La fiesta más ancestral tomó de nuevo las calles de Marchena
José Antonio Suárez López
La Fiesta más ancestral recorrió esta tarde las calles de Marchena gracias al pasacalles carnavalesco de las agrupaciones de Marchena, ACAM, Los Triana y Comparsa femenina que pivotan la fiesta callejera más alguna animación callejera incluyendo los famosos osos gaditanos que se hicieron populares tras la pasada cabalgata de Reyes mostrando que a pesar de la pandemia la fiesta tiene sus incondicionales y siempre puede ir a más.
Si echamos la vista atrás el carnaval es la fiesta más ancestral porque ya existía en la antigua Roma, pasó al medievo transformada y fue rescatada en varias épocas mezclándose y sobreviviendo hasta llegar a los años 20 más viva que nunca y resurgió con el nuevo milenio tras la desaparición temporal del franquismo.
Esta fiesta que tiene raíces irreverentes y críticas con el poder no puede sobrevivir mucho solamente con el oxígeno prestado de lo oficial, o el liderazgo forzado de dos o tres personas, sin la implicación del pueblo, que la haga crecer, para lo cual es fundamental la didáctica de divulgar qué es el carnaval y cuáles son las raíces de una fiesta ya documentada en Marchena en las ordenanzas de 1528 en su cap. 28 prohibiendo encender hogueras salvo en Carnestollendas -que significa en latín quitar la carne- siendo ésta la primera mención de la fiesta en nuestro municipio, pero que sin duda se celebraba desde mucho antes.
Más que querer implantar un modelo gaditano, resucitar nuestra fiesta de carnaval pasa por investigar y rescatar las letras antiguas y las tradiciones propias como la máscara tradicional de la Campiña, que sigue viva en Fuentes y existió también en Marchena. Aunque los disfraces modernos resultan más vistosos se debería premiar o cuando menos potenciar o adaptar estos otros modelos tan nuestros.
Y es que sin conocer y divulgar las raíces de una fiesta es imposible que arraigue, más de lo que ya está para así lograr la implicación ciudadana. Al pasacalles del carnaval le falta un revulsivo que la haga más participativa y masiva. Que podría ser reciclar varas carrozas de Reyes y adaptarlas con nuevos contenidos para así crear una cabalgata y pasacalles mucho más vistoso en carnaval sin apenas coste añadido.
La máscara primitiva mostraba el deseo de transformarse en otro ser, con uso sagrado ritual, que en Grecia tomó un cariz escénico dramático y que en la campiña sevillana es una ropa de cama que cubre la cabeza y permite jugar a adivinar la identidad del disfrazado con la frase -”Adiós que no me conoces”.
Luperco, -dios romano de la fertilidad dá nombre a Las Lupercalias festival romano que inicia la historia del Carnaval por las calles de Roma terminando en una carnavalada iniciando un periodo de purificación dando nombre al mes de febrero. (febraure, purificar) incluyendo una fiesta de candelas.
En el medievo las fiestas romanas eran aún populares, mientras que la liturgia cristiana era débil, por lo que la Iglesia superpone sus fiestas con las existentes, cristianizándolas. Encontramos actos carnavalescos dentro las iglesias, como la Fiesta de los Locos, para ser poco a poco diluidos en la fiesta de la Candelaria o fiesta de las candelas.
El 28 de diciembre se desarrolla cada año en Gilena la fiesta de los Tontos, una tradición ancestral recuperada traída por inmigrantes y precedente medieval del carnaval. Que llegó a través de colonias de genoveses instalados en el Marquesado de Estepa en el el XVI. Su intención era invertir el orden social y que por unas horas el pobre pudiera mandar al rico y viceversa.
El ciclo carnavalesco de fiestas invernales arrancaba el día de S. Nicolás (6 de Diciembre) con la elección del «obispillo’ cuya celebración en Ecija describe Julio Caro Baroja en su obra “Comparsas de locos y cofradías de Ánimas” : “En medio de una gran expectación se oye a lo lejos el tamboril y la gaita de los “locos”, y en esto aparece entre la masa de gente apretada el grupo de escopeteros de a pie y a caballo que custodian a aquellos y los anuncian.
