Ofelia Robledo: «La gran lección que nos dá Africa es que allí viven felices y aquí no vivimos por querer más»
José Antonio Suárez López
Ofelia Robledo Alvarado Mercedaria mexicana de 56 años, religiosa del Stmo. Sacramento, que estuvo a punto de morir de malaria hace en Pemba Mozambique, ha escapado ahora de la crueldad extrema de la guerra en el norte del país desde donde acaba de llegar a Marchena.
«Se han encontrados grandes bolsas de gas natural. Es una zona rica en gas, oro, grafito y diamantes. Hay muchos recursos naturales» explica Robledo. Una paradoja teniendo en cuenta que el país es uno de los más pobres del mundo siendo rico en recursos, Aclara Ofelia Robledo.
La situación de violencia en aquel país hace que esta monja valore mucho más la paz y tranquilidad y la abundancia de alimentos e incluso el agua potable que aquí tenemos y que allí escasea. «Por eso es el dinero mejor invertido que se puede hacer en Africa es en agua potable» en referencia a los 15.000 euros que gracias a los vecinos de Marchena se han invertido en el proyecto de la hermana María Luisa Baco en Kenia para pozos de agua.
Pese a ellos las Mercedarias acogen a los refugiados, tanto musulmanes como cristianos, en su misión en Pemba (Mozambique) financiada en parte gracias a las donaciones de los marcheneros, y de otras partes de España, que antes de esta guerra recogía niñas huérfanas de la calle -de 5 a 21- años y ahora se han visto obligados a recoger a centenares de niños refugiados.
Ahora Ofelia Robledo, puede contar entre lágrimas el relato de lo vivido, desde su refugio en la comunidad de Mercedarias del Stmo. Sacramento de Marchena, -donde está pasando unos días para recuperar su salud, tras una operación-, quiere alertar de este conflicto «silenciado en los medios» internacionales, que está provocando «el desplazamiento de 800.000 personas, y miles de muertos y desaparecidos, desde que que -en 2017- una serie de atentados yihadistas golpeara el norte del país. Otro atentado el pasado Marzo de 2021 agravó la situación».
Si ya en Africa la vida valía muy poco antes de la pandemia y de esta guerra, ahora todo ha ido a peor. Las Mercedarias ya trabajaban en la zona recogiendo las niñas huérfanas de la calle expuestas a la prostitución, -empujadas por sus propias familias-, violaciones, enfermedades, -el SIDA es las más común, muerte -la esperanza de vida es muy pequeña- desnutrición y una educación que les enseña a ser esclavas del hombre.
«Africa es el basurero de Europa, es un mundo muy pobre. Pero si Europa es rica es porque Africa es pobre. Unos están arriba porque otros están abajo. ¿Quién sostiene esos países ricos?» expresa Ofelia Robledo. Una situación empeorada por la corrupción brutal y la peor cara del capitalismo salvaje y deshumanizado.
«Si tu en un país de Europa pagas diez euros de impuestos el gobierno se quedará con dos e invierte ocho, en América Latina, el gobierno se quedará la mitad e invertirá la otra mitad, en Africa si pagan diez euros de impuestos, el gobierno se queda con los diez e invierte en 0,1».
«Yo tuve la experiencia de que me dio malaria a los tres años de estar allí y fue una malaria bastante fuerte. Yo verdaderamente vi las manos de Dios que me protegió. Porque tuve la malaria y me la controlaron allí cuando llegue aquí tuve un rebrote o recaída y estuve cinco días en la UCI en España. Verdaderamente vi que me salvé porque estaba aquí porque allí la gente se muere porque no hay ni medicinas ni medios para salvar vidas» relata Ofelia .
«Yo quería ser de pequeña monjita y maestra de niños pobres. Nunca pensé ir a Africa y sin embargo estoy allá, el señor me concedió ésta gracia y estoy súper contenta. Me pidieron este servicio de ir allí y ahí estoy y feliz de la vida. El señor siempre le ha a uno aquello que desea» añade.
«Ellos son muy religiosos pero creen en sus espíritus porque en realidad la religión católica entró allí hace noventa años entonces la gran mayoría son musulmanes. Sus creencias son más poderosas que nuestro evangelio» explica.
«Que mueran niños es la experiencia más impactante y he vivido experiencias muy directas porque se morían niños de la escuela infantil que tenemos. En concreto una niña que era preciosa que hubiera sido una gran doctora porque era muy inteligente. A mi me impactó mucho porque fue verla el miércoles en la escuela y morirse un viernes».