La olvidada herencia que dejaron los moriscos en la cultura y la historia de Marchena
José Antonio Suárez López
La noche de Navidad de 1568 tambores de guerra resuenan en las ciudades, valles y montañas del Reino de Granada. Moriscas y moriscos renuevan su juramento a los antiguos reyes y se levantan contra la Corona y la Iglesia. En esta Guerra también se vieron involucrados los vecinos de Marchena de una forma muy directa.
Hace diez años de la muerte de Mansur Escudero en Almodóvar del Río (Córdoba) neuropsiquiatra malagueño convertido al islam que estableció puentes con los andalusíes del norte de Marruecos y defendió una declaración institucional del Estado que reparase la expulsión de los moriscos de 1609.
En el año 2018 se cumplieron 450 años de aquella guerra que asoló y trasformó al reino de Granada.
Alrededor de un millón de marroquíes se consideran descendientes de los andalusíes, moriscos expulsados de España en 1609 y antes. Conservan la lengua y algunas costumbres españolas y llevan con orgullo ser descendientes de andaluces.
A la expulsión de los alrededor de 300.000 moriscos dedicó el autor de La Mano de Fátima, Ildefonso Falcones, su obra, vendiendo millones de ejemplares en todo el mundo. La expulsión afectó principalmente a Andalucía, Levante y Aragón y tuvo lugar en medio de una campaña contra los Turcos, que hacían frecuentes incursiones militares a los puertos del sureste español, llevándose esclavos y hasta los pobladores de ciudades enteras como Ciudadela, Mallorca en 1555.
EL MITO DE LA MADRE MORISCA DE BARBARROJA
Mármol Carvajal afirma que la madre de los hermanos Barbarroja, los mayores enemigos de España se llamaba Catalina y era de Marchena. (Mármol Carvajal, L., Descripción general de Africa, 1573). Se sabe que su madre era griega de Mitilene – es eso, un mito, pero el hecho de que exista este mito es significativo. Cristianos andaluces capturados y esclavizados por los corsarios en sus razias; cautivos sostuvieron el Argel de los Corsarios.
Creció el temor de que los moriscos españoles ayudasen a los piratas turcos. Para acabar con esta amenaza el Rey organiza en 1535 una incursión en Túnez contra los Barbarroja en la que participaron soldados y caballos de Marchena liberando a 5000 esclavos cristianos.
Desde 1520, la monarquía fue prohibiendo sus trajes, danzas, costumbres, lengua y se fueron bautizando y asimilando al cristianismo. Los primeros levantamientos moriscos fueron los del barrio de la Feria de Sevilla, en Mayo de 1520 reprimidos por el I Duque de Arcos que era Alguacil Mayor de Sevilla.
Está documentada la presencia de moros horros en el arrabal de Marchena, zona de la plaza Vieja, desde 1296. (Juan Luis Ravé-Borrero).
Una de las actividades más lucrativas a la que se dedicaban los moriscos en toda Andalucía y también en Marchena era la seda. En 1530 los testigos del Arzobispado afirman en un pleito que en Marchena había moriscas trabajando la seda que pagaban el diezmo de la seda al Arzobispado. La actividad textil de la seda y el lino eran reguladas desde 1528 por las ordenanzas municipales.
Se tiene constancia que entre los moriscos expulsados de Marchena estuvo Alonso de Villacastón, cuya casa estaba en la plaza de San Andrés. El proceso quedó recogido en el artículo de venta real impresa otorgada por Alonso de Olmedo vecino de Medina del Campo y juez comisionado por Felipe III para la venta y enajenación de los bienes de los moriscos de la tierra del arzobispo de Sevilla y marquesado de Estepa a favor de Antón Hernández Villacastín en 1613.
A pesar de la expulsión muchos volvieron a sus lugares de origen a los pocos años, y esto hizo necesario que el Ayuntamiento de Marchena nombrase un comisario encargado de controlar que no volvieran los moriscos expulsados.
Antes de la expulsión de 1609 los moriscos se agrupaban en morerías o aljamas, que estaban adosadas a las puertas de la muralla. Se sabe que en Marchena la Plaza Vieja conservaba la presencia de moriscos en este periodo tal y como publicó Ravé. La presencia de las almonas en la cercana calle de su nombre confirma este hecho.
Algunos moriscos de Jubrique fueron bautizados en San Juan de Marchena.
Pero en 1568-70 surgió un movimiento armado que amenazaba al Estado desde dentro: la Guerra de la Alpujarra, y Sierra de Ronda iniciándose en Navidad y asesinando a muchos sacerdotes alpujarreños.
