Marchena, un rincón auténtico en el corazón de Andalucía, brilla por su riqueza en historia, tradición, cultura, gastronomía y flamenco. A diferencia de otros destinos, Marchena se mantiene al margen de las rutas turísticas más concurridas y carece de una gran industria turística, lo que le otorga un carácter genuino que promete perdurar en el tiempo. Aquí, los visitantes encuentran la esencia pura de Andalucía, lejos de las multitudes y cerca de lo auténtico.
Marchena, con sus imponentes murallas almohades y su pasado medieval, fue el corazón de un vasto dominio conocido como el Estado de Arcos que incluía buena parte de la campiña sevillana y la sierra y costa gaditanas, además de vastos dominios en las ciudades de Sevilla, Jerez y Cádiz donde los señores de Marchena tenían sus propiso barrios.
Así en Sevilla, la zona entre Plaza de la Encarnación hasta Ponce de León y Santa Catalina fue conocida en el medievo como el barrio de los Ponce de León donde los señores de Marchena tenían su palacio e influían en la vida de la ciudad, protagonizando cruentas guerras señoriales.
Ahora esos mismos señores están enterrados en el Panteón de sevillaos ilustres e irónicamente muy cerca se encuentra lo pocop que queda de su palacio sevillano hoy edificio Emasesa, y de su Palacio de Mrchena, cuyas yeserías y motivos ornamentales pueden verse hoy en la Casa de la Marquesa de Lebrija, calle Cuna. Mientras, la Puerta de Marchenam que presidia el Palacio de Marchena y que no pudieron llevarse los expoliadores, acabó en los jardines del Alcázar hispalense.
Gobernada por los poderosos Ponce de León, Marchena fue testigo de la grandeza y las intrigas de la nobleza andaluza. Desde sus calles empedradas, se puede revivir la época en la que los caballos marcheneros galopaban hacia la conquista del Reino de Granada o cuando el Duque Rodrigo Ponce de León, virrey de Nápoles, salvó su vida gracias a los frailes capuchinos, a quienes luego honró fundando el Convento de los Ángeles Custodios junto a su Palacio.
La Plaza Ducal, centro de la vida marchenera, fue escenario de ferias, corridas de toros y ejecuciones públicas, un lugar donde la historia y la tradición se encuentran. En sus calles y plazas, pasaron figuras como Murillo, Cervantes y Zurbarán, los Reyes Católicos o Carlos V que pasó por su palacio ducal durante su luna de miel o Felipe V, el primer Borbón que vino a cazar a la Dehesa de Montepalacio, una extensión de pinares y encinas que aún se conserva junto a la A-92.
Además, la localidad fue hogar de Cristóbal de Morales, maestro de canto y música del Papa y del Vaticano, enriqueciendo aún más el legado musical del Palacio Ducal de Marchena y su Parroquia de San Juan, al lado de donde hoy se levanta la calle que lleva el nombre de Cristóbal de Morales. .
Para aquellos que buscan una experiencia única, el hotel Molino La Boticaria propone rutas en coche de caballos por los paisajes campestres, mientras que la Vía Verde atrae a los amantes de la naturaleza con su ruta de 100 km hacia Córdoba.
Llegar a este destino es fácil, ya sea por la A-92, en tren o en autobús. Una vez en Marchena, los visitantes pueden elegir entre varios tipos de alojamiento, desde una hospedería en un convento del siglo XVI hasta modernos hoteles.
En Marchena, los museos que puedes visitar para conocer más sobre su rica historia y patrimonio son el Museo Lorenzo Coullaut Valera: Dedicado al escultor Lorenzo Coullaut Valera, este museo alberga una colección de obras de este artista, incluyendo réplicas de algunas de sus esculturas más reconocidas en España. Está ubicado en el torreon de la Puerta de Morón.
El Museo de Zurbarán en la Iglesia de San Juan Bautista: La iglesia de San Juan Bautista no solo es un monumento religioso, sino que también alberga una colección destacada de arte, incluyendo pinturas de Francisco de Zurbarán. Es una parada obligatoria para los amantes del arte sacro.
En la Plaza de Abastos de Marchena, se pueden encontrar una variedad de productos que forman parte de la rica gastronomía local. Entre los productos más destacados están el Chorizo artesanal: Elaborado de manera tradicional, es uno de los embutidos más valorados de la zona.
Aceite de oliva: Especialmente el aceite Molino de los Pérez o el de la cooperativa San Isidro, reconocidos por su alta calidad y que son productos esenciales en la cocina marchenera.
El mollete marchenero es un pan de origen morisco, con una textura suave y ligera, ideal para acompañar embutidos o simplemente con aceite de oliva espolvoreado con ajonjolí.
La Torta de manteca es un hojaldre de mil hojas que proviene de la tradición sefardí, muy típico en la repostería de la zona. El Bizcocho marchenero es otro producto clásico de la repostería local, perfecto para acompañar el café.Los Dulces de convento: Como la torta de hoja del Convento de San Andrés, y otros dulces elaborados en los conventos de San Andrés y Santa María, conocidos por sus sabores únicos y recetas tradicionales.
Marchena no es solo un lugar que se visita, es un lugar que se vive. Sus calles, llenas de historias y tradición, prometen una experiencia que quedará grabada en la memoria de quienes la descubran..