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Lo que queda del convento de Capuchinos y porqué el Ayuntamiento ha comprado su solar

El pleno del Ayuntamiento de Marchena, celebrado hoy de forma telemática, aprobó hoy el inicio del trámite de expropiación del antiguo matadero en el solar del antiguo Convento de Capuchinos, necesario para continuar con la segunda fase del proyecto de restauración y puesta en valor de la muralla almohade y el Palacio Ducal.

La recuperación de la fase dos de la muralla, supone una operación urbanística de calado porque conlleva la puesta en valor de la zona de más valor histórico, monumental y turístico, en el entorno más degradado del conjunto monumental. Abandono que surgió de la desaparición y posterior ruina de la Casa Ducal de Arcos en el XIX. Desde entonces poco se ha hecho en la zona salvo un lavado de cara de la propia plaza para evitar que se continuara degradando.

El Ayuntamiento explicó que la propiedad expropiada para la fase dos de restauración de la muralla, corresponde al antiguo matadero y parte del convento de Capuchinos, lo que permitirá la conservación y rehabilitación del área patrimonial adyacente al Palacio Ducal y la muralla. 

CONSECUENCIAS

Esto supone recuperar e intervenir en el pasadizo de Capuchinos o calle del Moral, antigua conexión de la calle doctor Diego Sánchez con la carretera de circunvalación o de los Poyetes, hoy ocupada por un bloque de viviendas moderno construido en los años sesenta  delante de las ruinas de lo que fue el antiguo palacio Ducal, alterando significativamente la configuración original de toda la plaza. Además supuso la eliminación del acceso al pasaje de Capuchinos. 

La Calle del Moral, queda entre el muro del Palacio Ducal y el del convento de Capuchinos actualmente inaccesible tras la construcción de un bloque de viviendas en la Plaza Ducal en los años sesenta y es una zona de máximo interés histórico para Marchena.

Pasaje de Capuchinos ubicado bajo las ruinas de convento del mismo nombre junto a la Plaza Ducal. 

En 1864 el Ayuntamiento alertó de la ruina de la galería que comunicaba la iglesia de Capuchinos con el Palacio y ordenó su derribo informando al administrador de la Casa Ducal, que le daba de plazo 5 días y si no el Alcalde acometería el derribo. Se derribó llenando su interior con hasta cinco metros de tierra y escombros. Antes, en 1842 el Ayuntamiento propuso, sin éxito, instalar en las huertas del convento el cementerio municipal.

Hoy, 156 años después, el mismo Ayuntamiento que lo condenó a la ruina y a ser enterrado, según expresa Manuel Antonio Ramos en su obra sobre la desamortización en Marchena quiere desenterrarlo y ponerlo en valor.

Los restos de la iglesia de Capuchinos fueron documentados en unas catas arqueológicas dirigidas por Fernando Amores la pasada primavera. Pero no esperaban su tamaño, ni su forma de cruz latina, ni que la mayor parte de los muros del templo estuviera conservado bajo cinco metros de tierra y escombros, ni que se conserven algunas dependencias como la sala De Profundis.

Criptas del convento de Capuchinos. junto a la Plaza Ducal.

Ahora su recuperación plantea un gran reto a los expertos, arquitectos y arqueólogos. Quieren sacar los escombros de la iglesia para recuperarla pero no saben cómo ni por dónde hacerlo. Estos trabajos previos forman parte de la llamada fase dos de la muralla, ahora pendiente de definición y redacción, para pedir dinero al Ministerio de Fomento dentro del 1% cultural. Las obras pueden tardar aún entre uno y dos años en comenzar, si es que se el Gobierno dá el dinero.

DOCUMENTOS SOBRE CAPUCHINOS EN PARES

Planta de la Iglesia de los Angeles Custodios, o de Capuchinos.

El espacio del convento es hoy casi irreconocible. Tanto que casi había desaparecido por 156 años.  Se sabía dónde estaba pero no su tamaño y ubicación precisas. El claustro del convento, sus criptas y aljibes formaron parte de en molino de harina que el cura de San Sebastián Evaristo Montursy, vendió en 1882 a Diego Ternero Benjumea. Luego fueron mataderos y luego, abandono total, hasta llegar hasta hoy con vertido en un lugar insano y marginal.

