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Nano Fernández: El hombre que cumple el sueño de volar por los cielos de Marchena

Desde hace años, los cielos de Marchena han visto aumentar el número de parapentistas surcando el horizonte. Uno de ellos es Juan Antoniom Nano Fernández, quien ha convertido su pasión por el vuelo en una parte esencial de su vida.

REPORTAJE GRÁFICO: JOSÉ DELGADO ARISPÓN

Un sueño hecho realidad

Nano vive en Marchena desde hace 25 años, y siempre tuvo el deseo de volar. En 2015, decidió dar el paso y comenzó a recopilar información sobre el parapente. “Antes no había tanta información como ahora, así que tuve que investigar por mi cuenta en Google hasta que encontré un centro de vuelo en Bornos, donde empecé a entrenar”, explica.

Puede ser una imagen de 1 persona, haciendo paracaidismo, dirigible y texto que dice "рере"

Desde pequeño, Juan Antonio Fernández soñaba con volar. En 2015, decidió convertir ese sueño en realidad y se inició en el mundo del parapente. Gracias a la información que encontró en Internet y a su formación en un centro de vuelo en Bonos, comenzó a practicar esta disciplina, que hoy en día se ha convertido en su gran pasión.

Volar como terapia contra el estrés

Para Juan Antonio, volar no es solo un deporte, sino una forma de relajarse y desconectar del estrés diario. “Te relaja, da tranquilidad”, explica. A sus 42 años, disfruta de la sensación de libertad que le proporciona el parapente y se ha convertido en un habitual del cielo de Marchena.

La geografía de Marchena, con su terreno llano y despejado, ofrece condiciones perfectas para entrenar y practicar parapente. Esto ha convertido a la localidad en un punto de referencia para los aficionados a este deporte, que cada vez se ve más en los cielos de la comarca.

Un susto en el aire

A pesar de la belleza y emoción del vuelo, también hay riesgos. Hace unos años, Juan Antonio sufrió un incidente cuando su motor se paró en pleno vuelo y terminó enganchado en un cable de apenas cinco centímetros de ancho que no había visto. Afortunadamente, logró maniobrar y salió ileso. “Gracias a Dios no me pasó nada”, recuerda.

Antes de dedicarse al parapente, ya practicaba deportes como el vuelo de cometas y el kitesurf, lo que le dio cierta experiencia en el manejo del viento.

El parapente como vía de escape

Para Juan Antonio, volar no es solo una afición, sino una forma de desconectar. “Te relaja, te libera del estrés”, afirma. A sus 42 años, sigue disfrutando de la sensación de libertad que le proporciona estar en el aire.

Marchena, gracias a su terreno llano y abierto, es un lugar ideal para entrenar y practicar parapente. Además, cuenta con la Vía Verde, lo que hace que muchos parapentistas elijan esta zona para volar.

Un incidente en el aire

A pesar de la experiencia, Juan Antonio ha vivido algún que otro susto. Hace unos años, sufrió un percance cuando el motor se paró y terminó enganchado en un cable de apenas cinco centímetros de ancho que no logró ver a tiempo. “Tuve suerte. Pude girar un poco y, gracias a Dios, no me pasó nada”, recuerda.

Condiciones ideales y seguridad en el vuelo

A la hora de volar, es importante respetar ciertas reglas. “Intentamos que el viento esté entre 10 y 15 km/h, pero lo ideal es que haya calma total para controlar mejor el parapente”, explica. Además, los parapentistas siguen rutas seguras, evitando sobrevolar el casco urbano y siempre buscando zonas de aterrizaje de emergencia, conocidas como conos de seguridad.

Juan Antonio no solo disfruta del parapente. Su pasión por la aventura lo ha llevado a practicar escalada, barranquismo, espeleología y patinaje, entre otras actividades. Ahora, planea adquirir un parapente biplaza, aunque de momento lo hará por ocio y no como negocio.

El cielo, su segunda casa

Para este amante del vuelo, el parapente es una vía de escape y una conexión con la naturaleza. “Cuando vuelo, me relajo. Es mi medio natural”, asegura. Incluso ha pensado en volar de noche con luna llena, una experiencia que, según dice, requiere un conocimiento perfecto de la zona y una gran precaución.

Los cielos de Marchena seguirán contando con su presencia, un reflejo del sueño de volar que muchos han tenido alguna vez, pero que él ha convertido en su realidad diaria.