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El Castillo y la Mayetería; las dos joyas del alma de Rota, simbolo de la Andalucía perdida

CUADERNOS DE VERANO
La voz de Andalucia, Carlos Cano cantó al símbolo de la Andalucía perdida y añorada, Rota, con la letra de Alberti. «Rota ¿dónde están tus huertos: tu melón, tu calabaza, tu tomate, tu sandía?.  ¿Qué van a hacer de tu mar?, ¿Qué en tus campos van a hacerte?.  Un camino militar, un puerto para la muerte.

Rota Oriental

Hace poco Vanessa Benítez nos recordó la imagen de una Andalucía, que como madre hambrienta, se entregó al capitalismo y al nuevo imperio americano, con su documental Rota and Roll, pero una vez satisfecha su hambre de comida, y despertada de la orgía de dólares, wisky, rock y hedoniosmo se dió cuenta demasiado tarde de que ahora su alma estaba vacía y tenía hambre y sed de conocer quién era y de dónde venía.
Y solo entonces, tras vivir la mayor revolución cultural, que supuso la llehada del imperio a Rota, este pueblo fue el primer en Andalucía que  necesitó descubrir de dónde venía o veníamos-. Y veníamos de ser cabrza de otro imperio, tan desdibujado como en un desconchón de cal en la pared del Castillo de Rota, pero no por eso menos cierto. Bastaba con arañar un poco la superficie para verlo.
Desde que los americanos llagron a Rota, el andaluz habló con acento americano, casi sin darse cuenta, olvidando que debajo del cemento de la base de Rota, sigue estando la arena que los mayetos, durante siglos, labraron siguiendo las técnicas andalusíes.
Siglos antes de oler a hamburguesa, a ketchup y a chips, Rota hablaba con acento andañusí y olía a América, pero a la América del caribe y del Sur, la que huele a canela, a tomate, a patata la de perú, y a nardos, chocolates e higos chumbos mexicanos y que el rap no era sino una evolción de los improvisadores de versos andalusíes que viajaron al cono sur.
Y que desed el Castillo de Rota, se contemplaba hace cinco siglos el choque entre el imperio turco y el español. Castillo de Luna, hecho como el pueblo entero de los cimientos romanos de la Speculum Rotae romana, donde luego los almohades rezaban a alá en la Rábita Rutta,donde Ibn Arabí rezó en su fortaleza-monasterio y la población creció alrededor de este castillo.
La Rabita Ruta, islámica era una fortaleza, y lugar de peregrinaje, donde a la fortaleza se la denomina como Ribat un templo que en 1197 fue visitada por Ibn Arabi.
Se sometió voluntariamente a Fernando III después de la toma de Sevilla y luego reconstruído por Guzmán “El Bueno” en 1295, entregado a Fernán Ponce de León, primer Señor de Marchena;  por dote matrimonial. En el castillo de Rota nació Luis Cristobal Ponce de León, el segundo Duque de Arcos y su madre María de Toledo, hija del conde de Feria, que murió en el parto.
Luis Cristobal, enterrado en Santo Domingo de Marchena fue mano derecha de Felipe II en Flandes, y embajador en Francia donde el rey francés le regaló una valiosa sortija de diamantes. Felipe II le nombró en 1570, general para la pacificación total de la serranía de Ronda en la guerra con los moriscos, que no solo amenazaban sus tierras andaluzas como Casares, sino las costas de Rota, donde hubo incursiones de piratas turcos.
Playa de Peginas Rota.
Desde el castillo de Rota, Rodrigo, el tercer Duque, hijo de Luis Cristobal y capitán general de las costas de Andalucia fue informado que en la  playa de Pegina en Febrero de 1693 un buque de más de 150 corsarios «moros y turcos de Argel«, naufragó en esta playa y el Duque decidió quedarse con todos los bienes que portaba el barco. Las numerosas incursiones turcas en puertos andaluces, apresaban a niños que luego ya adultos e islamizados, los lanzaban de nuevo contra los puertos españoles del estrecho. Y así fue hasta Lepanto.
Entonces las playas de Rota fueron testigos de una nueva guerra entre dos imperios, el español y el turco. KLosnombres de estas playas nos traen ecos de ese pasado. Los Galeones a La Ballena, La Costilla, Punta Candor, Piedras Gordas, , Peginas, El Rompidillo y El Chorrillo.