En abril de 1569 se temió un importante apoyo militar del imperio otomano a los rebelados, de hecho algunos argelinos y turcos apoyaron el levantamiento. Felipe II era consciente del peligro que suponía la internacionalización de una guerra en el mismo corazón de la Monarquía Hispánica.
En 1613 quedaban cien moriscos en Marchena trabajando para los Duques. Apellidos moriscos documentados en Marchena Rojas, Alharras, Valenzuela entre otros. Aun había moriscos en 1618 en Marchena. Influencia del mudéjar en Marchena por la presencia de esclavos moriscos trabajando para el Duque.
En 1570 llegan a Marchena 60 moriscos deportados de Jubrique y Genalguacil. Varios de ellos fueron juzgados por realizar en secreto matrimonios por el rito musulmán pese a la prohibición, que conocemos por el trabajo de Maria Isabel Mendiola Fernández “Algunos procesos entre moriscos por causa de matrimonio.
Se inicia una campaña militar para acabar con la rebelión en la que hubo también tropas de Marchena mandadas por los Ponce y moriscos acogidos a acuerdos militares y bautizados en Marchena con la posterior dispersión de los moriscos por el resto de España. Además, la viuda del Marqués de Cádiz, Beatriz Pacheco tuvo que hacer frente a la expulsión de moriscos en la Sierra de Cádiz y posterior repoblación con vecinos de Marchena y resto de la campiña sevillana.
En 1570 del duque de Arcos recibe en Marchena a 100 arcabuces de Vizcaya para armar a los hombres que iban a sofocar la revuelta de los moriscos de la Sierra de Ronda y Alpujarra. 1500 arcabuceros, con gente de Marchena y los pueblos de Luis Cristóbal Ponce de León ayudaron a sofocar en 1570 la rebelión morisca de la sierra de Ronda bajo mando de Juan de Austria según el cronista Hurtado de Mendoza.
Los moriscos también fueron grandes médicos de hecho el Rey que expulsó a los moriscos Felipe II salvó la vida gracias a un médicos moriscos. Las moriscas conservaron la costumbre de recoger plantas en el campo para su uso doméstico y curativo siendo acusadas frecuentemente de brujería.
Entre los caballeros de Marchena en la Guerra de las Alpujarras estaba Lázaro de Briones, que tras venir de la conquista de Perú fue capitán de la Compañía de Caballos Corazas de Carmona, Alférez Mayor y regidor perpetuo de esta ciudad.
Escritura Aljamiada.
La primera gran batalla se dio contra Istán y la última gran derrota morisca fue en Monda. Cayeron Ojén, Istán, Monda, Tolox, Guaro, Cartajima, Jubrique y otros pueblos. Algunos de los reyes y cabecillas moros que firmaron acuerdos de paz con el Duque fueron acogidos en Marchena y protegidos por el Duque y bautizados en San Juan. Además, Don Juan de Austria ordenó al Señor de Marchena llevar 1200 moriscos presos de la Sierra de Ronda a Íllora para que juntos fuesen a Castilla con otros de la Vega de Granada.
Su mano de obra era fundamental para el mantenimiento de los Estados señoriales. Eran expertos artesanos, hortelanos, agricultores, albañiles. Mano de obra esclava o barata que con la expulsión dejó de estar disponible. Se estableció entonces la figura de los seises: seis de cada cien se salvaron de ser expulsados para enseñar a los españoles a trabajar las huertas o en la construcción. De ahí vienen refranes como «la huerta es un tesoro si el hortelano es un moro», o «quien tiene un moro, tiene un tesoro». En Marchena se quedaron un grupo trabajando para el Duque por orden de éste y también llegó un contingente de la Alpujarra.
Vivieron a la vez un proceso de asimilación cultural y de represión permanente. Al mismo tiempo que se bautizaron, hasta sus mas nimios actos cotidianos fueron objeto de sospecha y rechazo social, por razones político-religiosas. Se les investigaba qué comían, si trabajaban los viernes, día sagrado del Islam, cómo vestían y en que lengua hablaban, incluso se les obligaba a tener la puerta de la casa abierta los viernes. Fueron condenados a la marginalidad y la pobreza.
La Inquisición juzga a algunos de estos moriscos residentes en Marchena naturales de Jubrique y Genalguacil por casarse y conservar sus costumbres de moros una vez establecidos en Marchena.
Ana Echevarría Arsuaga Doctora en Historia Medieval ha desvelado en su estudio “La Guardia Morisca. Un desconocido cuerpo del ejército medieval español” que la guardia personal de Juan II y Enrique IV era morisca pero de apellido cristiano. Entre ellos estaba el trompeta del conde de Arcos, Pero Gonçales de Marchena “caballero morisco” al servicio del Conde de Arcos.
