Sus aguas medicinales, atrajeron a visitantes de toda Andalucía, hasta los baños –de origen árabe y romano- de la Plaza Vieja cerca del Arco de la Rosa hasta el S. XIX.
Todo este legado del agua, permanece enterrado en el subsuelo y olvidado en la memoria de los marcheneros, a pesar de los beneficios históricos, sanitarios, económicos, turísticos que podría tener su puesta en valor.
En 1830 tras la construcción del edificio de los baños en la Plaza Vieja, aprovechando los restos de jardines, baños y muralla árabe (Hotel Ponce), el médico Ramón Díaz, recogió los testimonios médicos con ejemplos concretos de curaciones y un informe de la Sociedad de Medicina de Sevilla que trataba de explicar por qué curaban las aguas de Marchena.
Las aguas llegaban a la Plaza Vieja, procedente de varios manantiales conducidos por acueductos históricos de gran tamaño. Uno de ellos arrancaba en la actual calle Boteros (Antonia Díaz).
El otro brotaba de la misma muralla, proveniente de Siete Revueltas y La Cilla. Además J.L. Ravé cita la existencia de restos de baños árabes en la zona del antiguo convento de Capuchinos, junto a Pza. Ducal que describe como “ruinas subterráneas que pueden ser restos de unos baños islámicos, tanto por su estructura como por la existencia de algunos lucernarios”. En la zona amurallada de la finca El Parque existen restos superficiales de sistemas hidráulicos musulmanes.
Había ocho albercas menores cubiertas y separadas, con sus respectivas llaves, y dos grandes y abiertas a todo el mundo, convirtiéndose en “uno de los mejores baños de la Provincia”.
En la reconstrucción, se rehicieron las albercas y descubrió el acueducto, “a una vara de profundidad bajo el suelo” y reunió el cauce de los dos manantiales según la disposición antigua. Incluso fue citado por la prensa de la época, el suplemento al diario del Comercio, Artes y Literatura de Sevilla (N. 167).
El informe médico citado en el documento de 1830 daba como irrefutable prueba el testimonio del doctor Sañudo que se puso como ejemplo de curación diciendo que son muchas las personas que deben a estas aguas su curación “particularmente en los efectos paralíticos de que vine afecto a esta Villa el año de 1808 con una hemiplegia, y habiéndolos usado por tres años consecutivos, me restablecí, sin que haya recaído”.
Entre los efectos positivos de las aguas que contenían gran cantidad de sal a bajas temperaturas, estaba un “mayor vigor a todo el organismo”. Sobre todo, eran buenas para enfermedades de la piel del sistema digestivo y nervioso.
Un acuífero de 400 kilometos cuadrados
En el baño de los caballos, hoy Jardines Isidro Arcenegui, es el lugar por el que hasta 1900 afloraba una de las ramas del acuífero subterráneo marchenero. Con una superficie de 395 km 2, se extiende por un poligono cuyos vértices son las poblaciones de Marchena, Paradas, El Arahal, Morón y La Puebla de Cazalla. Tiene una potentcia variable de entre 12 y 29,7 hm3/año según el anuario Hidro-Geológico de la Provincia de Sevilla. Para hacernos una idea los 80,000 habitantes de la zona consumen al año 5,38 Hm3. Se ubica entre 10 y 20 metros de profundidad, con flujo este-oeste.