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La simbología del primer templo de Salomón, que llega hasta nuestros días

El Templo de Salomón es un ejemplo fascinante que muestra los distintos enfoques con los que se puede interpretar un texto o un concepto religioso. Esta narrativa histórica y simbólica es rica en detalles y significados, y se presta a múltiples interpretaciones.

Literal: El Templo de Salomón, como se describe en el Antiguo Testamento, se considera un hecho histórico con detalles específicos sobre su construcción, materiales, y la organización del trabajo. Esta perspectiva se enfoca en la realidad física y tangible del templo.

Alegórica: Desde un punto de vista alegórico, el Templo de Salomón simboliza algo más grande que su estructura física. Puede representar la presencia de Dios entre su pueblo, un compromiso con la fe y las leyes divinas, o incluso la relación entre Dios y la humanidad.

Abstracta: En un nivel más abstracto o metafísico, el Templo puede verse como un símbolo de conceptos espirituales más profundos. Por ejemplo, en la Cábala, diferentes aspectos del Templo se corresponden con los sefirot o atributos divinos en el Árbol de la Vida.

Mística: Finalmente, en un nivel místico, el Templo de Salomón puede ser visto como un portal hacia lo divino, un espacio donde lo humano y lo divino se encuentran. Esta perspectiva se enfoca en la experiencia espiritual personal y directa con lo sagrado.

Posiblemente, la Biblia es el mejor ejemplo de cuatro enfoques distintos: puede interpretarse como una historia literal, una alegoría, un sistema abstracto de ideas y, además, contiene elementos místicos.

 Desde una perspectiva física, el diseño y construcción del templo se describen con gran precisión en Segunda de Crónicas 3 y 4, donde se detallan los materiales y técnicas usadas, el número de trabajadores (tanto locales como extranjeros) y la situación política y económica que facilitó la construcción de esta suntuosa edificación.

Además, hay documentación sobre el plano del templo, que incluye tres atrios ascendentes, con el templo situado en la cima del complejo. Como tal, el templo era un importante centro de atención religiosa, política y social en Jerusalén, construido donde el rey David había preparado un altar.

Fue un factor unificador en una nación dividida por conflictos tribales. Para alguien orientado hacia lo físico, el templo representaba un lugar de reunión nacional, donde se realizaban rituales para adorar al Dios de Israel, y aunque no comprendiera completamente las ceremonias, podía experimentar una presencia conmovedora y estar dispuesto a luchar y morir por preservar el templo, que simbolizaba la manifestación literal de su religión, nación e identidad personal.

Desde un enfoque alegórico, el templo tiene otro significado. No solo era el centro de la religión de la nación, sino que su simbolismo expresaba el compromiso de un pueblo dedicado a proclamar y obedecer las leyes divinas, sintetizadas en las tablas de piedra del Santo de los Santos.

La construcción del templo no era solo para Israel, sino también un ejemplo para las naciones paganas circundantes, simbolizando que si se mantenía la alianza con Dios, habría prosperidad, pero su ruptura llevaría a la destrucción de la nación y del templo.

Este simbolismo del templo, incluyendo su reconstrucción, profanación y destrucción, sigue siendo conmemorado hoy por los judíos alrededor del mundo. La alegoría del templo es tan poderosa que ha sido transmitida a la mitología occidental y adoptada por diversas instituciones como la Iglesia, los masones y los Caballeros Templarios.

Desde un punto de vista intelectual y metafísico, el templo representa algo aún más profundo. Los tres niveles ascendentes de los atrios pueden considerarse como los tres mundos de la existencia manifiesta, relacionados con el cuarto nivel, el templo en sí, que es el lugar de la gloria divina.

Las columnas de bronce de Boas y Hakim simbolizan los polos pasivos y activos del mundo absoluto. Dentro del santuario, los diez candelabros, basados en el diseño de la Menorá original del tabernáculo del bosque virgen, representan los Diez Principios o sefirot, con tres luces a cada lado representando los aspectos activos y pasivos, y las sefirot del equilibrio y la santidad en el centro, sostenidas por la base del malcot.

Cada menorá del santuario representa una sefira del gran árbol de azilut, y más allá se encuentra el velo que oculta el Santo de los Santos, donde reside la shajira o presencia divina. Así, el templo contiene un esquema metafísico completo, reflejando prácticamente toda la Biblia.

El Templo de Salomón en Jerusalén ha tenido una influencia notable en el diseño de las iglesias cristianas, aunque esta influencia no es directa ni uniforme en todas las iglesias cristianas. 

Algunas iglesias cristianas han adoptado una orientación y estructura similares a las del Templo de Salomón. Por ejemplo, la orientación hacia el este, simbolizando la dirección de Jerusalén, y la división en diferentes áreas como el nártex (entrada), la nave (área principal de congregación), y el santuario (donde se encuentra el altar), pueden reflejar la estructura del Templo con su Vestíbulo, Lugar Santo y Santo de los Santos.

Elementos Arquitectónicos: Algunos elementos del Templo de Salomón, como las columnas (Boaz y Jachin) o ciertos motivos decorativos, han sido incorporados o han inspirado el diseño de iglesias cristianas.

Significado Teológico: En la teología cristiana, el Templo de Salomón a menudo simboliza la presencia de Dios y su morada entre su pueblo. Este simbolismo se refleja en la forma en que las iglesias son vistas como espacios sagrados.

En conjunto, estos elementos combinan aspectos simbólicos y prácticos. Por un lado, hay una fuerte carga simbólica en la orientación, la ubicación y el diseño de las iglesias, reflejando creencias y enseñanzas teológicas. Por otro lado, hay consideraciones prácticas y tangibles, como la iluminación y la utilización del espacio, que también juegan un papel importante en la experiencia de los fieles.

En muchas tradiciones cristianas, las iglesias están orientadas hacia el este, simbolizando la dirección de Jerusalén y también la espera del regreso de Cristo, asociado con la dirección del amanecer. Esta orientación tiene un profundo significado simbólico, representando la luz, la resurrección y la vida eterna.

Históricamente, muchas iglesias han sido construidas sobre tumbas y cementerios. Esto refleja la creencia en la comunión de los santos y la conexión entre los vivos y los muertos en la fe cristiana. La presencia de tumbas en o cerca de las iglesias sirve como recordatorio de la mortalidad y la esperanza en la resurrección.

La arquitectura de las iglesias, por lo tanto, puede verse como un entrelazamiento de lo simbólico y lo práctico, donde cada elemento tiene un propósito y un significado que va más allá de su función inmediata, contribuyendo a la experiencia espiritual y religiosa de quienes participan en el culto y las prácticas en estos espacios sagrados.