Oficios y normas del agua en la historia de Marchena
José Antonio Suárez López
La palabra árabe saqqā’, castellanizado azacán (aguador) se refiere a personas de pocos recursos, con trabajos humildes que va desaliñado o alguien ajetreado en el trabajo que da origen a la expresión ‘Andar hecho un azacán’.
Foto portada. Aguadores de Arahal. memoria visual de Arahal.
Su trabajo era llevar carros con cántaros de agua (sobre sus hombros, a lomos de una mula o en un carromato) de un lado a otro por pueblos y caminos ofreciendo agua a los jornaleros que en verano andaban segando y a todo aquel que lo solicitaba y por el que cobraba unas monedas.
Las ordenanzas de Marchena de 1528 regulaban el uso del agua de las fuentes públicas, pilares y presas que estaban esparcidos por todo el término municipal.
Los principales pilares de fuentes estaban en el Arco de la Rosa, Pilar de la Vega, Huerta y presa Benjumea y también habia presas en las fincas Paterna y Dos Hermanas.
Los azacanes eran aguadores, vecinos que tomaban agua de las fuentes publicas de la villa y la llevaban a las zonas más alejadas en unas tinajas portadas en burros o mulos. Normalmente eran asalariados. Pero estos azacanes no podían vender el agua publica a más de un maravedí y si lo hacían tenían que pagar.
Fuente San Antonio Marchena.
Los azacanes que cogieran agua para vender de la Fuente de la Plaza del Arrabal (Plaza Vieja) no podían cobrar por cada carga más de un maravedí «en toda la villa y sus arrabales lejos o cerca» bajo pena de un ducado de oro o su valor que son 365 maravedíes «para las obras públicas de esta villa y que sea preso en la cárcel pública del Consejo hasta que lo pague dentro de 3 días» y si en ese plazo el señor del azacán no pagaba, le daban 50 azotes la primera vez y 100 la segunda.
FUENTES, PILARES Y PRESAS DE MARCHENA EN 1528
Las ordenanzas impedían que se tomara el agua de la Plaza Vieja de noche. «El agua qué sale del Pilar que está en el arrabal de la Puerta de Sevilla desde el Sol puesto hasta que salga el sol y después de salir del sol que la dejen ir por su arroyo como siempre fue y quien la tomaré está obligado a soltarla en saliendo el sol so pena de 60 maravedíes».
En el pilar de la Vega que era del Concejo no podían beber ni parar, las vaca ni yeguas ni de bueyes «las manadas de las yeguas» si eran del Concejo podían estar 3 días.
También ordena la actividad de la Fuente de Recacha. «Ningún ganadero de ovejas o de carnero o puerco o cabra pueda dar ni de agua a los dichos ganador en la fuente de Recacha ni su pilar que está bajo de ella ni en el pilar de la villa que está la puerta que sale a la tenería». Sabemos por la documentación del siglo XVIII que la tenería estaba detrás de la Casa Fábrica y que junto a ella había un gran pozo que la abastecía y que venía a nacer bajo la iglesia de Santa María.
También estaba prohibido que los ganados taparan y usaran las fuentes y pilares de agua potable, porque para ellos había abrevaderos y una red de caminos públicos.
«Todas las fuentes y agua cualquiera que son del Concejo en el término de esta villa se han guardado los asientos nacimientos que no les hagan daño los ganados que en ella viven». Los distintos tipos de ganado debían beber por separado, «haciendo los señores de los tales ganado sus presas para que beban apartados los unos de los otros».
También estaba prohibido para el ganado beber de la fuente y presa de Benjumea so pena de 120 maravedíes de noche, y de día 60″ y si el señor de la huerta Benjumea usara el agua de la fuente publica para su alberca privada debía también pagar una multa. También estaban protegidas las presas de Paterna y Dos Hermanas, que eran fincas ubicadas entre Marchena y Paradas.
LA BUHAIRA
Los labriegos de la zona cuentan que la puerta del Portillo era puerta del agua o puerta de la Buhaira, que en árabe significa laguna. Del pozo de noria de El Parque sigue brotando agua, que no ha dejado de brotar hasta en las peores sequías. Esta zona también se llamó Los Barreros. Buscando las mejores tierras y el agua abundante aquí venían los alfareros de la calle Cantareros y Compañía. A mediados de siglo aún funcionaban fábricas de ladrillos en la zona.
Aquí se unen el campo y la Marchena urbana, y se recogía el agua potable, a través de sus infraestructuras hidráulicas, que regaban las huertas de la alcazaba islámica y luego subían al Palacio Ducal, a través de mulas como revela un documento de 1777 publicado en esta web.