La seguridad y las sonrisas se unen en Dental Company
José Antonio Suárez López
Por desgracia, queramos o no, con la pandemia del Covid-19 no podemos permitirnos salir alegremente a cualquier sitio sin comprobar previamente que las condiciones de seguridad y prevención que tienen implantadas son las adecuadas. No es menos cierto esto si pensamos en una clínica, un entorno sanitario donde los protocolos deben ser lo más estrictos posible.
En Marchena hay una clínica dental que lleva abierta ya más de 9 años y que ha atendido a más de 4.500 marcheneros. Se trata de Dental Company, toda una referencia dentro de nuestra localidad. Para comprobar hasta qué punto están adaptados a la nueva realidad del Covid-19, hemos decidido pasar una primera visita con ellos. ¿Qué mejor manera de contarlo que viviéndolo en primera persona?
Si ya has sido paciente de Dental Company antes de la aparición del virus, sabrás más o menos cómo es una primera visita. Si no, te percatarás enseguida de que hay bastantes diferencias con respecto cómo se desarrollaba antes. Lo primero que hacemos es tomar cita a través del site de Marchena dentro de la web de la compañía. Como ya me avisaron, es fundamental que no te presentes en la clínica sin cita concertada previamente.
Poco antes de que sea el momento de la cita, me llamaron para hacerme algunas preguntas sobre mi salud actual. Entendemos que se trata de la primera medida para prevenir el contagio. Antes de terminar esa llamada me piden que por favor sea puntual, y con eso se refieren a que es tan importante no llegar tarde como no llegar pronto. El motivo es para que pase en clínica el mínimo tiempo posible. Me piden además que, en la medida de lo posible, no vaya acompañado, que lo haga solo. Se entiende que es la norma a no ser que seamos una persona dependiente. Por último, me solicitan que lleve el menor número de objetos personales conmigo.
Llega el momento de ir a Dental Company y ya estamos en la puerta de la clínica. Antes de entrar, te toman la temperatura para asegurarse de que está todo bien. Lo primero que te invitan a hacer es lavarte las manos con el gel hidroalcohólico que hay a disposición de todo el que entra. Seguidamente, me piden que me coloque unas calzas para cubrir mis zapatos.
Ya estoy dentro. Mientras aguardo mi turno en la sala de espera, me piden que permanezca sentado y que en lo posible no me levante. Me recuerdan que, como en la calle o cualquier otro establecimiento, debo mantener la distancia de seguridad con otros pacientes que pudiera haber y con el mostrador de recepción. Me percato de que la habitual fuente de agua está deshabilitada y que no hay revista ni material alguno de lectura. Todo para evitar que distintas personas, tanto trabajadores de la clínica como pacientes, toquen lo mismo.
Ha llegado el momento de que entre en el gabinete para tratar con el doctor. En ese momento, me vuelven a pedir que me lave las manos con gel hidroalcohólico o, en el baño, con agua y jabón. Me explican que no tema sentarme en el sillón porque ha sido desinfectado tras la atención al paciente anterior. Veo cómo el doctor y la higienista se lavan las manos y cambian los equipos de protección antes de tratarme.
A partir de ahí, ya se trata de ayudarme a conseguir mi mejor sonrisa. Cosa que por cierto consiguen con profesionalidad y amabilidad.