La conquista de México por Hernán Cortés ha generado un interés continuo y debate social reflejado en diversas producciones audiovisuales recientes, como la miniserie «Conquistadores Adventum» (2017) y la serie mexicana «Malinche» (2018), que exploran la complejidad de estos eventos históricos. La serie «Hernán» (2019) y la cancelada miniserie de Amazon «Cortes» (2020) o el musical «Malinche» (2021) de Nacho Cano.
La participación de las mujeres en la conquista de México fue significativa y multifacética, abarcando roles desde la nobleza hasta la servidumbre y la colaboración directa en expediciones y actividades colonizadoras.
Además de la Malinche que adquirió un papel protagonista en los juegos de papel durante la conquista destacan otras mujeres entre las que hubo dos marcheneras, Francisca de Mesa e Isabel de Cárdenas.
Malintzin, conocida como La Malinche o Doña Marina, nació en la región de Coatzacoalcos. Fue vendida como esclava a los mayas después de la muerte de su padre y la nueba boda de su madre. Posteriormente, fue entregada a Hernán Cortés, convirtiéndose en su intérprete y consejera. Su capacidad para hablar náhuatl y maya, junto con el español que aprendió rápidamente, la convirtió en una figura clave en la conquista de México. A través de sus habilidades lingüísticas y su entendimiento cultural, facilitó la comunicación entre los españoles y los pueblos indígenas.
Cortés le ofreció la libertad y la mantuvo como su intérprete y secretaria. Su lealtad hacia él fue clave en muchas de las decisiones estratégicas de la conquista.
Malinche experimentó una transformación significativa desde su infancia como hija de la nobleza hasta su vida como esclava y luego como una figura poderosa en la conquista. Sus memorias reflejan una mezcla de orgullo y dolor por su papel en estos eventos históricos.
Jerónimo de Aguilar
Jerónimo de Aguilar y la Malinche jugaron roles fundamentales y complementarios en la conquista de México, sirviendo como intérpretes esenciales para Hernán Cortés. Jerónimo de Aguilar, un clérigo de Ecija que había naufragado y vivido como cautivo entre los mayas durante años, fue rescatado por Cortés en Cozumel en 1519. Su conocimiento del maya lo convirtió en un valioso traductor, aunque no hablaba náhuatl, la lengua de los mexicas .
Su relación profesional era esencialmente de interdependencia: mientras Aguilar facilitaba la comunicación inicial en maya, la Malinche aseguraba la correcta interpretación de las complejas conversaciones en náhuatl, permitiendo a Cortés maniobrar políticamente y militarmente en un territorio desconocido. Aunque ambos eran intérpretes, la Malinche, con su conocimiento del náhuatl, fue más decisiva en las negociaciones directas con los mexicas y otras culturas mesoamericanas, lo que a menudo la situó en una posición de mayor confianza y cercanía con Cortés .
A pesar de su cooperación, parece haber habido cierta rivalidad entre ellos. Aguilar, según se sugiere en los textos, intentó desacreditar a la Malinche ante Cortés, temiendo perder su posición privilegiada como intérprete. Sin embargo, Cortés valoraba altamente las habilidades de la Malinche y confiaba en su lealtad y discernimiento, lo que eventualmente consolidó su papel prominente en la conquista .
Hubo tensiones y posiblemente celos entre Jerónimo de Aguilar y la Malinche durante la conquista de México. Esta rivalidad se derivaba principalmente de sus roles como intérpretes y las implicaciones de sus posiciones respecto a Hernán Cortés.
Jerónimo de Aguilar, quien había naufragado y vivido entre los mayas durante años, fue rescatado por Cortés y se convirtió en un intérprete crucial, traduciendo del maya al español. Sin embargo, su conocimiento del náhuatl era limitado, lo que limitaba su utilidad en comparación con la Malinche, quien dominaba tanto el náhuatl como el maya chol.
Aguilar trató de enemistar a Cortés con la Malinche, planteando si no era inconveniente que se refirieran a Cortés como «Malinche». Cortés, sin embargo, reafirmó su confianza en la Malinche, indicando que confiaba plenamente en sus servicios y en su lealtad.
FRANCISCO DE MESA
Francisca de Mesa, hija de Francisco de Mesa, uno de los artilleros de Cortés, fue una de las primeras mujeres marcheneras en llegar a Nueva España. Su presencia destaca la participación de familias enteras en la colonización y el establecimiento de la nueva sociedad en México .
Isabel de Cárdenas, natural de Marchena, viajó a México en compañía de Diego Rodríguez y su esposa. Su viaje refleja el movimiento de mujeres solteras que emigraron a América, buscando nuevas oportunidades y contribuyendo a la sociedad colonial en formación .
Francisco de Mesa, oriundo de Marchena, Sevilla, no solo fue fundamental en términos militares, sino que también contribuyó al establecimiento y desarrollo de las primeras comunidades españolas en el nuevo mundo. Su capacidad para adaptarse y superar desafíos críticos, como la fabricación de pólvora en condiciones adversas, lo destacan como un verdadero protagonista en la historia de México.