Pasaje de Capuchinos tras la limpieza, detrás parte de los pilares de la iglesia.

El refectorio, la bodega y otras dependencias se convirtieron en cuadras para los caballos tras la ocupación francesa, pero en 1813 volvió a ser convento hasta 1864 cuando el Ayuntamiento decide su demolición ante la ruina que amenazaba.

Enterrada en la colina de la Mota entre la muralla y el Palacio Ducal, la excavación  ha arrojado la mayor cantidad de información sobre este convento e iglesia que hasta ahora era el gran desconocido en el área de la Mota y ha redescubierto el pasaje de Capuchinos y la calle del Moral, sobre cuyos restos se edificó el convento.

370 AÑOS DE HISTORIA

El Duque  Rodrigo Ponce de León Toledo (1602 -1658) y Fray Bernardino de Granada inauguraron el 24 de Octubre de 1651, hace ahora 370 años, colocando un crucifijo en el patio de los naranjos. Para construirlo tomaron unas casa que el Duque tenía cedidas a hermandades como la Veracruz y Animas de San Juan (hoy fusionadas) el Conventos de San Francisco y  Santo Domingo.

La espadaña del Convento en una foto de Azpiazu.

El Duque cuya rama materna, los Toledo, era judeo-conversa, agradecía así a sus ángeles custodios, los frailes que le salvaron la vida en la rebelión de Massaniello -1647- en Nápoles y de la peste en  Valencia. Quería tenerlos cerca, eran los capellanes del Palacio y a menudo comía con ellos.

Los Angeles Custodios presidían la sacristía en un gran lienzo. Era solo una de las 20 pinturas que había como el San Agustín, la Virgen de la Soledad, un San Jerónimo, la Magdalena, la V. de Regla, un lienzo de Juan del Castillo que se conserva en el Museo de BBAA de Sevilla y Ravé cree que pudo albergar incluso una pintura del mismísimo Leonardo da Vinci. Según Ravé, los lienzos del coro de San Agustín procederían de Capuchinos.

En 1835 tras la desaparición del convento de Capuchinos se hace inventario y en él aparece una Piedad sobre tabla atribuída a Leonardo Da Vinci por Gomez Acebes que conserva parcialmente la familia García Vinuesa en Marchena, según Ravé. Solo se conserva una parte de la tabla, la que representa a Jesús. El resto fue destruído en varios episodios violentos del XIX.

Fray Diego de Cádiz.

Entre las tallas, la Divina Pastora y una Virgen de los Dolores y también tenía hermandades como los Terceros, seglares Franciscanos. Aquí predicó el beato Diego de Cádiz y en en 1840 hubo fiestas por el fin de la epidemia de cólera.

Pasaje de Capuchinos.

En sus tribunas el Duque oía misa, y bajaba por una escalera monumental al templo, lleno siempre por estar junto a la Plaza Ducal hacia donde tenía su puerta principal y una espadaña. Sus frailes participaban en el mandato el Viernes Santo. El púlpito donde predicó el Beato de Cádiz fue comprado en 1864 por el Obispo gaditano para instalarlo en el convento de Cádiz según El Contemporáneo de 7 de julio de 1864.

Subasta del convento y del Palacio de Ducal publicado por El Imparcial del 11 de Abril de 1900

El Duque de Osuna, Mariano Téllez Girón, murió en 1882 tras dilapidar su fortuna y herencia, entre ellas el Ducado de Arcos y Señorio de Marchena, dejando una ruina de 44 millones de pesetas, y una deuda de 90 millones de reales con el banquero Urquijo, la mayor de España en su época. Para recuperar ese dinero los bienes del duque fueron subastados judicialmente por orden del Banco Urquijo.

En 1864, el Ayuntamiento de Marchena alertó sobre el estado ruinoso de la galería que conectaba la iglesia de Capuchinos con el Palacio Ducal, ordenando su demolición. Tras el derribo, el interior del convento fue rellenado con escombros, llegando a alcanzar hasta cinco metros de altura en algunas zonas.