Las autoridades de Rota salieron del castillo para inspeccionar el navío y quedarse con aquellos «moros, armas, artillería». «Se halló un navío al parecer perdido o embarrancado entre algunas peñas» con «dos piezas de artillería de hierro quebrado por tres partes el arbol mayor, el trinquete, jarcias, de forma que el navío no podía servir por estar destrozado». El alcalde ordinario mandó hacer una barraca para ir vendiendo todo lo que fuese saliendo del barco.
La mayoría de corsarios de Argel fueron  niños capturados en alguna playa andaluza convertidos al Islam y educados como piratas musulmanes, que a al conocer las costas españolas atacaban a los pueblos de Andalucía en busca de más niños.  Para casarse preferían mujeres españolas cristianas, a las que también esclavizaban en nuevas incursiones.
Historia de la Mayetería
La Mayetería es una tradición agrícola única de Rota, que se refiere al sistema de cultivo y crianza de animales en pequeñas parcelas de tierra. Los mayetos son pequeños agricultores que han mantenido viva esta tradición durante siglos.
Rota presume de su museo de la mayetería donde se pone en valor la forma de vida tradicional de los mayetos, pequeños hortelanos de raíz y tradición andalusí que fueron el sustento del pueblo hasta que llegó la base americana en 1956 y el turismo masivo. Antaño, los hortelanos se las ingeniaban para producir verduras desde Mayo,  se adelantaban a la competencia y así mayete/o deriva de Mayo. Los mayetos vivían en chozas hechas con cubiertas vegetales.
Rota distingue entre mayetes y pelentrines, el segundo tiene más cantidad de tierras.  «En Rota la huerta es más regadío, pero la mayetería es más minifundio y menos agua».  El mayeto no riega a manta o acequia sino con agua de pozo.
El museo de la mayetería muestra los aperos y las chozas cubiertas de juncos del Guadalquivir y pasto donde vivían los mayetos con su familia y ganado. Una forma de vida única y distinta, que conecta con los mayetes de Marchena, municipio con el que Rota comparte raíces. Las cartas  puebla como la de Chipiona dada en 1477 por el Señor de Marchena, Rodrigo Ponce de León para repoblar y dar vida a los campos, repartír tierras a colonos, entre ellos vecinos de Marchena y establecer cargos municipales que debían responder ante la Audiencia ducal de Marchena.
«Se riega con un garabato, una caña con una jarra en la punta» explica el cronista de Rota, José Antonio Martínez. Todavía quedan mayetos en Rota pero como actividad secundaria. «En Espantaperros estaban la huerta del agua y los pozos que surtían a la población» de Rota a través de norias «era una zona de más regadío que la mayetería» y llevaba el agua al pueblo. Hoy es la base naval.
«En Marchena el que nace mayete muere mayete» suele decirse. Este dicho se refiere a que no por prosperar y comprar más tierras, se pierde la condición de mayete, que va ligado a la forma de vida de sacrificio por la tierra. En Marchena la fanega son 6440 metros cuadrados.
Donde estaban los huertos de Rota hoy se levanta la base militar de Rota.
En las casas de mayetes había pan, cuando el pan valía más que el sueldo y no había pan en todas las casas. Muchas mujeres trabajaban en casa del mayete. Le pagaban con un vale «a maquila» es decir sin dinero, a cambio de pan que canjeaban en una panadería del pueblo. La maquila es la cantidad que cobraba el molinero al propietario del trigo por moler pan.

Aún quedan en Marchena fincas como la de El parque, con pozos de noria y aljibes islámicos de donde salía el agua que se subía al Palacio Ducal con mulas por la puerta del agua o de la Buhaira.
Según José Antonio Martínez los árabes trajeron la sandía y el melón que junto a la calabaza y el tomate es el cultivo más tradicional de la mayetería roteña. Pero el producto más tradicional de la mayetería roteña es la uva tintilla, de la que sale vino dulce y que suministraban a  las bodegas de Jerez para encabezar los vinos. Fue tradicional en Rota tener pequeños despachos de vino de la tierra.
En rota la mayetería produce comidas típicas como el arranque roteño, lo que en Marchena se llama sopinina y en Córdoba salmorejo. No se puede olvidar la urta  a la roteña con una base de verduras,  y de postre poleá, con leche harina y matalaúva.