Bartolomé Marradón, médico español de la villa de Marchena, es conocido principalmente por sus contribuciones en el ámbito de la medicina y la literatura en el siglo XVII. No se encontraron referencias específicas a su participación directa en la conquista de México, pero su legado en Marchena es notable por su obra escrita y su posición como hermano mayor del Cristo de San Pedro .
Rol Crucial en la Expedición de Cortés
Los españoles que fueron con Cortés, eran militares avezados que conocían las estrategias y técnicas de guerra. El marchenero Francisco de Mesa estuvo en las guerras de Italia donde se acreditó como excelente artillero. En 1518 estaba en Cuba y se unió como soldado a la expedición de Hernán Cortés al Yucatán. Participó en la conquista de México y tuvo un destacado papel como artillero y constructor de cañones y culebrinas, armas fundamentales en las batallas de Texcoco y en el sitio de Tenochtitlan.
Francisco de Mesa, artillero, se unió a la expedición de Cortés desde Cuba, llevando el título de artillero mayor. El hecho crucial que destaca a Francisco de Mesa es su valentía y habilidades técnicas al subir al volcán Popocatépetl para obtener azufre, necesario para fabricar pólvora cuando la expedición de Cortés se quedó sin este recurso esencial. Esta acción permitió a los españoles continuar con su campaña militar.
“El Jueves Santo de la Cena de mil quinientos diez y nueve años llegamos con toda la armada al Puerto de San Juan de Ulúa, (…) y otro día, que fue Viernes Santo de la Cruz, desembarcamos así caballos como artillería en unos montones y médanos de arena que allí hay, altos, que no había tierra llana, sino todos arenales y asentaron los tiros como mejor les pareció al artillero, que se decía Mesa«. 21 de abril de 1519.
En las Batallas de Texcoco y Sitio de Tenochtitlan, Mesa tuvo un papel destacado como constructor de cañones y culebrinas, armas que fueron fundamentales en las batallas de Texcoco y en el sitio de Tenochtitlan. Sus habilidades militares fueron esenciales para el éxito en estas confrontaciones.
En reconocimiento a sus servicios, Francisco de Mesa recibió la encomienda de la ciudad de Iguala, donde se estableció con su esposa, Inés de Herrera, y tuvieron once hijos. Murió ahogado en un río en 1534. Su vida y acciones dejaron un legado significativo en la historia de la conquista de México y la formación de la Nueva España.
La creación de Cristos en México durante la evangelización tenía un propósito significativo: demostrar a los españoles que los indígenas tenían alma y eran capaces de realizar obras de arte religiosas, en un momento en que se debatía la humanidad de los indígenas.
Durante el siglo XVI, se discutía intensamente si los indígenas americanos poseían alma y, por tanto, si eran capaces de recibir la fe cristiana y ser salvados. En 1537, la bula «Sublimis Deus» del Papa Pablo III afirmó oficialmente que los indígenas tenían alma, contrarrestando las opiniones que los consideraban seres sin alma y justificaban su esclavitud.
Bartolomé de las Casas, argumentó contra figuras como Ginés de Sepúlveda, quien sostenía que los indígenas eran idólatras y vivían en pecado. Las Casas abogó por su humanidad y capacidad espiritual, influyendo en la percepción de los indígenas como seres con alma .
Las esculturas de Cristos hechas por indígenas, fueron presentadas entonces a los españoles para demostrar que los indígenas no solo tenían habilidades artísticas avanzadas sino también una capacidad espiritual y devocional profunda. Estas obras ayudaron a cambiar la percepción de los indígenas y respaldaron los argumentos de evangelizadores como Las Casas sobre la humanidad y el alma de los nativos .
La creación y traslado de estos Cristos y otras imágenes religiosas a lugares como Sevilla y Marchena simbolizaban esta lucha por el reconocimiento de la humanidad de los indígenas y su plena inclusión en la cristiandad.
Cristo de San Pedro de Marchena
Según Fernando Villa investigador de Carmona el Cristo de san Pedro de Marchena fue tallado en un taller en Puebla de los Ángeles, México, bajo la dirección del fraile franciscano Fray Pedro de Gante, uno de los primeros evangelizadores de América. Fue traído a España a principios del siglo XVI junto con otros tres crucificados similares: el Cristo de la Veracruz de Huévar, el Cristo de la Veracruz de Carmona (expuesto en el Museo del Prado), y el Cristo de la Sangre de la Hermandad del Baratillo de Sevilla. Estas obras se consideran únicas debido a su origen y características artísticas.
El pintor mexicano Antonio de Torres Beltrán creó una serie de obras de la Virgen de Guadalupe, varias de las cuales se conserva en Marchena. Uno de estos lienzos, fechado en 1726, se encuentra en la Casa Hogar, un edificio del siglo XVIII y hay otra copia en el convento de Santa Maria.