También hay referencias escritas a la fiesta de los locos en los Villancicos impresos para la iglesia de San Juan de Marchena de 1712 describiendo en las letras la misma fiesta de locos.
El 28 de Diciembre, día de los Santos Inocentes, se elegía en la iglesia al obispo de los locos con el fin de pronunciar un discurso grotesco. Después acontecían una serie de excesos o desenfrenos. Los locos, salían por la calle provocando verbalmente a las damas que encontraban, abucheaban a los cornudos y paseaban públicamente al marido dominado montándolo en un asno al revés. La fiesta de Gilena conserva el mismo espíritu.
Pero el carnaval tradicional comienza el Jueves Lardero, que anuncia la llegada de la época de calor por eso antiguamente había que gastar la carne para que no se echara a perder. Y si encontramos grandes comidas al aire libre en Fuentes de Andalucia y en otros como Puente Genil se celebra la inminente llegada de la Cuaresma. Lardum significa tocino, grasa de cerdo.
Desde el XVI el pueblo en masa asistía al teatro para ver comedias de burlas, sainetes y mojigangas en carnaval en los Corrales de Comedias como los de Osuna y Marchena. Las compañías teatrales hacían su agosto en pleno febrero hasta el martes de carnaval cuando expiraban sus contratos.
Desde el XVI, los Duques de Arcos organizaron espectáculos teatrales y musicales en el Palacio Ducal de Marchena e incluso tuvieron su propia compañía de teatro.
Gaspar Lucas de Hidalgo en su obra «Diálogos de apacible entretenimiento» 1606- describe una mascarada que se hizo el martes de Carnestolendas en casa de un noble en 1600 incluyendo mojigangas.
Las mojigangas son primero populares y callejeras; después se desarrollaron como género teatral para los días de Carnaval. «¡Vaya, vaya de fiestas! Figuras salgan. Que no hay Carnestolendas sin mojiganga!» (Mojiganga de los motes. León Marchante». En otros lugares las mojigangas se confunden con los gigantes y cabezudos.
«Hoy comamos y bebamos, y cantemos y holguemos, que mañana ayunaremos» dice la Egloga de Antruejo escrita por Juan del Encina en 1496. «Égloga representada en la noche postrera de Carnal, que dizen de Antruejo o Carnestollendas.
También la casa de Osuna celebraba en sus palacios fiestas de carnaval llegando al máximo esplendor en la época de María Josefa Pimentel en sus palacios de la Puerta de la Vega y La Alameda (El Capricho) a los que acudieron los reyes de España entre 1814-1816 y los de Sicilia (1830). La Casa de Osuna mantenía una nutrida corte musical que no era ajena a las fiestas carnavalescas de influencia italiana según expresa Juan Pablo Fernández-Cortés en “La música en la Casas de Osuna y Benavente”.
Carlos III en 1767 introduce el baile de máscaras desde su Italia natal. Fernando VII lo vuelve a prohibir y su viuda la reina regente María Cristina lo revitaliza. En el Siglo XIX la fiesta decae por las numerosas guerras, epidemias y ruina económica y se extingue prácticamente a inicios del siglo XX, pero en la República se recupera.
Los tres días antes del miércoles de ceniza se celebra el Triduo de Carnaval en la Catedral de Sevilla ante el Santísimo con baile de seises. Una tradición que se celebra en la seo hispalense desde 1695. Los seises visten esos días el traje rojo y blanco de la Octava del Corpus.
Es una celebración litúrgica que organiza el cabildo catedral de Sevilla en desagravio al Santísimo por los pecados que se cometen durante el carnaval. En 1846 el Papa autoriza la comparsa cristiana. 12 personas rezan y meditan a la hora de mas pecado, entre las 12 de la noche a las 5 de la mañana durante el carnaval hasta el dia de hoy.