El monograma de Jesús, IHS, Iesus Hominum Salvator, y la Hermandad del Dulce Nombre
José Antonio Suárez López
Según la tradición judeocristiana las palabras tienen poder creador, por eso el nombre de Dios es secreto (Elohim, Yhavé, Adonai) y de él emanan diversas gracias. El nombre en idioma hebreo significa misión. La misión de Cristo es salvar. Jesús significa salvador. Los cristianos han venerado siempre el «nombre» de Jesús.
El monograma de Jesús, IHS, Iesus Hominum Salvator, Jesús Salvador de los hombres- aparece en el escudo de la orden Jesuita y en el de la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús que ya en 1599, salía el Jueves Santo «con sus túnicas blancas vestidas e sus escudos con la ynsinia de Jesús, como es vso e costumbre».
Los cristianos primitivos creen que este nombre y símbolo les protege y les libera de males. (El que invocare el nombre del Señor, se salvará (Rm 10, 13)
Se ubicaba sobre las puertas de las ciudades y casas, se usaba en los documentos y antes de reuniones, incluso en el momento de morir. Aparece por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII que dice (Dn IHS CHS REX REGNANTIUM: El Señor Jesucristo, Rey de Reyes. Se le cantan himnos como el “Jesu, dulcis memoria”, atribuido a San Bernardo, 1153.
Desde el Papa Martin V la iglesia promueve y defiende la adoración al Nombre de Jesús y las hermandades de esta devoción. Franciscanos y dominicos y luego jesuitas- se encargaron de difundir esta devoción, aunque diversos papas encargan a los Dominicos que extiendan esta devoción, para luchar contra la blasfemia y profanación de los días festivos.
Muchas hermandades siguen la regla de la Cofradía del Nombre de Dios de Roma, 1589, que dice que «Nuestro Señor es offendido con la mala costumbre de jurar reprehender», dice que su objeto es luchar contra esta costumbre y pide que «cada vno de vos en vuestras yglesias ordenéys vna cofradía del Nombre Sanctíssimo de IESVS, conforme a la ordenación y capítulos infra escriptos».
La primera Hermandad en Sevilla se funda en la Parroquia de San Vicente en 1533 dedicada al culto al Dulce Nombre y Santísimo Sacramento en Sevilla, siguiendo a Teresa Enríquez.
Hay dos tipos de hermandades del Dulce Nombre, las Diocesanas o Parroquiales y las Dominicas, y en Marchena encontramos dos, una en San Sebastián y otra en Santo Domingo, pleiteando entre sí.
En 1572 el Arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval, crea unas constituciones generales sobre estas cofradías con el propósito de que se erijan formalmente en las parroquias de la archidiócesis. Por eso hay hermandades del Dulce Nombre dominicas y hermandades diocesanas, en las parroquias. En Marchena tuvimos dos hermandades de este nombre una en San Sebastian y otra en Santo Domingo.
También encontramos hermandades Jesuitas del Dulce Nombre en la parroquia sevillana de San Isidoro, fundada en 1647 tras unas misiones jesuíticas dirigida por el padre Tirso González.
Muchas otras como la de San Sebastián de Marchena y Paradas son promovidas por las Parroquias a partir del Sínodo de 1572.
Cristo de Animas que antiguamente salía con la Hermandad del Dulce Nombre.
Las hermandades Parroquiales como la de San Sebastián de Marchena salen el Jueves Santo y se centran en la sangre derramada por Jesus.
«No llamar el santísimo nombre de Dios en vano, no maldecirlo, no blasfemarlo, no hacer perjurio» dice la regla de Roma. «Cuando algún hermano o hermana escuchen blasfemar Dios, la Virgen María o santos o perjurar o nombrar vanamente sus santísimos nombres, habiendo comodidad, sin mayor escándalo lo amoneste, exhortándole a abstenerse de tal pecado».
Desde su creación en el XVI las relaciones entre la hermandad del Dulce Nombre de San Sebastián y el convento de Santo Domingo nunca fueron buenas. Los dominicos siempre quisieron a la hermandad del Niño para su convento pero esta siempre se negó.
En Abril de 1593 el prior de los dominicos de Marchena, Fray Bernardo de los Ríos inicia pleito para el traslado del Dulce Nombre a su convento de acuerdo a la norma de 1571 que dictaba que de haber en la localidad hermandades de dicha advocación debían residir en el convento de Predicadores.
Finalmente la Hermandad del Dulce Nombre gana el pleito contra la poderosa orden Dominica con el argumento de que ya existía desde antes de la citada norma. Fue entonces cuando los dominicos deciden crear una segunda hermandad del Dulce Nombre en el Convento de Santo Domingo. Las dos tenían el mismo nombre.
La primera salida de la hermandad del Dulce Nombre de Santo Domingo fue en 1716, pidió salir a la hora del lavatorio pero le fue denegada la salid a esa hora porque ya salía la hermandad del Niño de San Sebastián pero sí le autorizaron a salir el Miércoles Santo a las tres de la tarde cuando no salía ninguna cofradía.
La hermandad de Santo Domingo se extinguiría poco después quedando de ella la imagen del niño que se conservó en Santo Domingo.
La cofradía de Marchena hacía cada sábado una misa a Nuestra Señora al amanecer «porque gozen della los trauajadores y caminantes. Y mientras la sancta misa se dixere todos los hermanos tengan sus velas encendidas». También celebraba la Fiesta del Nombre de Jesus y las fiestas a la Virgen: Asunción, Natividad, Concepcion y Purificación.
La cofradía de Marchena no permitía el ingreso a las personas que habían sido castigados por la Inquisición «ni su padre, nieto o hermano».
La Hermandad del Dulce Nombre y los Jesuitas
El Dulce Nombre y la Virgen de la Piedad fueron trasladados de San Sebastián hasta Santa Isabel, en 1721 entonces para pedir lluvias, que cayeron abundantemente durante más de diez días a las 24 horas de llegar el niño a la iglesia jesuíta.
Estos hechos aparecen relatados en la memoria del Convento Jesuita publicado en «La Compañia de Jesus en el Estado de Arcos», escrita por Julian Lozano.
Colegio Jesuita.
El texto original dice así. «En 1721 hubo una gran falta de agua y los campos estaban perdidos y la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús de San Sebastián decidió sacar en rogativas a su imagen para traerla hasta nuestra iglesia, el miércoles después de Pascua de Resurrección en la noche».
La imagen del «Dulcisimo Niño Jesus» que asi le decían, vestido con túnica morada y cruz de plata, se colocó en el altar mayor al lado de San Ignacio y San Javier. «A la 24 horas aún no cumplidas de estar en la casa El Niño comenzó a llover».
Al décimo día, amaneció el niño vestido de Gloria resucitado y hubo una misa de acción de gracias con la participación de los niños del colegio de los Jesuítas.
Esa noche llegaron a Santa Isabel varios rosarios públicos procedentes de San Miguel y otro de San Sebastián con la imagen de la Virgen de la Piedad de San Sebastián.
A los pocos días las imagenes del Dulce Nombre abandonaron defintivamente Santa Isabel en otro Roasario público por las calles acompañados de los monjes de San Francisco y San Agustín y el clero.