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La hermandad de la Soledad homenajea a María Jesús Tovar, la campanera de Santa María

La Hermandad de la Soledad ha electrificado el toque de la campana de la torre de Santa María este mes de Julio, instalando un programa informático que se encarga de los toques. Pero hasta hace poco,  y durante cuarenta y cinco años era la campanera de Santa María, María Jesús Tovar Ternero memoria viva del último vestigio de la Marchena Ducal, la que hacía sonar la campana. 

El 18 de diciembre de 2017, María Jesús Tovar se cayó y se rompió un hueso del hombro, el húmero. No quiso operarse por lo que la recuperación sería lenta. Le pidió a la Virgen recuperase pronto para volver a tocar la campana. A los veinte días de su caída, mientras el médico miraba una radiografía, María Jesús empezó a simular como si estuviese tirando de la cuerda, tocando la campana de Santa María cuando aún el hombro seguía roto. Todos se quedaron perplejos menos ella, que estaba convencida que gracias la Virgen ese Viernes estaría tocando su campana y así fue.

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En la madrugada del sábado 6 de noviembre de 1994  María Jesús oyó un fuerte golpe y a las siete de la mañana, fue a la iglesia y fue la primera en comprobar que parte del techo medieval de la antigua capilla del Palacio Ducal, y único resto que permanece en pié, se había derrumbado: el cielo se apreciaba desde dentro del templo y fue la primera en avisar del suceso.

Ayer con motivo del día grande de la Virgen de la Soledad, fiesta de la Natividad de la Virgen, y último día de cultos la Hermandad de la Soledad hizo un reconocimiento público a María Jesús.

«El reconocimiento se ha hecho por ayudar a la hermandad y debido a su estado de salud, que se ha caído, ahora ya no puede hacer esta labor hemos aprovechado para darle su homenaje y un pequeño detalle, le hemos regalado una torre de Santa María de bronce» explica José Antonio López.  La Soledad lucía el manto de salida y las joyas del Sábado Santo, además de la saya blanca.

PROYECTO PARA REPARAR LAS CUBIERTAS DEL CAMARÍN DE LA VIRGEN

José Antonio López anuncia que la Hermandad ha presentado al Ayuntamiento escrito solicitando ayuda material un «proyecto de reparación del camarín de la Virgen de la Soledad, que se está mojando» desde hace años «nos han pedido que presentemos un informe para que lo apruebe la Comisión de Patrimonio y un posterior proyecto y estamos esperando que nos den visto bueno» explica López. 

Los cultos a la Soledad de Septiembre que siempre los más importantes de la Hermandad tras Semana Santa con procesión de la Virgen incl uída. han resultado muy concurridos «a pesar de lo alejado de Santa María del centro. El domingo asistió muchísima gente, con la iglesia llena y hoy Miércoles se han quedado la gente fuera» explica el presidente del consejo permanente de la hermandad, José Antonio López. «Está programada por ordenador, da la hora, el ángelus y cuando muere alguien tiene que venir alguien  a tocar manualmente a darle a un botón». 

En 1976, siendo rector Curro Pérez, María Jesús Tovar Ternero, comenzó a ayudar a su hermandad, como limpiadora y sacristana del templo ducal, donde se casó en 1492 Rodrigo Ponce de León con Beatriz Pacheco, luego como campanera y camarera de la Virgen. Fue León Baco, quien le enseñaba a tocarla. Además María Jesús tiene la suerte de ser una de las pocas marcheneras en vivir frente a la iglesia, en una explanada donde solo hay dos casas. Así considera a Virgen de la Soledad, su» vecina celestial».

De todos los toques habituales, hay un toque que María Jesús nunca ha llegado a tocar: el toque de aviso de incendio en el pueblo, única forma por aquel entonces de avisar de un fuego para que saliesen los vecinos a colaborar. María Jesús ha estado siempre dispuesta a abrir la Iglesia a cualquier hermano o hermana que venía a hacerse la foto de boda, o a grupos de turistas, a pesar de su avanzada edad.

El  21 de abril de 1981, día de su cumpleaños, cayó un rayo en la torre y durante un tiempo no pudo tocar la campana, hasta que fue reparada.  Gracias a ella jamás faltó el agua en la pila de agua bendita para que los fieles se persignasen tras su entrada al templo.