Santa Eulalia cumple 601 años, recién incluido en la lista roja del patrimonio en peligro
José Antonio Suárez López
Este 2021 el convento franciscano de Santa Eulalia de Marchena cumple 601 años. El edificio y el suelo pertenece a la familia Vanderwilde, y en su subsuelo, según las fuentes consultadas puede hallarse el cementerio de los frailes que allí estuvieron viviendo. Pese a ello no tiene vallado, está en ruinas y cualquiera puede acceder al recinto.
La Asociación Hispania Nostra incluyó en 2020 el ex convento franciscano de Santa Eulalia de Marchena fundado en 1420, en su lista roja de patrimonio en riesgo de desaparecer, debido al «abandono del edificio» y advierte de que «si no se actúa pronto, corre el riesgo de desaparecer». Un grupo de marcheneros trabaja actualmente en un proyecto de restauración, conservación y puesta en valor con trabajo y financiación íntegramente privados.
Como es propiedad privada, las administraciones públicas argumentan que no podrán intervenir, pero si realmente se quiere rescatar será necesario un proyecto de intervención mixto público privado. De lo contrario en poco tiempo habrá desaparecido.
La lista roja del patrimonio en riesgo de desaparecer es un mecanismo que la Asociación Hispania Nostra dispone a nivel nacional para llamar la atención sobre bienes patrimoniales e históricos que por su falta de conservación corren el peligro real de destrucción y desaparición por falta de restauraciones.
Es el caso del primer convento franciscano y cristiano de Marchena, uno de los primeros y más antiguos vestigios católicos de la localidad tras la reconquista, junto con las iglesias de San Juan y Santa María y una de las mayores fuentes de espiritualidad primitiva franciscana en Andalucía que además está relacionado con personajes que desde aquí fueron a evangelizar a las Islas Canarias y América.
Unas fuentes dicen que fue fundado en 1420 y otros en en 1366 por Don Juan Ponce de León, Señor de Marchena, y fue el primer convento establecido en el término de Marchena, a unos cuatro kilómetros de la población. En el edificio se daba culto a una imagen (actualmente en la capilla de la Vera Cruz), el Santo Cristo del Pan de la devoción del pueblo, donde según un escrito del año 1500, “se veneraba en tiempos de carestía y faltas de agua”.
Tuvo una biblioteca de más de 4.000 libros (fue la mayor biblioteca de los franciscanos andaluces) y de aquí que partieron a evangelizar misioneros tan influyentes como Antonio de Marchena, (otros dicen que Fray Antonio de Marchena no estuvo nunca en Marchena) Juan de Santorcaz (pionero en la cristianización de las islas Canarias) y Fray Luis de Bolaños (uno de los iniciadores del sistema de las reducciones en Paraguay y Argentina).
En 1814 el inmueble fue convertido en fortaleza y rodeado de muros a causa de la invasión francesa, pero tras la derrota de los franceses fue habitado de nuevo por frailes durante algunas décadas más. Cuando se desalojó el convento en 1867, víctima de las desamortizaciones, algunas de sus imágenes y retablos pasaron a otros templos de la localidad.
Está practicante en ruinas y cubierto por abundante vegetación. La mayoría de sus bienes fueron repartidos entre las otras parroquias de la localidad. Como dato curioso, cabe destacar que en un rincón de las ruinas encontramos una lápida romana del siglo I, con la inscripción “A Postumia Annula, hija de Lucio, de su liberto Acanto” (según el experto Enrique García Vargas, el esclavo liberto Acanto pagaría la inscripción en honor a su dueña). No hay yacimientos romanos en la zona, por lo que esa lápida parece ser una pieza reutilizada para la construcción del convento, procedente de otro lugar.