Alonso y Gracia Carrasco moriscos y primos de Jubrique, serranía de Ronda, fueron juzgados mientras vivían en Marchena. Durante el juicio de la Inquisición los tres testigos, dicen que se casaron en 1570 “estando alçados los moriscos en el partido de Ronda” y “conforme a la ley de Mahoma con cerimonias y supersticiones de moros” por “un alfaqui berberisco que avía pasado de Berbería».
Las almenas sirias de la nave sur de San Juan de Marchena fechadas entre 1550 al 55 cuando había esclavos moriscos trabajando para el Duque de Arcos. En esta iglesia de San Juan fueron bautizados los moriscos de la Sierra de Ronda que firmaron acuerdos de paz con los Duques de Arcos
Esto produjo una cultura de supervivencia, buscando la adaptación de la cual es buen ejemplo la lengua aljamiada: escribían en castellano con caracteres árabes.
A pesar de todas las persecuciones y expulsiones, algunos moriscos se quedaron se bautizaron y lograron hacerse ricos gracias al cultivo de la seda. Por ejemplo, el rico comerciante granadino y morisco Isidro de Chávez perdono 9000 reales a Don Pedro de Marchena alcaide del crimen de Granada y asistente de la villa de Marchena en 1699.
Los monfíes fueron bandoleros moriscos que se negaron a aceptar las leyes cristianas y se retiraron a las montañas, dando origen al bandolerismo moderno. Uno de los más famosos fue El Joraique, en la zona de Almería.
La música y cultura andalusí se eliminó de España aunque se conservó en el Magreb. De hecho el laúd estaba mal visto por ser instrumento árabe y por eso la vihuela se convierte en el instrumento principal español y de ahí evoluciona la guitarra.
Mudéjar quiere decir: moro domesticado y dio nombre al estilo artístico predominante en la arquitectura medieval de Marchena.
Aunque el 15% de las palabras del español proceden del árabe, poco a poco las palabras árabes dejaron de usarse sustituídas por otras de mismo significado más castellanas a partir del XVI. Por ejemplo en este periodo se cambio de nombre al río de La Puebla, Marchena y Carmona, que de Guadajoz pasa a llamarse Corbones, aunque queda una pedanía carmonesa con dicho nombre. Otro fenómeno curioso es el de las palabras que pierden su significado porque ya no tienen sentido al perderse la enseñanza del árabe. Así la calle de La Almona, pasa a llamarse calle La Mona, sin que nadie entienda porqué se llama así.
Los moriscos hablaban un dialecto del árabe llamado hispanoárabe, popularmente Algarabía (del árabe hispánico al‘arabíyya) o ‘lengua árabe’ aunque también hablaban castellano. En el exilio mantuvieron esta lengua española, prueba de su identidad hispana que les distinguiría de los demás musulmanes.
Todo rastro de lenguaje morisco o árabe empezó a estar mal visto al ser un lenguaje marginal, y se empezó a decir que los moriscos hablaban un mal castellano cuando en realidad hablaban con una fuerte influencia de la lengua árabe, algo que dejó su impronta en el habla andaluza. Se empezó a decir hemorroides en vez de almorranas que se desechó por vulgar.
Los romances, que casualmente son conservados por la población gitana. En 1820 Bartolomé José Gallardo, encarcelado, escuchó a Pepe Sánchez y Curro El Moreno gitanos de Marchena cantando El Romance de Gerineldo y La Condesita, romances propios de la tradición oral de los moriscos, según se recoge en la obra «El Romancero de la provincia de Sevilla» dirigido por Pedro M. Piñero Ramírez.
La memoria recuperada: lo que nos queda de los moriscos
Cada vez son más los investigadores que tratan de buscar lo que queda en nosotros del pueblo morisco. Uno de ellos es Antonio Manuel autor de La Huella Morisca. El dice que entendió cómo se lavaba su abuelo después de venir del campo en Níger. «Observé en Níger cómo se lavaba un niño antes de entrar a una mezquita. Primero los brazos y manos, luego la cara. Comprobé que el niño se lavaba exactamente igual que mi padre o mi abuelo».
«Cuando yo lo he contado en mis charlas la gente inmediatamente se reconoce y me dice: «se llama agafar». Agafar el lavarse con los brazos la cabeza y las manos. Yo les pregunto, porqué se llama Agafar y no lo saben. Es uno de los 99 nombres de Dios en árabe. Significa el perdonador. Lavarse de forma Agafar es pedir perdón.
También nos queda el flamenco donde Antonio Manuel ha recopilado las expresiones, palabras y costumbre que proceden de la cultura árabe. Y por supuesto nos queda la gastronomía donde sobresale el pan de Marchena el mollete que fuera es considerado pan árabe.