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El significado del perro en la iconografía cristiana: de Santo Domingo a San Roque

Perro de San Roque
La Hermandad del Cristo de San Pedro entregó ayer al Ayuntamiento la escultura del perro de San Roque que estaba un altar del templo de San Pedro Mártir a los pies de la imagen de Santo Domingo de Guzmán.
La imagen forma parte del conjunto artístico de San Roque que pertenecía capilla del Cementerio Municipal y que ha sido atribuído a Jerónimo Hernández. Ahora la talla del perro al igual que la de San Roque será restaurada por el Instituto de Patrimonio Histórico Andaluz.
Según la leyenda, un perro alimentó con pan a San Roque, llevándole una hogaza cada día al santo mientras se curaba de la peste en una cueva. Finalmente se curó y siguió curando enfermos por eso se le venera como protector ante las epidemias. Perros de Dios, o domini canes, es el nombre que recibían los frailes dominicos, como protectores dela fé católica. Por esta razón la imagen de Santo Domingo siempre se representa junto a un perro que porta una antorcha, símbolo de la luz de la fe y el conocimiento.
La primera biografía de Santo Domingo narra una visión que su madre, la Beata Juana de Aza, tuvo antes de que Santo Domingo naciera. Soñó que un perrito salía de su vientre con una antorcha encendida en su boca.
Incapaz de comprender el significado de su sueño, decidió buscar la intercesión de Santo Domingo de Silos, fundador de un famoso monasterio Benedictino de las cercanías. Hizo una peregrinación al monasterio para pedir al Santo que le explicara el sueño. Allí comprendió que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación. En agradecimiento, puso a su hijo por nombre Domingo
En la edad media cristiana el perro era símbolo de la fidelidad y de la amistad desde la tradición pagana, al igual que el caballo, tiene algunas referencias bíblicas adversas, lo que no impide que, junto con el noble bruto, se transforme en el símbolo arquetípico de la sociedad feudal. Noble y fiel seguirá a sus amos hasta el sepulcro en donde le acompañará, como buen vasallo a su señor, a sus pies. El gato, por contra, sigue asociándose con la traición. Ejemplificará al hereje, y, en las muchas versiones de la Última Cena, no faltará el felino pegado también a los pies, en este caso, de Judas.
El Ayuntamiento de San Roque recoge que el Perro de San Roque se llama “Melampo” y según el famosísimo dicho Ramón Ramírez fue quien le cortó el rabo.
Existen varias leyendas sobre la falta de rabo del can. La más conocida se refiere a 1885 coincidiendo con una de las epidemias de peste que asoló estas tierras. Las personas que acudieron a la Ermita de San Roque, se servían de las oraciones y de unos polvos que el santero les vendía. Este producto «mágico» lo obtenía de una mezcla bien trabajada, en la que dicho empleado incluía raspaduras del rabo del perro. Tan estupendo negocio, fue dejando al  perrito sin rabo.

EL PERRO DE SAN ROQUE VUELVE A SU DUEÑO: RAMÓN RAMOS LO HA DESCUBIERTO

En este caso no ha sido Ramón Ramírez sino Ramón Ramos el archivero municipal quien le ha seguido la pista al perro de San Roque, escultura atribuída a Jerónimo Hernández, propiedad del Ayuntamiento, que lo ubicó en la capilla del cementerio y  que actualmente se está restaurando en el IAPH. Una foto de 1951 conservada en la Universidad de Sevilla mostraba a San Roque con su perro, en una talla de gran similitud con la que estaba a los piés de Santo Domingo.

La escultura de San Roque desapareció de la capilla del cementerio y pasó a La Caridad y de allí a un anticuario fuera de Marchena donde el Ayuntamiento la adquirió, y la almacenó durante décadas que hoy está siendo restaurada y en un plazo de ocho meses volverá a Marchena.

Técnicos del Laboratorio de Biología del IAPH están actualmente llevando a cabo el tratamiento de desinsectación de San Roque eliminando los insectos dentro del proceso de restauración. La ermita y fuente de San Roque, el co-patrón, es la parte más antigua del cementerio ya que existe desde la época medieval. Justo al lado del yacimiento del Lavadero donde se encontraron las tumbas de los primeros cristianos.

En la epidemia de Cólera de 1885 el Ayuntamiento costeó novena a San Roque, que da nombre a nuestro cementerio, protector ante la peste y toda clase de epidemias, co-patrón de Marchena y San Sebastián -patrón- para que librara a la población del contagio y la Hermandad Sacramental de San Juan convocó una misa la misma finalidad.
La existencia en Marchena de una ermita -hoy en el cementerio- y fuente de San Roque justo al lado del yacimiento romano de El Lavadero, donde aparecieron en 2015 estructuras hidráulicas como una gran cisterna romana, y otras evidencias de posible uso balneario hacen que para Maria Luisa Otomano fuera posible que «Marchena albergara en época romana lugares donde se practicaran  cultos relacionados con las curaciones por medio del agua». Además, muy cerca hay enterramientos paleocristianos.