La participación de jornaleros como costaleros en las procesiones de Marchena está documentado desde 1898.
Ese año encontramos el dato de que a pesar de las dificultades y tragedias de la época, las fiestas y procesiones couaban siendo una parte importante de la vida en la localidad. Se destaca el desfile del Corpus Christi, en el que la Custodia era acompañada por cuatro pasos: San Sebastián, la Purísima Concepción, la Divina Pastora y el compatrón San Roque. Este desfile procesional fue subvencionado por la Corporación con 71,675 pesetas, y de esta cantidad, 95 pesetas fueron distribuidas entre los 38 jornaleros que condujeron las imágenes.
Nos lo cuenta Pepe Villalobos en su trilogia sobre el siglo XIX en Marchena a través de las actas municipales.
Durnate la procesión de ese año de San Sebastián en el contexto de la celebración del día de su patrón en Enero, destacando que se celebraba por todo lo alto en 1898 a pesar de la pérdida de Cuba.
Se detallan los gastos asociados a la celebración, incluidos los honorarios de la banda de música dirigida por el maestro Rodríguez durante la función y la procesión, el refrigerio ofrecido a las autoridades civiles, militares y religiosas, el costo de la cera que iluminaba la ceremonia y el desfile procesional, y los honorarios pagados al Reverendo Colector de la parroquia de San Sebastián por la función religiosa, entre otros detalles. Además, se menciona que los jornaleros que llevaban el paso de San Sebastián, así como los maceros que portaban las mazas, recibieron compensaciones menores, lo que ilustra el papel activo de la comunidad en la participación y financiación de estas celebraciones religiosas y la importancia de San Sebastián en la vida espiritual y social de Marchena.
Los jornaleros en Marchena del siglo XIX enfrentaron condiciones desafiantes. En 1821, casi el 73% de la ocupación laboral local estaba constituida por jornaleros agrícolas, lo que refleja la importancia de la agricultura en la economía de Marchena. Sin embargo, el documento destaca la creciente miseria, atribuida en parte a excesivas contribuciones que afectaron negativamente a la agricultura. A finales de siglo, durante la profunda crisis socioeconómica, el salario de los jornaleros era insuficiente para la subsistencia familiar, lo que exacerbó la pobreza y la desesperación entre la población más humilde
En el censo de 1821-1822, se ofreció un desglose detallado de la estructura socioeconómica de Marchena, revelando que 2,615 de los 3,588 encuestados eran jornaleros agrícolas, lo que representaba casi el 73% de la ocupación laboral local. Esta cifra, junto con los 199 individuos clasificados como labradores y hacendados, indica que casi cuatro quintas partes de la población (aproximadamente el 78.42%) estaban dedicadas a actividades agrícolas. El estudio también destaca las duras condiciones a las que se enfrentaban los jornaleros y la población en general, incluida la creciente miseria a pesar del aumento de propietarios de tierras, exacerbada por excesivas contribuciones que afectaban negativamente a la agricultura.