El tulipán es una flor originaria de la actual Turquía, donde tenía connotaciones sagradas y se usaba en los adornos de los trajes de los sultanes.
Los primeros tulipanes llegaron a España, a través de al-Andalus reciente descubrimiento de los investigadores Esteban Hernández Bermejo y Expiración García, quienes descubrieron referencias de los tulipanes en un libro de botánica llamado Umda (Umdat al-tabib), obra de Abu l-Jayr. La obra indicaba el uso ornamental de esta flor en los territorios de la Península Ibérica bajo dominio islámico.
Además, se piensa que un conocido agrónomo toledano del siglo XI, Ibn Bassal, podría haber jugado un papel importante en la introducción y los primeros cultivos del tulipán en territorio ibérico.
Esta investigación contradice la versión tradicionalmente aceptada de que el tulipán llegó a Holanda desde el Imperio Otomano pasando por Centroeuropa en el siglo XVI. Según la nueva teoría propuesta por estos investigadores españoles, el tulipán, que se origina en Bizancio, llegó a Europa a través de los turcos Seljuq, entrando a través de lo que hoy es Andalucía.
A principios del siglo XVII, las flores se convirtieron en un símbolo de ostentación de riqueza en Europa central, y entre estas flores, el tulipán se destacaba. Gracias a las variaciones inexplicables en algunos de sus bulbos, resultaban tulipanes multicolores e irrepetibles, lo cual los hacía especialmente valiosos y codiciados. Se descubrió más tarde que estas variaciones de colores eran causadas por un parásito de la flor, el pulgón, que transmitía un virus conocido como virus del mosaico del tulipán.
Fue introducido en los Países Bajos, alrededor de 1559 según algunas fuentes, a través del embajador austriaco en Turquía, Ogier Ghislain de Busbecq, quien, después de regresar a Europa en 1544, llevó consigo algunos bulbos de tulipán a los Jardines Imperiales de Viena y Praga.
La demanda por los tulipanes provocó la primera gran burbuja económica de la historia moderna en los Países Bajos durante la década de 1630. Esta burbuja, conocida como la «Tulipomanía», fue impulsada por la euforia de comprar y cultivar tulipanes, lo que llevó a que los precios de los bulbos de tulipán se dispararan. Se documentó que un solo bulbo de tulipán podría venderse por 1000 florines en 1623, cuando el sueldo medio anual de un holandés era de 150 florines. Eso significa que un holandés medio tendría que trabajar casi 10 años para adquirir un solo bulbo de tulipán exótico.
La tulipomanía alcanzó su punto álgido cuando un bulbo de tulipán de la variedad «Semper Augustus» se vendió por 6000 florines, un precio récord en aquel tiempo. En otro caso anecdótico, un solo bulbo de esta variedad se intercambió por una lujosa mansión en el centro de Ámsterdam en 1635.
Sin embargo, como todas las burbujas económicas, la tulipomanía finalmente colapsó, llevando a una grave crisis económica en los Países Bajos. A pesar de este desastroso episodio económico, el tulipán continúa siendo una de las flores más apreciadas en todo el mundo y los Países Bajos son reconocido.