OPINION.- BENITO GARCIA BURGUILLOS. Músico de la Banda Virgen de la Palma.
Siempre ha habido un hueco para la música en la vida de los hombres, bien sea de un niño en la misma flor de la vida, de un adulto y sus inquietudes o con sus responsabilidades y experiencias.
Unos recuerdan su primera impresión al ver un instrumento, un objeto metálico, quizá un parche de pellejo con dos baquetas gastadas de madera, que con solo hacer un mínimo ruido llena el aire de emociones.
Muchos se acercan a un instrumento bien sabiendo su conocimiento de uso o sin saber, llevados por el simple hecho de querer aprender a usarlo desde el primer día. O por tener la curiosidad de que será la música y cómo saldrá todo desde el primer momento que prueba un instrumento.
Quien al final del proceso siente y disfruta del resultado de un músico, disfrutar de lo que podría llamarse la magia de la música. Si amigos. Magia el ver la primera impresión que produce la música en un niño, comprobar cómo le impacta.
Ver como después de sostener un instrumento con las manos y apretar los labios con la embocadura de una corneta…surge una primera nota que palpita con un pequeño compas ronco, con una percusión de la que surgen sonidos de cornetas o trompetas y de sinfonías hermanadas con el corazón.
Magia que se percibe en el trabajo de muchos músicos y amantes de este mundillo que llevamos tantos años de una manera u otra y hacemos posible que esta magia se consiga año a año, sea con sol, nubes, lluvia, calor, frío y etc…a pesar de los problemas personales o laborales de cada músico.
Esa magia -a pesar de todo-, hace que seamos por derecho, músicos del señor, con orgullo, que además de transmitir a través de nuestros sones y partituras la sabiduría popular de los años y de nuestros mayores.
Siempre con la humildad del trabajo y el compromiso, de asistir a los ensayos y actos que requieran sea cual sea la formación musical. Todos debemos ser un ejemplo del cual nuestra sociedad se sienta orgullosa, sobre todo en estos tiempos difíciles.
Siempre sobre la base de hermandad, solidaridad y ante todo la unión y el amor con fé. Sobre esa base los músicos nos marcamos retos y muchas veces los alcanzamos y nos convertimos en una parte importante de la sociedad.
Como todo en la vida, ser músico implica unos costes, humanos, económicos, y porqué no decirlo hasta sentimentales, pues solo a través de ese sacrifico es posible muchas veces hacer realidad nuestros sueños y proyectos.
Solo con constancia y trabajo podemos desarrollar nuestra labor desinteresada y tener resultados, disponer de instrumentos, tener un local decente, y demás cosas que requieren los músicos para que esa magia surja cada año por las calles de nuestros pueblos tras nuestros titulares por el pueblo del que tanto presumimos.
Hoy un adolescente tiene muchas opciones de ocio, desde multiples actividades extraescolares, hasta las las redes sociales, pero hace 20 o 30 años era muy diferente.
Estar en una banda de música de Semana Santa era una de esas actividades que imperaban sobre todo en la juventud que acababa por convertirse en una verdadera red social donde intercambiar aparte de la afición musical, vivencias, amistades y educar a los jóvenes en valores que a la larga le servían para su vida cotidiana.
Deberíamos reflexionar sobre nuestros hábitos cotidianos, apostar por las cosas que verdaderamente merecen la pena, valorar el esfuerzo que hay que hacer para que el trabajo del músico salga bien, sobre todo teniendo en cuenta que después a todos nos gusta juzgar tanto para bien o mal.
Meditar cómo es posible seguir adelante con todos los pros y contras, con esta bella pasión de la música. Pues sí amigos, gracias a vosotros y las hermandades porque también formáis parte de esta bella afición por la música que une MAGIA Y PASIÓN. Recordad que nuestro trabajo como músicos resulta más gratificante cuando la recompensa a nuestro trabajo musical se refleja en el apoyo moral de todo aquel que lo contempla.