Cuando Julio Iglesias se refiere a «juntar el alma con la cabeza», está hablando de una integración entre la esencia de su ser (el alma) y su intelecto o pensamiento consciente (la cabeza). Este concepto puede interpretarse como una referencia al proceso de introspección y autodescubrimiento, en el que se realiza un esfuerzo consciente para entender y conectar con la propia esencia interna o alma.
El concepto de autoconocimiento del alma varía entre las diferentes escuelas espirituales del mundo antiguo.
En el hinduismo, se habla del «ātman», que se refiere al yo existente, a la esencia individual y se distingue del ego, la mente y la existencia corpórea. Para lograr la liberación o «moksha», se requiere adquirir autocomprensión o autoconocimiento, una comprensión de la esencia divina que reside dentro de cada individuo [3].
Por otro lado, la Cábala judía ve el alma como un puente entre el Dios infinito y el mundo finito y enseña que el alma se beneficia de la elevación espiritual a través del estudio de la Torá y la realización de buenas acciones. La introspección y el autoconocimiento también juegan un papel clave en este proceso de elevación.
En el budismo, el autoconocimiento es fundamental para entender la naturaleza del sufrimiento y cómo liberarse de él. Sin embargo, a diferencia de otras religiones, el budismo niega la existencia de un «yo» o «alma» inmutable y eterna, enseñando en su lugar la doctrina del «anatta» o «no-yo».
Finalmente, en la filosofía griega antigua, se tenía una variedad de conceptos sobre el alma. Los epicúreos consideraban que el alma estaba compuesta de átomos como el resto del cuerpo. Los platonistas, por otro lado, veían el alma como una sustancia inmaterial e incorpórea, similar a los dioses pero parte del mundo del cambio y el devenir. Aristóteles era un poco más ambiguo en su concepción del alma, pero afirmaba que era una forma inseparable del cuerpo [2].
En todas estas tradiciones, el proceso de autoconocimiento involucra introspección, meditación, estudio, y a veces rituales específicos, para conectar con la esencia interna de uno, ya sea que se le llame «alma», «ātman», o «no-yo». La idea detrás de «juntar el alma con la cabeza», entonces, puede verse como un intento de integrar esta comprensión espiritual interna con la vida cotidiana y la existencia física.