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Música: Drexler, Sabina, placeres sonoros y almas grandes

OPINION.- Alguien capaz de triunfar en este mundo convulso con grandes dosis de belleza y poesía al mas puro estilo de los cantautores de toda la vida, y al mismo tiempo  satisfacer plenamente a Leonor Watling, no tiene mas remedio que ser forzosamente alguien extraordinario.

Que el talento sobresaliente de Jorge Drexler acabe siete veces premiado en los Grammy latino o cualquier otro certamen sería un milagro sino fuera por Sabina. La cosa comenzó cuando Sabina en sus giras triunfales por Suramérica descubre a Drexler y lo convence para que se venga a vivir a España. Aquí triunfa, conoce a Leonor y firma con Warner. Y hace un año Drexler le dice a Sabina en Pongamos que hablo de Martínez. «Creo que sabes que el regalo que me hiciste me cambió la vida entera» hace 22 años ya.

Pongamos que hablo de Martínez

Decir cosas bellas, precisas, solemnes  y necesarias no debería estar contrapuesto con el éxito en la industria musical que está profundamente herida de banalidad, repetición seriada y mediocridad. Y aunque no seamos mas que una gota de luz, una estrella fugaz… una chispa, tan solo en la edad del cielo, nunca está de más que a los grandes creadores les llenen los bolsillos de billetes en base a premios, aunque solo sea por hacer ver que no solo de reaguettón o como coño se escriba vive el hombre.

Y cuando uno se asoma al paisaje sonoro de Drexler todo esta en calma, y se produce el milagro de que el tiempo cura, y el beso dura y el ama tiene la misma edad que la edad el cielo y el hombre alcanza al fin un traje musical para ser lo que ha venido a ser: tinta brillante y solemne tiempo.

Y entonces el alma se reconcilia con el mundo y siente que tiene algún sentido una industria que produce belleza y tiene beneficio, aun cuando antes haya tenido que aguantar 20 años de ruidos amontonados en forma de canciones supuestamente de éxito que murieron ya en algún lugar del cajón del olvido o en la ola última que levantó el yate del magnate que produjo el último disco del último rapero, trapero arapero latino del que ya nadie se acuerda. Qué pereza.

Mas todo necio confunde valor y precio y alguien lo tenía que decir y ya lo dijo Drexler en Amor al arte. Querido Jorge: gana lo que tengas que ganar pero hazlo por amor al arte. Porque no hay mayor dicha en el mundo que amar lo que haces y hacer lo que amas, y ser el laurel de las musas en la cabeza del monstruo de siete cabezas que llaman industria musical.
Drexler es quizá el ultimo trovero de la tradición que nació de improvisar amor al arte en versos que vivió algunos pasajes excelsos a orillas del Guadalquivir, con Rumaiquiya y su novio, Almutamid, y que luego cogió un barco y se fue a Cartagena de Indias a darse un paseo por el cono sur y acabo subiendo a Nueva Orleans para dar forma al rap.

 

Los andalusíes valoraban tanto los duelos de improvisación poética que incluso ofrecían los mejores trabajos a quienes la practicaban e incluso se menciona en Las mil y una noches.

Mientras Drexler triunfa en el desierto de Nevada, la Alpujarra suena a romance, y trovo, banda sonora de una comarca que cada año, con motivo del Festival de Música Tradicional de la Alpujarra, reúne cerca de 15.000 personas.

La música latina es el arte del que muchos hablan, pocos riman pero solo los mejores improvisan. Arte que desconoce a Alexis Díaz Pimienta, al tío Juan Rita y la Cuadrilla del Aledo, a los levantadores de coplas malagueños, el trovo alpujarreño, el son jarocho veracruzano, los versolaris vascos, o los troveros cubanos.

Quinientos años antes del nacimiento del imperio norteamericano el arte de la improvisación de versos se extendió desde España a América, arraigando con fuerza y dando origen a los troveros cubanos,  a las pavadas argentinas, al son jarocho mexicano.

Mientras nacía oficialmente el rap en las listas de éxitos del mundo, en los años ochenta, los troveros tradicionales de la alpujarra granadina y almeriense estuvieron a punto de desaparecer hasta que se empezó a estudiar, conocer y organizar eventos para difundir la tradición.

El éxito de Drexler es el éxito de la tradición reinventada, de la belleza reconciliada, y de la tierra que canta en la boca de sus trovadores cuando la locura se reconcilia con la razón y nace el genio. En la voz de Drexler Rumaikiya y Almutamid siguen improvisando versos a la orilla del Gualdalquivir.

JOSE A SUAREZ. DIRECTOR SABER MAS.