Se abre la muestra Tornaviaje en el Prado con piezas de Arahal, Carmona y Sevilla
José Antonio Suárez López
El Cristo de la Veracruz de Carmona y el copón guatemalteco de la parroquia de la Magdalena de Arahal participará en “Tornaviaje, Arte Iberoamericano en España”, del Museo Nacional del Prado que podrá verse del el 5 de octubre de 2021 y el 13 de febrero de 2022 sobre obras de arte que llegaron a España procedentes de los virreinatos americanos para mostrar a la sociedad de su tiempo las riquezas del Nuevo Mundo.
La Fundación Focus ha prestado al Museo Nacional del Prado el lienzo ‘Vista de Sevilla’, de autor anónimo.
El tornaviaje es, literalmente, el viaje de regreso. El más importante de la Historia es tal vez el que protagonizó Cristóbal Colón tras el descubrimiento del Nuevo Continente, aunque hubo muchos más. Y prácticamente cada ciudad, cada municipio, es capaz de contar un tornaviaje de película protagonizado desde las Américas por algún héroe local.
63 prestadores nacionales y 3 internacionales han colaborado en la organización de esta exposición con el préstamo de 95 de las 107 obras expuestas, creadas en Perú, Colombia y México, entre otros, de las cuales 26 han sido restauradas para la ocasión. Prueba del carácter nacional de esta muestra es que hay obras provenientes de 25 provincias diferentes.
Andrés de Mesa regresó triunfal a Montilla en el XVI con muchas historias que contar, casado con Francisca Cortés –nieta de Hernán Cortés, el conquistador de México– y un buen número de bienes entre los que había un imponente Cristo barroco de algo más de dos metros de altura construido con una mezcla de fibras vegetales de caña de maíz y encolados.
Desde la conquista de América y hasta su independencia llegó a nuestros pueblos y ciudades un mayor patrimonio desde el otro lado del Atlántico que desde cualquier punto de Europa. Todas las regiones españolas participaron de este fenómeno (las obras expuestas proceden de veinticinco provincias), pero especialmente Sevilla y Cádiz.
Se muestran antiguas cartografías de las zonas que se pretendió evangelizar o de las que se planeó extraer recursos naturales, como la plata de Potosí; de su Obrador procede una preciosa peana de la Virgen de la Caridad llegada a Villarrobledo y un estupendo Retrato de Moctezuma.
Varias pertenecieron a la antigua colección real y colgaron en los mismos palacios donde lo hacían los lienzos de Rubens o Velázquez; sin embargo, el Museo del Prado ha ignorado hasta ahora esta realidad. Con esta exposición quiere paliar esa laguna y ofrecer una visión más rica y compleja de la circulación y recepción de los objetos artísticos en España en época Moderna.
Se han reunido asimismo representaciones de rasgos étnicos y oficios que testimonian una sociedad mestiza junto a retratos de quienes detentaban el poder político o eclesiástico como los tres mulatos de Esmeraldas, de Andrés Sánchez Galque, creada para dar cuenta del acuerdo alcanzado entre la Audiencia de Quito y las comunidades de la costa de Ecuador, donde convivían indígenas y africanos que habían escapado de la esclavitud.
Se trata del célebre copón guatemalteco, obra de Pedro Valenzuela, de 1775, traído a su vuelta de América por el arahalense José Fernández Baena y regalado al Convento de San Roque. Con la desamortización y la consecuente marcha de los franciscanos alcantarinos pasó al Tesoro de nuestra Parroquia, en cuyas dependencias se expone con otras muchas piezas de orfebrería. Es una joya hispanoamericana de exuberante decoración barroca, única en Europa, razón por la que ha sido reclamada en otras ocasiones para diversas exposiciones.
El Cristo de la Veracruz de Carmona
El Cristo llegó a Carmona desde América procedente de los talleres de Pedro de Gante, primer misionero de México que crea los primeros talleres artísticos de los franciscanos en Texcoco ciudad de México. El Cristo de Veracruz de Carmona guarda grandes similitudes con el Cristo de San Pedro de Marchena tal y como estudió Joaquín Márquez.
El cristo de la Veracruz de Carmona procede del convento franciscano de Carmona, y tras su desaparición fue a la Parroquia de San Pedro. Fue el antiguo titular de una desaparecida cofradía de Veracruz establecida en la iglesia del mencionado convento.
Obrador de Francisco de Escobar. Patrocinio de la Inmaculada sobre los hijos del virrey Conde de Lemos, hacia 1672. Monasterio de Santa Clara, Monforte de Lemos
Villa Nogales anunció en 2012 que el crucificado de Carmona es una obra de Francisco de Ortiz, relacionado con el taller mexicano de Fray Pedro de Gante.
Presenta un estado de conservación deficiente. La propuesta de intervención tiene prevista la limpieza superficial del polvo acumulado, la fijación y asentado de color puntual de las zonas que presentan cierta inestabilidad, así como el estucado y la reintegración de las lagunas existentes.
Pedro de Gante, era un fraile franciscano nacido en Gante y familia del Emperador Carlos V que respondiendo a la llamada del emperador tras la toma de México por Cortés, salió del puerto de Sevilla en 1523, hacia México para convertirse en primer evangelizador y educador europeo de los indios de América, fundando el primer colegio y taller donde educaba e instruía a los indios para que realizaran todo tipo de arte sacro, para así nutrir a los templos mexicanos.
Llegó a México en 1523 y por órdenes de Hernán Cortés fueron trasladados a la ciudad de Texcoco donde vivió hasta 1526. Funda la escuela de San José de los Naturales junto al convento de San Francisco, primera escuela europea de América donde incorporará la enseñanza de artes y oficios que proveía a las iglesias de pinturas, escultores, talladores, canteros, carpinteros, bordadores, sastres, zapateros, y otros oficiales.
Jerónimo de Espellosa. Cruz procesional, 1663-1665. Parroquia matriz de San Marcos Evangelista. Diócesis de San Cristóbal de La Laguna
La muestra incluye un cocodrilo disecado que colgaba de una ermita tinerfeña recordando tanto la peligrosidad de la conquista como su éxito por mediación de la Virgen y una gran cruz procesional enviada por el deán de la Catedral de La Habana al canario Nicolás Estévez para un convento franciscano en su localidad. Esta última pesa casi cincuenta kilos y fue realizada por un platero aragonés emigrado; su filigrana conjugaba la plancha calada y una decoración a base de hilos trenzados.