Villancicos de negros en las partituras de la iglesia de San Juan de 1712
José Antonio Suárez López
Aún quedan en muchos pueblos y ciudades andaluces familias cuyos abuelos y bisabuelos eran negros, un gen que por ser recesivo, según las leyes de las genética, en pocas generaciones, desaparece.Desde su inicio a su fin los Duques de Arcos formaron parte del sistema esclavista desde el siglo XV al XVIII y por la documentación conservada, tuvieron mucho trato con esclavos y comerciaron con ellos. Tuvieron centenares de esclavos en sus palacios y son muchas las referencias de esclavos en Marchena; negros, canarios y moriscos.
Según el historiador Esteban Mira Caballos, Sevilla fue «el segundo mercado de esclavos detrás de Lisboa y había pueblos satélite que tenían mercados secundarios de esclavos muy importantes como Carmona o Marchena». Solo en Carmona este investigador localizó 500 cartas de compraventa de esclavos. En Carmona existe la familia de los negros, un apodo de una familia que habla a las claras de su origen. Los esclavos trajeron además, sus propias músicas que se mezclaron con las melodías andaluzas en el ámbito de la música culta, Villancicos y la música popular, el flamenco.
Gugurumbé es el nombre de la primera referencia musical negra que tenemos en España, dentro de las Ensaladas de Mateo Flecha de 1581, una variedad de villancico llamada Negrilla, o Guinea, villancicos de negros de los que se conserva un ejemplar en la Parroquia de San Juan de Marchena del año 1712. En 1581 hacía más de cien años que venían esclavos negros a Andalucía.También da título al espectáculo que se estrena en el Festival de Música de Granada 2020 con Fathmi Alquai, Rocio Marquez y Academia del Piacere con el guitarrista flamenco Dani de Morón. Además Ballena Gurumbé es el nombre de un grupo musical y proyecto cultural que pretende resucitar la Sevilla Negra en base a las publicaciones de Jesús Cosano.En 2016 Jordi Savall presenta el espectáculo «Rutas de la esclavitud», uniendo musicalmente las influencias americanas, europeas y africanas en un espectáculo revelador. La influencia del África subsahariana está detrás de la revolución armónica y rítmica que en torno a 1600 afectó a la música española infiltrada en los compases y ruedas de acordes desembarcados en Lisboa y Sevilla como zarabandas, chaconas, folías y guineos.
Los esclavos guanches canarios eran blancos, algunos rubios y se les bautizaba y se les cambiaba el nombre. En Marchena fueron muy comunes en este tiempo los esclavos negros, moriscos y guanches. El Duque tenía en su palacio alrededor de 200 esclavos. Los judíos sefarditas tuvieron el control del comercio de esclavos entre Portugal, España, Africa y Canarias en el XV.Los esclavos que llegaban por vía marítima en las naves portuguesas traían marcas e hierros puestos por los mercaderes para que no pudieran escapar. Solían echarles argollas en los pies, en el cuello y en los brazos. En ambos carrillos les ponían una S y un clavo -es decir, la palabra «esclavo»- para que todos supieran que era cautivo. Al llegar a Sevilla los marcaban con DSA -que quería decir «De SevillA».Marchena conserva uno de esos villancicos de negros, impreso en 1712 por orden de la iglesia de San Juan y conservado en la Biblioteca Nacional de España, en donde podemos observar el español «bozal» con el que los maestros de capilla pretendían imitar la lengua africana. Francisco de Quevedo (1590–1645), una de las mayores figuras del periodo, da a sus colegas la fórmula de éxito para dominar el arte de escribir comedias: “Si escribes comedias y eres poeta sabrás guineo en volviendo las RR LL y al contrario: como Francisco, Flancisco: primo, plimo” escribió Francisco de Quevedo.Se usaba en estos villancicos de negro onomatopeyas y cadenas de sílabas y palabras sin sentido como Gugurumbé, (Mateo Flecha) Tumbucutu cutu cutu” (A silo Flasiquiyo, Juan Gutiérrez de Padilla) o “Zaranguan guan” (Teque–leque, Julian de Contreras) recreando imaginariosdialectos africanos cargados de enerbía rítmica que acompañaba el uso de tambores.El comercio de esclavos estuvo casi monopolizado por criptojudíos portugueses afincados en España en el XVI, que traían negros del Congo, canarios de las Islas, y los vendían en España o Cartagena de Indias. Entre estas familias de judeo conversos de origen portugués como los Báez, los Enríquez o los Arias estaba la vecina de Marchena Francisca López casada con Diego, hermano del último Rabino de Sevilla, Antonio Rodriguez Arias, juzgado por la Inquisición de México.Villancicos de Maitines San Juan Bautista de Marchena from Revista Saber Mas