Mateo de Orellana: un ecijano alarife del edificio de San Jerónimo de Marchena
José Antonio Suárez López
Mateo de Orellana, arquitecto y alarife, desempeñó un papel crucial en el desarrollo urbano y artístico de la villa de Marchena entre 1600 y 1627, periodo en el que se vivía una profunda transformación impulsada por la nobleza local.
Nacido en Écija en el último tercio del siglo XVI, Orellana se formó en una ciudad vibrante y rica en tradiciones constructivas, donde llegó a ocupar el cargo de alarife del Consejo, título reservado a los maestros que gozaban de confianza institucional para supervisar obras públicas y privadas.
Desde su cargo en Écija, intervino en distintos proyectos que lo acreditaron como un maestro de sólida formación técnica y sensibilidad artística. Su estilo, vinculado a las corrientes tardo-renacentistas con aportes ya plenamente barrocos, llamó la atención de los promotores marcheneros, vinculados a la Casa de los Ponce de León, que a finales del siglo XVI y principios del XVII acometían importantes reformas urbanas y religiosas en la villa.
En 1600, el licenciado Luis de Molina le encarga la culminación de unas casas en la calle Carrera, en Marchena, que eran de su propiedad. En el contrato aparece como vecino de Écija, obligándose a realizar el patio con tres lienzos y dos galerías de arcos de medio punto sobre columnas de mármol según informa Juan Antonio Arenillas.
En esa fecha participó en la reconstrucción de la Iglesia del Convento de San Agustín de Écija. Siguió trabajando en Marchena en el Convento franciscano, ejecutando la capilla mayor entre 1612 y 1613, (hoy desaparecida) y Juan Antonio Arenillas cree que pudo ser el autor en 1616-17, de una tribuna y una escalera de caracol en San Juan Bautista de Marchena. Mientras tanto seguía trabajando en la torre del Convento de Santo Domingo y San Pablo de Écija.
Su obra más significativa fue el Colegio de San Jerónimo de Marchena, proyecto educativo y religioso encomendado en sus últimos años de vida. Precisamente, Orellana falleció en septiembre de 1627, en plena ejecución de esta construcción, dejando inconcluso su último legado.
En la firma del contrato de San Jerónimo fue su fiador el licenciado Luis de Molina, y realizó la carpintería Juan Jiménez, mientras que el maestro jerezano Alonso Álvarez Albarrán, hizo los escudos, y el cantero de Cabra, Juan de Morales ejecutó la portada. La arquitectura fue proyectada por el fraile jesuita Pedro Sánchez y ejecutada por Orellana, con un lenguaje clasicista de gran sobriedad, sólo alterado por la presencia de la portada con la escultura de San Jerónimo y los escudos.
El Colegio de San Jerónimo se fundó sobre el solar de unas casas que pertenecieron a la familia morisca de Alonso de Villacastín, cuyo solar dejaron libre tras la expulsión general de los Moriscos de 1610, en la plaza de San Andrés por el clérigo de la iglesia de San Juan, Gonzalo Fernández, presbítero de San Juan que dejó en su testamento en 1609 dinero para la construcción de un colegio para estudiantes pobres que quisieran ser sacerdotes donde los jesuitas impartiesen clases de filosofía y moral.
El lugar elegido fue junto al Colegio de la Encarnación y junto a la puerta de Osuna, y se mantenía con las rentas del colegio Jesuita de la Encarnación o Santa Isbel. En 1619, el arquitecto jesuita Pedro Sánchez dio las trazas y condiciones para construirlo y la albañilería fue realizada por Mateo de Orellana, junto a Juan Jiménez, como carpintero.
Intervención en Sevilla
Además de su labor en Marchena, Orellana fue llamado en 1622 por el III duque de Arcos, Rodrigo Ponce de León, para intervenir en un pleito entre los franciscanos terceros y el duque por un terreno adyacente al palacio Ponce de León en Sevilla.El maestro trazó un plano del palacio y participó en la elaboración de informes junto a otros destacados alarifes y arquitectos de la ciudad.Finalmente, en 1627, se acordó la cesión del terreno a cambio de la construcción de una tribuna en la iglesia franciscana.
Legado y fallecimiento
Mateo de Orellana falleció en septiembre de 1627, mientras se encontraba trabajando en las obras del Colegio de San Jerónimo en Marchena.
Fuentes consultadas:
Fernando García Sánchez, “Nuevas aportaciones al palacio de los duques de Arcos en Sevilla. Plano, informes y construcción de una tribuna (1622-1627)”, Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, nº 12, 2023.
Manuel Antonio Ramos Suárez, El Colegio de la Encarnación de Marchena. De la Compañía de Jesús al Colegio de Santa Isabel, Marchena, 2008.
Écija Artística – Colección Documental, siglos XVI y XVII, Universidad de Sevilla.