una novedad constructiva que evidencia la evolución artística de Florindo. Esa sutil modificación rompe el plano de fachada.
Pese a la novedad estructural, en general tiene un aire notablemente arcaizante. Se trata, por tanto, de un trabajo en el que lo peculiar es el abigarramiento ornamental y el exceso en los elementos utilizados.
El fuste de las columnas delata también la hibridez estilística del edificio, ya que, aunque el collarín que señala el tercio inferior está decorado con unos paños colgantes a modo de guirnalda clasicista, el resto de la decoración es caprichosa. Por su parte, las tornapuntas del ático son una evolución del aletón típico que se adhiere a los marcos de hornacinas.