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Opinión: Confundir lo público con lo privado

Palacio S Telmo.

OPINION:- Uno de los errores más graves de un servidor público es confundir lo público con lo privado amparado en esta sensación de caos, desinformación y estupefacción, y ecos de pelea de verduleras, que sufrimos en medio de esta pandemia. 

Naturalmente todo esto sería impensable fuera de un contexto en donde la mayor parte de la población está desnortada, desorientada, desmotivada, confundida, inerme, y con falta de implicación en la identidad colectiva.

Realizar declaraciones públicas a través de medios públicos, -que pagamos todos- contra instituciones, asociaciones o personas particulares o privadas, -sin darles derecho a réplica o defensa, y sin mayor criterio que el carácter -habitualmente malo- con el que se haya levantado el líder que habla, más que a cualquier otro criterio de defensa de lo público, sin escuchar al ciudadano, sin darle ocasión a opinar y participar-, es otra evidencia más de esta confusión de lo público con lo privado. 

Otros síntomas claros: hacer avisos públicos a través de canales privados y viceversa, sober temas tan serios como salud, educación, etc; evidencia que una persona gestiona medios públicos como si fueran bienes (o cortijos) privados. 

En una situación como la que vivimos se exigen respuestas y declaraciones claras, transparentes, y que no añadan más caos, en defensa de lo público y no pataletas infantiles que atienden a intereses o cuitas privadas. Establecer canales de información transparentes, y accesibles para todos por igual y dar facilidades al flujo informativo y a la transparencia deberían ser la norma. Lo contrario es seguir alimentando el cortijo privado, eso si con dinero público y con nombres propios: ecuación con números «primos» en los que ganan unos pocos y perdemos todos. 

La confusión de lo privado y lo publico continúa en la glorificación de ciertos líderes de carácter más o menos mesiánicos o mediáticos, que olvidándose de un proyecto colectivo, de un equipo de personas que buscan el bien común, pretenden reducir el debate público, a un mero ejercicio de onanismo egoísta. Si; usar las manos para provocarse placer aplaudiendo o atacando a su líder favorito, sin más opción que seguir al abanderado, sin salirse del redil marcado y replicar con el balido que te indica el líder: Si una opinión que crees tuya, la has oído en la tertulia política de turno: entonces es que no es tuya. 

Confundir lo privado y lo publico también tiene el peligro de que cuando se crítica una gestión pública, tratando de que se mejore lo público, el ciudadano es atacado en su ámbito privado derivando hacia cuestiones personales, es decir al ámbito privado de esa persona, que por definición ni es ni debería ser público.

Desde el poder a veces se piensa que le puede convenir alentar enfrentamientos entre ciudadanos privados por una discusión pública; aquello de divide y vencerás. En un momento como este donde la sensibilidad por motivos sociales, culturales, económicos;  nada hay menos sensato que incitar enfrentamiento ciudadanos privados por motivo o por causa de una gestión pública tales como seguridad, educación o salud, con grave riesgo de producir una fractura social. Nada hay más peligroso que un líder incendiario, de los cuales tenemos buenos ejemplos recientes y cercanos. 

Naturalmente, cuando el poder descubre ciudadanos librepensadores, e influyentes a menudo los ataca y los persigue: y si no puede acallarlos trata de destruir su imagen pública antes los demás. No creerlos y formarse una opinión por sí mismos y no por terceras personas, es lo más sensato. Esto es otra confusión más de lo público con lo privado. Atacar y alienar a una persona en lo más íntimo por razones de discrepancia en asuntos públicos. 

Usar de forma privada medios públicos, sería imposible en una sociedad avanzada, civilizada y llena de valores que le son propios a la democracia por eso florece en sociedades empobrecidas, amedrentadas, sin la formación y educación necesarias.

El extremo de la confusión de los medios públicos con lo privado es la sustracción de dinero. Cuando un regidor mete la mano donde no debiera. O coloca a sus allegados y familiares en instituciones públicas donde jamás llegaría por sus propios medios y por su preparación. 

Hay ciudadanos que cuando conocen que un político ha metido la mano o enchufado a un allegado dicen: yo también lo haría. Para meter la mano en la caja pública hay que ser un delincuente nato, y no todo el mundo tiene las cualidades necesarias. La persona que dice eso, se está comparando con delincuentes, porque una persona que roba es un delincuente. 

La persona que dice: yo también lo haría, jamás tendrá la oportunidad de hacerlo, porque jamás tendrá acceso al poder. Por lo tanto si usted; que no va a tener esa ocasión de hacerlo, porque nunca tendrá cuota de poder, justifica que otro lo haga, está usted justificando que le metan mano en su propia cara su cartera en vez de tratar de evitarlo.

Sobre este pensamiento planea una necesidad imperiosa de solucionar los problemas de los bolsillos privados, con los dineros que salen de lo público y esto es otra gran estafa para la sociedad democrática.

Nunca hasta ahora se había presumido tanto de no leer un libro, como hasta ahora nunca había tanta gente defendiendo la opinión contraria de que a la política no se va a servirse sino a servir.

Y todo esto ayuda a una polarización de la sociedad y perjudica al ciudadano. Nunca como hasta ahora el propio ciudadano se había visto raptado mentalmente (lo más íntimo de un indivíduo, es su propia pensamiento), por la propaganda oficial para que aplauda o critique algo sin plantearse si quiera, cual es verdaderamente su propia voz. Obligado a justificar a un líder que no solo no te defiende, sino que a veces te mete la mano en la cartera. Así funciona el juego. 

Mientras más apoye el ciudadano a los líderes mesiánicos, menos capacidad para defenderse tendrá en el futuro de ellos, alimentando una maquinaria de poder y propaganda que se vuelve en contra del ciudadano, del indivíduo y pasa por encima de él, cuando no tiene capacidad de defenderse de los desmanes del poder de un sátrapa. Muchos otros ciudadanos conscientes van en el sentido contrario; hacer agrupaciones de ciudadanos fuertes y potentes para contrarrestar la fuerza de los grupos de presión políticos y pseudo-políticos. 

En resumen, cuando una persona da las primera muestras de confundir lo público con lo privado, hace mucho tiempo que ha dejado de ser un servidor público y le está a usted metiendo la mano en la cartera de la democracia de una forma u otra.